Manuel Velandia Mora.
El País, Cali,
24.04.05
Yo no hablaría de homosexualismo, los ismos son filosofías, posiciones políticas, por eso hablamos de comunismo, socialismo, liberalismo, entre otros.
Prefiero hablar de las homosexualidades, y hablo en plural porque cada ser humano es tan único que la vivencia de su sexualidad es igualmente única.
Las homosexualidades y las lesbianidades son maneras de emocionarse ante el mundo, de explicarse así mismo, de expresarse en la relación afectiva, en lo erótica y en lo genital con alguien del mismo sexo. Las homosexualidades y lesbianidades son construcciones en la cultura y la sociedad. Es decir, en cada tiempo, espacio y persona se conciben las homosexualidades y lesbianidades de una manera diferente y particular. En ese sentido habría que ser respetuoso con el Papa porque el verso del Papa es uno de los muchos versos que explica las homosexualidades, y aunque él no le habla de las mujeres, creo que también se refiere a las lesbianidades.
No creo que el mundo se viva en un único discurso sino que lo que debido a la movilidad de la cultura son múltiples los versos que explican las homosexualidades. En ese sentido, tengo un verso distinto al del Papa. No creo que las homosexualidades o lesbianidades sean inmorales, si fuera así muchos prelados en la Iglesia Católica serían inmorales por el hecho de ser homosexuales, porque esas orientaciones homosexuales han sido reconocidas públicamente por muchos hombres en le clero y muchas mujeres que están en la Iglesia son lesbianas, ya estén en la jerarquía o fuera de ella. En ese sentido, calificar a alguien de inmoral por el hecho de buscar ser feliz equipararía la homosexualidad a otras vivencias que son inmorales como participar en el conflicto armado asesinando a quien piensa actúa y se emociona distinto.
Las personas escogemos los sujetos o sujetas con quienes deseamos compartir nuestros afectos, erotismos, genitalidades y deseos. En ese caso lo que nos hace diferentes a los homosexuales y las lesbianas de los heterosexuales es que deseamos, amamos, nos erotizamos y compartimos nuestra genitalidad con alguien del mismo sexo. Si un heterosexual por el hecho de compartir a alguien del otro sexo no es inmoral, habría que preguntarle al Papa en dónde se origina la moralidad, por qué es distinta para quien decide amar a alguien del mismo sexo.
El amor es compasivo, servicial, no tiene envidia, no busca el mal… lo leemos en los textos bíblicos. Cuando a mí se me dice que amar a alguien del mismo sexo es un acto inmoral me están diciendo que amar es inmoral; me parece contradictorio que nos inviten a amar pero nos nieguen a hacerlo cuando decidimos amar a alguien del mismo sexo con quien creemos que vamos a ser felices.
Nadie puede atribuirse el derecho a negar, excluir, separar, violentar, vulnerar, estigmatizar e incluso asesinar -como ha llegado a suceder en Colombia- a una persona en razón a su orientación sexual. Creo que ese si es acto inmoral, un acto que nos lleva a la intolerancia y que dificulta la convivencia solidaria y democrática. Los seres humanos tienen todo el derecho desde el ejercicio de su libertad y autonomía a decidir para sí lo que consideran mejor y nadie puede abogarse su “deber ser” como el “deber ser” para todos en el mundo. Me parece egoísta y excluyente pensar que una manera de explicar el mundo, sea la del Papa o la mía, es la respuesta que explica el mundo. Una de las cosas políticamente correctas que hizo Juan Pablo II fue reconocer que otras vivencias, incluso de la religión, eran realmente importantes y eran formas validas de alcanzar a Dios.
Me preocupa el mensaje del Papa en la medida que está negando la posibilidad de que millones de hombres y mujeres puedan ser felices en el mundo. Me parece que no es un llamado a que la iglesia y sus feligreses se unifiquen sino a que se dividan, separen y abandones la iglesia católica. Se contradice en la medida en que no está consolidando las relaciones de los hombres y entre las mujeres, sino que está excluyendo y está negando a las personas su posibilidad de ser y ser felices. El Papa debería llamar a que se construyan los valores para la convivencia y no los valores del rechazo y la separación.
Si la vivencia de la genitalidad, fuera la única esencia posible para el ser humano, pudiéramos decir que quienes no tienen relaciones sexuales no son humanos. Puedo afirmar que el Papa va siglos atrás en el desarrollo de la ciencia y la cultura, él nos lleva a 'reconocer' que hay actos que son naturales, morales y actos que por ser antinaturales que son inmorales. Con este discurso , está yendo a los principios filosóficos y teóricos de Santo Tomás, quien clasificaba al mundo en lo natural, que consideraba como lo correcto, y lo antinatural, como aquello que niega la naturaleza del ser humano. Aquino asumía que la tendencia natural era la procreación, que no todo acto que no fuera procreativo era antinatural y por lo tanto inmoral. Recordemos que Santo Tomás entendía como antinaturales a actos en los que se perdía la “semilla de la vida”, tales como masturbarse, tener relaciones sexuales en los que una mujer tomaba posiciones en las que se colocaba sobre el hombre o tener una penetración anal o una práctica oral-genital. Sin embargo, a pesar de Aquino, muy pronto los seres humanos se dieron cuenta que la genitalidad y la sexualidad no solo se fundamenta en el intercambio genital sino en el amor, el acompañamiento, el deseo, el placer, en el disfrute, el erotismo.
La iglesia católica ha permanecido constante en esa negación, no ha aceptado que la sexualidad tiene fines diferentes a los de la procreación, sigue creyendo que las personas tienen relaciones sexuales para glorificar a Dios, y que esto solo se puede hacer dentro del matrimonio. Por eso la iglesia, en últimas, lo que quiere mostrarle al mundo es que está en desacuerdo con los matrimonio de personas del mismo sexo y con el reconocimiento de los derechos civiles de las parejas del mismo sexo, dado que consideran que esas uniones son inmorales.
Creo que ese tipo de pensamientos como los de la iglesia católica en la voz del Papa, nos ayudan a entender que hay maneras distintas de pensar, explicar, emocionarse y de vivenciar el mundo y las relaciones entre los seres humanos, pero también colaborar para que más personas tengan argumentos para contradecir a la iglesia, optar por otros creados o descubrir que a pesar de dicha discriminación tienen derecho a ser felices y se autoricen a serlo.
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