Manuel Velandia Mora [1]
Abril 14 de 1999.
Escrito por solicitud del Dr. Henry Ardila Ardila de la LCLCS.
Aun cuando hombres y mujeres seamos esencialmente iguales, las múltiples experiencias de la vida, hacen de nuestra evolución, desarrollo y existencia una historia particular. Las relaciones que establecemos con nosotr@s mism@s, con otr@s sujetos e incluso con objetos y animales están fundamentadas en la necesidad de asumirse a sí mism@ y a l@s otr@s, y en la búsqueda de satisfacer nuestros deseos, afectividad, erotismo y genitalidad, teniendo como fin ultimo el placer o el displacer; situaciones que determinan la identidad de género y sus roles, las maneras de relacionarse e inclusive el tipo de sujeto u objeto del que, o en el que se quiere obtenerlos y además, cómo lograrlo, es decir, todo lo que hace es su conjunto a la diversidad sexual. La sexualidad es inherente al ser humano y está influida por el periodo prenatal Por los imaginarios sociales y particulares), el sexo, el medio y la cultura; los entornos social, familiar, educativo, laboral y los medios masivos de comunicación.
Somos tan solo lo que somos.
Una existencia saludable requiere de una sexualidad saludable. La ciencia ha llegado a concluir que la salud implica un completo bienestar físico, psicológico y social. En el análisis de la sexualidad al hacer referencia a comportamientos humanos, algunos de estos fueron consideradas aberraciones, desviaciones, perversiones - conceptos ya desactualizados pero aún utilizados- sin embargo, aún se considera el ejercicio de la sexualidad como algo sucio, pecaminoso o vergonzoso y se valora como algo correcto o incorrecto, apropiado o inapropiado, normal o anormal, ético o no, natural o antinatural, tan solo dependiendo del punto óptico desde donde lo contemplemos.
La diversidad sexual no nos hace ni buenos ni malos y debe ser contemplada desde la tolerancia, entendiendo ésta como un proceso activo que implica reconocer, aceptar y valorar al otro o a la otra en su diversidad, y que conlleva el respecto como punto de partida de cualquier forma de vínculo o de relación de poder.
El análisis de la salud y de la sexualidad debe ser objetivo, descriptivo y libre de prejuicios. De ahí que al pensar en dar un nombre a las múltiples posibilidades que el ser humano tiene para construir su sexualidad, se haya pensado en el concepto de diversidad sexual. Esta es muy amplia, ya que se puede ser diverso por el sexo, la orientación sexual, el género y en las expresiones comportamentales[2]. Se es divers@ –todos lo somos de alguna manera- por el hecho de ser human@s. El ejercicio de nuestros derechos de human@s nos hace autónom@s y autodeterminad@s en el ejercicio de nuestra sexualidad, cuando se parte desde el principio de que nuestras expresiones no pueden dañar a otras personas.
Notas al margen
[1] *Velandia Mora, Manuel Antonio: Sociólogo, Filósofo, Sexólogo. Vicepresidente Sociedad Colombiana de Sexología, Director Revista Colombiana de Sexología.
[2] Es un término acuñado inicialmente por el Instituto Mexicano de Sexología, buscando utilizar un lenguaje objetivo y científico en vez del peyorativo, sexista y discriminatorio que se venía promulgando. Las Expresiones Comportamentales Sexuales (ECS) consideradas sexualmente saludables, no pueden en su ejercicio vulnerar a la pareja, cuya participación debe hacerse en forma consciente y voluntaria, por tanto, exige el respeto por cualquier forma de vida y condición etárea, física y mental. Las ECS pueden tener desde una expresión mínima (que produce gusto o satisfacción y que está presente en todo individuo) hasta una prevalencia casi exclusiva.
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