jueves, 20 de diciembre de 2007

Comprender la homofobia

Manuel Velandia Mora
08.10.2003


Para comprender la homofobia es necesario entender qué es la sexualidad, la forma cómo desde el género y el sexo se relacionan las personas, cómo influyen en estas relaciones la orientación sexual y cómo los imaginarios sociales afectan la actitud familiar y particular con relaciones a los seres que amamos y a las demás personas en la comunidad.

No existe una sexualidad como tal. Cada ser human@ vivencia la suya de una manera tan particular, que es única e irrepetible, por tanto podemos afirmar que existen tantas sexualidades como seres human@s hay. Ser sexuad@ se plantea desde la dicotomía sexo-género: Como hombre o como mujer, como masculino o femenino. Cuando hablamos de sexualidad, hablamos de las alternativas y resultados del intercambio psicosocial de l@s seres sexuad@s, por tanto, no podemos decir que los animales tengan sexualidad. La relación con l@s otr@s implica establecimiento de vínculos que son posibles desde la socialización en la cultura; por tanto, ser sexuad@ sólo es posible siendo human@s y sociales.

La sexualidad, por lo general se plantea como un “deber ser”, como única e inamovible, es decir, se le restringe a una única posibilidad. Hacer referencia a la existencia de sexualidades, es reconocer que cada ser human@ tiene la probabilidad de elaborar y ejercer un “querer ser” que no es ajeno al proceso de socialización; En realidad, se fundamenta en una visión y experiencia particular del “deber ser”. El “querer ser” se construye como un proceso donde lo primero que sucede es que el individuo hace un reconocimiento de su deseo, y posteriormente de su erotismo, afectividad y genitalidad.

Las relaciones entre los hombres y las mujeres, y entre los mismos hombres y las mismas mujeres son de carácter político, social y cultural. El carácter político se fundamenta en las relaciones de poder y está signado por las diferentes estructuras de este: tales como las económicas, las determinadas por el acceso al conocimiento, la etnia, la edad, y por condiciones de carácter sexual como las identidades particulares y sociales de sexo, género, la orientación sexual, como también, por las expresiones comportamentales sexuales.

En algunas formas de relacionamiento el poder está determinado biológicamente por la posesión de un pene, o en su representación, el falo; forma de poder a la que se denomina falocracia. En las relaciones de poder, el carácter social se fundamenta en la ideología[1], pero en las relaciones sexo-género dicha ideología está signada por lo sexual tradicional, está estructurada sobre el concepto del “deber ser”, de una sexualidad “legítima” que es exclusivamente heterosexual, limitada a lo genital y a su función reproductora, permitida solo dentro del matrimonio y atravesada por la vivencia del machismo o mas concretamente, por la práctica del predominio de lo masculino, los métodos de dominación, su alienación y el ejercicio ideológico de la falocracia.

Desde estos conceptos, quienes ostentan el poder (generalmente los hombres), han determinado las leyes, el uso de los medios masivos de comunicación, el poder civil, religioso, militar y el concepto de estado. Lo cultural está mediado por los espacios de socialización propios de cada grupo humano; se transfieren de generación en generación como por ejemplo la alimentación, el vestido, la religión, el lenguaje, la tradición, la valoración de lo bueno y lo malo, lo anormal y lo normal.

El Sexo[2] que se comprende aquí como categoría social, es lo que somos en cuanto hombres o mujeres, entrelazando elementos conceptuales de carácter biológico y psicosocial. En el carácter psicosocial interviene la cultura, es propio de un espacio y tiempo determinado, en él juega un papel determinante la socialización que se hace del concepto. Cuando hablamos de hombres y mujeres como categoría psicosocial y biológica, implica pensarlos-pensarnos como persona, con un sexo y con relación a sí mismo y a los otr@s.

Las diferencias más significativas entre los hombres y las mujeres son las de género. La definición de diccionario dice que “género es la clase a la que pertenecen las personas o las cosas”. Para la Antropología y la Sociología, el interés se centra en conocer las diferencias desde donde cada cultura lo interpreta[3] .

La cultura asigna funciones en las instituciones sociales, en la economía, la política, la religión y roles en el intercambio social. La asignación es diferencial en todas las etapas de la vida y en las formas de producción a partir de unas justificaciones que parecen estar fundamentadas en el sexo. Sin embargo, las construcciones sociales han relegado a las mujeres del poder y les han asignado como su espacio el hogar. Muchas personas consideran que las diferencias son naturales (sexuales). Si las diferencias fueran realmente fundamentadas en el sexo, tendríamos que preguntarnos por qué las diferencias trascienden a la esfera de lo social. La explicación sexual pretende asimilar la diferencia de género a un hecho natural de carácter biológico. Existe la creencia que hay una “naturaleza” del género desde la que se asigna desigualmente el poder y los roles.

