jueves, 27 de diciembre de 2007

Locas y Locos por la Paz

Manuel Velandia Mora
2.5.2001
elcloset.com


La paz es el reflejo de nuestro cotidiano, es nuestro quehacer y nuestra meta.

La Organización Planeta Paz realizó durante los primeros días de esta semana un encuentro nacional con la participación de homosexuales y lesbianas convocados por el tema de la paz. Uno de los objetivos de esta reunión fue oír propuestas y desarrollar estrategias que permitan visibilizar a líderes populares gay de nuestro país.

Aun cuando las conclusiones de dicho evento se espera se hagan publicas en las próximas semanas, vale la pena contar que, según me relataron algunos de los que allí estuvieron presentes, para muchas y muchos de l@s asistentes esta fue su primera posibilidad de acceder a un foro publico, de encontrarse con personas que como ell@s están interesad@s en los derechos de los homosexuales y las lesbianas, y sobre todo de ser oídos en sus apreciaciones frente a un tema que nos interesa a todos, como es el de la paz.

La paz es prioritaria si deseamos alcanzar un estado homeostático de convivencia ciudadana. En un país como el nuestro, en el que el conflicto armado entre los diferentes actores ha sobrepasado todos los límites al involucrar a la sociedad civil, los homosexuales no hemos sido ajenos a esta realidad. Durante los años 85-89 en Colombia estuvimos en la mira de los grupos paramilitares (recordemos que se reportaron mas de 640 asesinatos). Sin embargo, estos homicidios, las desapariciones, la discriminación, el desplazamiento forzoso y otras formas de violencia no son un problema exclusivo de los homosexuales y de quienes viven con sida en nuestro país.

Recientemente, y una vez mas, en El Salvador saquearon las oficinas de la Asociación entre Amigos; la policía atacó a gay, lesbianas y transvestis en Monterrey, Nuevo León, México; en Ecuador (Quito y Guayaquil) se ha atentando directamente contra la vida de compañeros activistas y contra la comunidad lgbt (lesbica,gay,bisexual y transvesti), quienes además han venido recibiendo amenazas por parte de grupos desconocidos. En Pereira, Colombia, en lo que va corrido del año han sido asesinados tres transvestis trabajadores sexuales. En la zona del Caquetá, homosexuales y personas viviendo con sida han sido obligados a desplazarse a otras regiones del país, y como lo he relatado en otros artículos yo mismo he sido amenazado varias veces de muerte por mis opiniones en torno a temas como los derechos de los militares homosexuales o de quienes viven con sida.

En un reciente artículo sobre el paramilitarismo en Colombia, la Revista Semana denunció que homosexuales y trabajadoras sexuales son considerados por las autodefensas como poblaciones que una vez más se han vuelto su objetivo militar, sin embargo esta no es una posición exclusiva de los paramilitares sino que igualmente es política de los otros bandos armados.

La paz no es el equilibrio de las fuerzas, es el reconocimiento de la diversidad de pensamientos, hechos, experiencias y soluciones, es el resultado de la contradicción, del diálogo sobre la diferencia.

El encuentro de Planeta Paz y la presencia en este de homosexuales, lesbianas y transgéneros de diferentes regiones del país son un aliciente para aquellos que desde diferentes espacios venimos trabajando por los derechos de homosexuales, lesbianas y otras minorías sexuales. Es agradable saber que el evento creó la posibilidad de encontrarse con caras nuevas, ideas frescas, organizaciones y grupos de trabajo de los cuales poco se conocía de sus actividades; es muy loable que se hayan dado las condiciones para que puedan trabajar hombro a hombro grupos diversos en ideas, posiciones políticas, orientaciones sexuales, sexo y genero; y sobre todo, es plausible que la comunidad lgt se tome un tiempo para reflexionar y hacer parte activa de los grupos que se organizan en y para la búsqueda de soluciones frente a una situación de la que hemos sido víctimas silenciosas, y muchas veces observadores pasivos.

La paz no solo es un problema de los grupos armados, la paz nos atañe a todos. Se construye desde adentro, trascendiendo el propio temor a ser nosotr@s mism@s, a hacernos visibles en nuestras familias, escuelas, lugares de trabajo y otros grupos sociales. La paz no es posible sin participar, sin denunciar, sin hacerse presentes. Requiere del dialogo, el encuentro, el respeto y la solidaridad entre nosotr@s mism@s y hacia las demás personas y grupos comunitarios, y requiere de la propuesta, la contrapuesta, la discusión activa. La paz se construye allí, en aquellos espacios en que nos encontramos con los tuyos y con los nuestros, con los iguales y los diferentes.

Cuando un homosexual o una lesbiana cae asesinad@, cuando un transvesti no tiene otra opción más que vincularse a la prostitución para sobrevivir, cuando un hombre se decide a mantener relaciones clandestinas y sin protección con otros hombres poniendo en riesgo su vida para evitar el señalamiento de la sociedad, cuando se nos niega la posibilidad de expresar nuestros sentimientos en público, y de decidir qué es lo aceptable y lo inaceptable en cuanto a nuestras vidas o para nuestra felicidad, no hay paz. Lograrla empieza en nosotr@s, y para ello es necesario que en nuestros pensamientos, actuares y emocionares, se instalen espacios en los que sea posible el reconocimiento de la diferencia.

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