martes, 25 de diciembre de 2007

Por qué no exponemos públicamente la intimidad de los jerarcas de la iglesia católica

Manuel Velandia Mora
Comunicado
Oficina de prensa
9 de septiembre de 2003


Manuel Velandia Candidato al concejo de Bogotá por el partido liberal colombianos opina con respecto a la exposición publica de la intimidad sexual de los jerarcas de la iglesia católica.

Uno de los debates dados al interior de la construcción del debate del proyecto de ley de parejas del mismo sexo y presentada ayer 8 de septiembre en Caracol Noticias (TV), por Germán Rincón, uno de sus defensores, consistió en considerar la conveniencia de la estrategia del outing (hacer publica la intimidad de alguien) de los obispos colombianos homosexuales, como una posibilidad de lucha.

Una pregunta que surgió entonces fue: ¿Es posible políticamente y como retaliación vulnerar los derechos de los vulneradores?
Si la respuesta fuera sí, en ese caso tenemos el derecho de sacar a la luz pública la intimidad de alguien; con ello estaríamos autorizando igualmente a que alguien publique, por ejemplo, lo que hizo con nosotros en la intimidad. Las personas tienen el derecho a construir su “coming out” cuando a bien lo tengan y si en su papel de sacerdotes, obispos, hombres públicos o senadores su doble moral los conduce a negarse a sí mismos y sus propios derechos o a atacarnos virulentamente, no podemos en la protección de nuestros derechos y en reciprocidad en la agresión vulnerarlos a ellos, ya que ética y legalmente estamos impedidos dado que en Colombia la constitución política establece el derecho a la intimidad como un derecho protegido constitucionalmente.

En nuestro país la lucha, mal entendida, por los derechos ha conducido a una guerra permanente y a la violencia cotidiana contra los sectores LGTB y quienes luchan por sus derechos. El pueblo eligió a un guerrerista como Presidente; la iglesia desde su ley divina, su ley moral y su ley natural nos anatemiza, nos asume pecadores y nos trata de anormales y enfermos; los paramilitares expulsan de sus territorios a homosexuales, personas viviendo con sida y trabajadores sexuales. Los grupos paramilitares y de limpieza social, con la misma excusa de proteger las buenas costumbres, la moral, el orden preestablecido y el “bien común” han obligado al desplazamiento a cientos de personas, entre ellas minorías sexuales, inclusive las han asesinado como es el caso de León Zuleta; los han boleteado como Manuel Bermúdez o el maestro Manuel Gaviria; también han atentado contra la vida de las personas como lo hicieron con la Senadora Piedad Córdoba o el líder homosexual Manuel Velandia.

Tiene sentido seguir contribuyendo con la guerra o buscamos nuevos caminos para la paz, como por ejemplo construir procesos más democráticos encaminados a experienciarnos en una convivencia democrática y solidaria. No se usted que pensará o cómo prefiera actuar pero la violencia emocional o física contra quienes nos vulneran no puede ser el camino, porque toda forma de violencia conduce a la violencia. Nos hemos decidido por la resistencia activa, por la reflexión, la denuncia y crear condiciones para hacer de la vida una experiencia en el amor y no en el odio.

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