Cuando se habla de género[4] no se hace referencia directa a los conceptos de hombre o mujer. El género es uno de los elementos que desde lo psicosocial definen la sexualidad. Entendiendo el género desde un referente social, el “deber ser”, como imaginario social para los comportamientos propios del hombre y la mujer; al de él se le denomina lo masculino, y al de ella lo femenino.[5] Al hacer referencia a género, se está haciendo mención a una serie de condicionamientos para el actuar en el intercambio social de hombres y mujeres. Estas construcciones se determinan históricamente y son ecosistémicas, es decir, son propias de un tiempo, una espacio, una cultura y una sociedad.

“El machismo… se describe como el culto a la virilidad. La característica principal de este culto son la agresividad exagerada y la intransigencia en las relaciones interpersonales entre los hombres, y la arrogancia y la agresión sexual en las relaciones hombre-mujer” (Stevens, 1976). Y por supuesto hombre-hombre y mujer-mujer “Puede entenderse por machismo (Mintz, 1974) el conjunto de actitudes, creencias y conducta que resulta de la creencia de que un sexo es superior a otro. El superior dentro de esta visión del mundo es el varón, y en diferentes aspectos: físico, intelectual, caracterológico, cultural, y sexual. El machismo se expresa esencialmente en hábitos, costumbres y actitudes de discriminación del sexo femenino. Es un fenómeno cultural originado en condiciones económicas a las que trasciende para convertirse en causa y efecto, y así legitimar las desigualdades existentes en la sociedad”.

Lo masculino está relacionado socialmente con la sobrevivencia y el mantenimiento de lo material, pero no con la ternura, los afectos, las emociones o las relaciones cálidas con los hombres e incluso con las mujeres. Rivera (1991) afirma que “la socialización y el adiestramiento a la cual se somete al niño desde temprana edad requiere la supresión de cualquier sentimiento que implique debilidad, fragilidad, temor, sensibilidad, espontaneidad afectiva, y por el contrario exige el aprendizaje de respuestas autodestructivas o de alto riesgo”.

Las ideologías masculina y machista no afectan únicamente a las mujeres; por supuesto, vulneran igualmente a quien las propone, por tanto afectan a los hombres, quienes son igualmente “víctimas” del machismo, el sexismo, la falocracia y de los propios imaginarios de la masculinidad. En el caso de los hombres homosexuales la vulneración es doble, por cuanto la reciben de la sociedad, y la ejercen sobre sí mismos y sus congéneres.

En las relaciones sexo-género entre los hombres y las mujeres, y entre los mismos hombres y las mismas mujeres, las estructuras de poder no son inamovibles, ni siquiera lo son las referenciadas a la sexualidad como las identidades particulares y sociales de sexo, género, orientación sexual e inclusive las expresiones comportamentales sexuales. En las relaciones entre hombres a su protagonistas los han clasificado en la categoría “Hombres que tienen sexo con otros hombres” (HSH). Esta clasificación que parece ser bastante “abierta” y “neutral” pretende recoger a los hombres que no se autodeterminan homosexuales.

Esta definición que busca enmendar errores en la planificación y puesta en práctica de programas informativos y preventivos en VIH/sida, por supuesto es más teórica que de la vida real, y puede llegar a ser reduccionista si no logra trascender lo sustantivo. Aun cuando la definición no pretende ligar sexo a coito, si parece anteponer como determinante el carácter genital de las relaciones, olvidando las vinculaciones afectivas, eróticas y deseantes, olvidando que el sida así haya sido clasificado como una enfermedad de transmisión sexual se ve influenciado directa o indirectamente por una serie de cofactores tales como lo cultural, lo emocional, lo ideológico, lo político, lo socioeconómico e inclusive por las diversas formas de control social.

Personas intersex[6], transgéneros[7] y transvestis[8] en general, no son tenidos en cuenta por los programas que cubren población homosexual y aun cuando hacen parte del grupo HSH, en muchos casos, tampoco se les considera al interior de esta clasificación, porque ell@s no se consideran a sí mism@s como tales y en la mayoría de las veces, porque los imaginarios socializados en torno a la sexualidad y el desconocimiento sobre estas variantes de la identidad de sexo y de género parecen ser “minucias” en las que los programas no desean entrar. Estas poblaciones merecen ser tomados en cuenta, y debe darse espacio para procesos investigativos y de prevención que partan del reconocimiento de su identidad particular, de su derecho a la igualdad y de asumirlos como grupos poblacionales cuyas condiciones particulares y estilos de vida los pueden hacer vulnerables.

Las personas intersex son, al interior de los HSH, una de las poblaciones mas ignoradas puesto que a estas personas se les suele reconocer por el sexo asignado socialmente. Las personas transgénero, de otro lado, son el grupo más vulnerado por cuanto su identidad de género suele no ser reconocida, ya que la identidad social que de ell@s se hace suele ser clasificada a partir de su corporeidad y no de su identidad particular genérica (es decir, del rol particular que han adoptado para sí, que puede no coincidir con el que socialmente les correspondería).

Veamos algunos ejemplos de cómo transgéneros e intersex son vulnerad@s: una persona ha nacido con órganos genitales externos tanto de macho como de hembra, con unos órganos genitales internos poco desarrollados y por tanto no identificables con algún sexo; a esta persona suele clasificársele generalmente desde la clínica y en el afán social de hacerlo, usualmente se les “asigna” como hembras, a pesar de que ella una vez construye su identidad de sexo, se considere a sí misma macho de la especie. Si esta persona se identifica hombre y su apariencia física es concordante con dicha identidad entonces se le acepta socialmente hombre, pero si tiene una apariencia corporal no concordante se le suele clasificar mujer y discriminar por su identidad de sexo. En este último caso si la persona tiene una identidad masculina se vulnera por cuanto se espera socialmente que su identidad sea femenina. Esta persona no sería propiamente transgénero pero socialmente se le vería como tal.

Otro ejemplo sería el siguiente: una persona es transgénero si nació con cuerpo de hembra, socialmente se le asume mujer pero ella se piensa y se asume a sí misma en masculino. Para estas personas es difícil ser aceptadas en un programa para HSH. Si esta persona ha intervenido su cuerpo con una mastectomía y se ha aplicado hormonas masculinas, entonces su apariencia corporal se hace de macho, porque además tiene barba y ha desarrollado sus músculos, entonces nadie duda de su identidad de género. Para quienes asumen una corporalidad de macho a hembra dicha transformación suele ser mas evidente, si se pasa de hembra a macho es menos notorio, sin embargo si nacieron hembras deberíamos plantearnos un interrogante, debe considerárseles HSH?

Otras poblaciones vulneradas
Los hombres menores de edad vinculados a la prostitución y los adultos trabajadores sexuales por sus mismas características son otra población estigmatizada y vulnerada, mas aún cuando algunos no se consideran homosexuales así sus clientes sean otros hombres. En muchas ocasiones quienes les ofertan servicios desde los programas de sida desconocen la manera como estas personas conciben sus propias identidades particulares y necesidades, razón por la cual a pesar de ofrecer ayuda a estas personas la rechazan, llegando incluso al extremo de denunciar a las organizaciones como violadores de sus Derechos Fundamentales.

Dicha violación, según ellos mismos, está relacionada con el incumplimiento de las prebendas ofrecidas tales como vestido, techo, comida y otras situaciones de la vida cotidiana. Aun cuando la situación vista desde las mismas organizaciones no es contemplada como vulneración, para los hombres en cuestión sí lo es, dado que la permanencia en estas sedes les implica una serie de cambios que no le son “favorables”.

Por ejemplo, las personas se ven “obligadas” a cumplir un horario que dista mucho del que ellos están acostumbrados a vivir (sus horas de sueño coinciden con las horas de vigilia del resto de la ciudadanía); La dieta les parece deficiente en cuanto volumen y calidad, ya que para ellos los productos básicos de su dieta no pasan por los criterios de nutrición de quienes diseñan los menús base de su ingesta; El vestido que se les provee no cumple con sus criterios de moda, estilo y calidad, etcétera.

Estas “violaciones” se pudieran evitar si a las personas se les hiciera una aproximación respetando y valorando su identidad particular sexual y se les informara adecuadamente las razones en las que se fundamentan los cambios y si estos se dieran paulatinamente, y no con la rigidez con la que les aplican. Por supuesto, la situación es tan caótica que la gran mayoría de estas personas prefieren seguir siendo habitantes de la calle a cambiar radicalmente su estilo de vida y tener que reconsiderar su identidad sexual y sus propias necesidades; por otra parte, las ONG y OG deberían asumir que los sujetos de sus acciones tienen el derecho a conservar su integridad axiológica y que el servicio no es una “obra de caridad” y que por tanto debe existir un contrato terapéutico. Dichas violaciones son una forma de homofobia. Para comprender qué es la homofobia es necesario entender qué es la orientación sexual.

Para el autor, la orientación sexual[9] es una manifestación de origen genético y cultural, en la que una persona que ha identicado[10] o no su “querer ser”, expresa su vinculación como persona-cuerpo hacia otra a partir del deseo, el erotismo, la afectividad y la genitalidad. La orientación sexual esta definida cuando la relación está mediada además por la conciencia que se tiene de dicho proceso de identicación. Se tiende a considerar que algunas manifestaciones del género, el erotismo, la afectividad y la genitalidad consideradas transgresoras del “deber ser”, determinan a una persona como “homosexual”.

La Homosexualidad es una orientación sexual de origen genético y cultural[11], en la que un hombre que ha identicado o no su orientación, expresa su vinculación como persona-cuerpo hacia otro hombre a partir de manifestaciones homodeseantes, homoeróticas, homoafectivas y homogenitales. Otro de los elementos fundamentales en la construcción de la orientación sexual es la conciencia de la orientación. Con ello quiero decir que si un hombre es homodeseante, homoafectivo, homogenital u homoerótico, pero no se piensa así mismo homosexual, esta persona está en su derecho de autodeterminarse como le parezca, así los teóricos y especialistas pretendan «hacerle caer en cuenta de su error».

Antes de pensarse y asumirse como homosexual, lo realmente determinante para definir la identidad particular de orientación sexual homosexual no es como l@s otr@s piensen a la persona sino como cada uno se determina a sí mismo.

Cuando la persona se identica particularmente como homoerótica, homoafectiva, homogenital, homodeseante y tiene una identidad particular de homosexual, entonces se ha identicado como homosexual. Los hombres y las mujeres con identidad de sexo de hombre pueden ser homoafectivos, homogenitales, homodeseantes, homoeróticos, pero identificarse particularmente como heterosexuales, bisexuales o simplemente no desear tener un rótulo que los identifique. En ese caso la persona es para sí heterosexual, aún cuando su identidad social pueda ser de homosexual, es decir si se le “reconoce” homosexual. Este pensarse es fundamental para la identidad, ya que es la propia persona quien se identica a sí misma, así l@s otr@s l@ piensen y asuman de una manera diferente.

Homofobia


La fobia (miedo irracional no fundado hacia un estimulo), es en este caso, hacia lo homosexual: ya sea hacia la persona con orientación sexual homosexual, hacia quienes se les asigna socialmente la homosexualidad como su orientación sin que ello sea verdad, hacia comportamientos, actitudes, prácticas consideradas homosexuales. Es un trastorno emocional. La homofobia puede presentarse de manera internalizada en la persona, y en los grupos familiares y sociales. No hace referencia a dicho temor en las lesbianas, ya que a esta situación emocional se le denomina lesbofobia.

La homofobia surge inicialmente como resultado de la contradicción entre la vivencia particular y los imaginarios familiares y sociales. Induce a la auto-agresión, a la negación de sí mismo y por lo tanto a la negación del deseo, el erotismo, la afectividad y la genitalidad; además a no establecer una identidad particular sexual positiva, a la negación a considerarse homosexual y a no tener una identidad particular positiva de la propia orientación sexual, por tanto, a no identificarse homosexual o a no aceptar que se le denomine de esta manera.[12] Como consecuencia de ello, el hombre se ve obligado a posesionarse en un estilo de vida con el cual no se halla identificado, a asumir en su cotidianidad una “doble moral”, a establecer vínculos y relaciones que le vulneran, agreden, y que igualmente pueden llegar a violentar y lesionar a otras personas.

Los homosexuales homofóbicos tienen un mayor riesgo de involucrarse en intercambios genitales clandestinos, indiferenciados, desprotegidos y con riesgo que quienes aceptan positivamente su orientación sexual, ya que su actitud particular los conduce a experimentar relaciones ocasionales y anónimas como una manera de no ser identificados.

La persona homosexual que es homofóbica teme que por razón de su orientación sexual se le agreda verbal y físicamente, se le excluya o se le obligue a abandonar las actividades familiares, el hogar, el lugar de vivienda, el estudio, las actividades sociales e incluso duda ante la posibilidad de confirmar “aquello” de lo cual se le culpa. Igualmente, teme ser utilizado o vulnerado sexualmente, a ser diferente, comportarse o ser tratado de esa misma manera. Le preocupa no ser “tan hombre” como los hombres heterosexuales y no asumir los comportamientos sexistas, misóginos, homofóbicos, falocráticos y machistas considerados propios del “deber ser” socializado para el hombre; teme además asumir comportamientos considerados “propios” del otro género y no ser tomado como hombre o masculino, y sí como mujer o femenino.

La presión social de comportarse en el “deber ser” obliga a la persona a asumir comportamientos que le lesionan e incluso a vivir su orientación de manera clandestina y marginal o llegar a negar-se su ser con relación a dicha orientación. Situación a la que se denomina homofobia internalizada (autodiscriminación por razón de la propia orientación sexual homosexual).

Puede tener sus orígenes desde edades muy tempranas, a partir de las agresiones de las que son objeto-sujetos quienes en la escuela y el hogar manifiestan comportamientos relacionados con la sexualidad considerados disidentemente homosexuales, ya sea a partir de los que otr@s le asignan o de que la persona realmente manifiesta. Por ejemplo, un niño que no es activo puede ser llamado por quienes le rodean “niñita” , pero un niño no puede ser homosexual. Pero este tipo de agresión puede influir en su comportamiento y mas adelante en el proceso de construcción de su propia identidad particular.

La homofobia mana igualmente de la contradicción que se suscita al asumir, disfrutar y obtener placer de aquello considerado socialmente como prohibido, anormal, raro, pecaminoso e inclusive enfermo y antisocial, de no poder cumplir con expectativas familiares tales como tener una pareja heterosexual, engendrar hijos, conformar una familia, participar activamente de las actividades familiares y de no satisfacer los roles “propios” del hombre.

La familia asume respecto al “deber ser” de la orientación sexual el modelo heterosexual, por tanto, en sus relaciones de poder sexo-género suele asumir comportamientos homofóbicos.

Desde este contexto, la familia homofóbica ve en la persona homosexual oportunidades para que el actuar de esta le afecte su imagen social, el prestigio, y por tanto, la misma estructura interna familiar. La familia construye una serie de imaginarios de lo que es pertinente a la sexualidad de sus miembros y espera desde ellos que la familia se amplié y se perpetué el apellido paterno a nuevas generaciones. El mismo desconocimiento en torno a la homosexualidad hace creer a la familia que los homosexuales serán necesariamente amanerados y afeminados en sus comportamientos y roles de género, y que tarde o temprano serán transvestis o que por lo menos usaran a escondidas prendas consideradas femeninas.

Otros de sus temores están relacionados con la actividad laboral. Se cree que todos los homosexuales desean ser peluqueros, diseñadores de modas o cuando mucho arquitectos o decoradores (actividades consideradas “femeninas” o de poca responsabilidad e importancia). Virtualmente se considera que sí se aleja a la persona de actividades artísticas (teatro, danza, pintura, ballet) esto puede influir en que se cambie la orientación sexual. Se teme que la persona establezca vínculos afectivos o emocionales con amigos amanerados o con comportamientos, actitudes y prácticas “diferentes” consideradas poco o nada masculinas y que afectan el esquema machista que rige las relaciones de poder. Mas recientemente ha influido en la homofobia el considerar que el sida es una enfermedad propia de homosexuales.

Un temor del cual poco se habla, está relacionado con el miedo que tienen los padres, madres y herman@s mayores de haber influido en la determinación de las conductas y la orientación sexual. Más aún, cuando algunas teorías sobre el origen psicológico y/ o biológico de la homosexualidad hacen referencia al respecto. Con relación a la vida socio-sexual y genital se teme que la persona asuma roles considerados femeninos y mas aún, que sea quien al interior de la pareja homosexual sea receptor de la penetración, ya que ello es considerado “prueba” de un carácter débil, de falta de hombría y de masculinidad.

La homofobia familiar impone un estilo de vida deprimido, pobre en afectos y vinculaciones, como también motiva a la homofobia internalizada, la cual conduce a aceptar que muchas de las razones expuestas por otras personas y grupos sociales son motivo real y válido para su discriminación, e inclusive a atreverse a discriminar, vulnerar y agredir a quienes tienen la misma orientación sexual por considerar que son ellos quienes los “obligan” a asumir comportamientos “impropios” e “inadecuados”.

En los imaginarios sociales está el origen de la homofobia familiar, ya que la familia retoma sus principios del “deber ser”. La homofobia social es la actitud particular hacia lo considerado homosexual: ya sea hacia la persona con orientación sexual homosexual, hacia quienes se les asigna socialmente la homosexualidad como su orientación sin que ello sea verdad, hacia comportamientos, actitudes, prácticas consideradas homosexuales es un trastorno emocional.
Constriñe en las personas homosexuales su dinámica de socialización generándoles la necesidad de asumir actitudes que la misma sociedad rechaza y a marginarse en ghettos comerciales como bares, saunas, videos, cines “X”, parques, apartamentos y otros sitios de encuentro en los que las mismas condiciones en las que se establece el vínculo afectivo, erótico o genital predisponen al riesgo e incrementan la vulnerabilidad hacia diferentes situaciones que afectan su salud emocional y física.

El imaginario homofóbico socializado considera además de lo anteriormente expuesto, que los homosexuales son violadores de menores, inestables emocionalmente, incapaces de sostener una familia y por tanto, adeptos al cambio permanente de pareja genital. En ultima instancia se considera la homosexualidad una amenaza por cuanto se le considera afines a “perversiones” y a todo lo que se asuma que pone en entredicho el “deber ser” y la ideología desde la que se fundamentan las relaciones de poder.

De la misma manera, se considera que los homosexuales no son hombres, que todos son amanerados, afeminados y que tienen una marcada tendencia a ser transvestis, además que parecen estar interesados en “convertir a la homosexualidad” a todo hombre que se les acerque.

Regiones socioculturales y homofobia.

En Colombia existen diferentes regiones, en cada una de ellas se ha desarrollado una cultura con sus propios patrones sexuales y de relacionamiento social. En la Zona de la Costa Atlántica y en los santanderes el machismo es exacerbado, hasta el punto que en la Costa los hombres pueden tener simultáneamente varias relaciones (poligamia) y en los santanderes simultáneamente varias mujeres (poliginia). Allí no se considera homosexuales a los hombres que tienen relaciones genitales con otros hombres, si junto a éstas no se establece un vínculo afectivo explícito y un erotismo que no trascienda el mero instinto; inclusive se considera que el hombre que es penetrado es el homosexual y que quien penetra es un heterosexual “probado”. En esta zona los homosexuales que asumen roles femeninos, son “aceptados”, llegando al extremo de considerar a estos como mujeres. Se niega totalmente la posibilidad de que existan hombres que se asuman homosexuales o bisexuales.

En la Zona del Pacífico la estructura es matriarcal, siendo la mujer la figura de autoridad. Esta es una región con predominancia negra aun cuando triétnica, razón por la cual es posible encontrar múltiples aproximaciones a la homosexualidad, sin embargo, en la etnia negroide es menos marcada la discriminación hacia esta orientación sexual. En esta zona se vive veladamente la homosexualidad cualquiera que sea su rol de género. En la Zona de Montaña o Antioqueña los nexos son fuertemente matriarcales.

El papel predominante de la mujer ha dejado en “libertad” a los hombres para el ejercicio de su homosexualidad. Los roles femeninos y masculinos en los hombres homosexuales tienen un carácter indiferenciado, inclusive, desde la cultura popular se considera que por el arraigo religioso, “en cada familia paisa[13] hay un cura, una monja y un marica”. Dicho que habla de la aceptación a esta orientación sexual.

La Zona del Complejo Andino, está conformada por los departamentos de Cundinamarca, Tolima, y Boyacá, siendo su ciudad más grande Bogotá, se basa en relaciones patriarcales. En esta zona vive la mayor concentración multiétnica del país, razón por la cual la no hay una idiosincrasia única frente a lo sexual. Bogotá es la ciudad del país, en donde hay la mayor concentración de población homosexual y de lugares de encuentro ofertados para ella. Por la misma extensión de la ciudad y la concentración poblacional asumir la homosexualidad tiende a hacerse más fácil para las personas; razón por la cual, para asumir mas tranquilamente su homosexualidad, las personas prefieren desplazarse a ciudad.

De la Zona de los Territorios Nacionales no puedo hacer alguna afirmación por que es poco lo que conozco al respecto de sus expresiones sexuales. Sin embargo, cabe aclarar que la anterior clasificación no es una camisa de fuerza y que es común por la propia movilidad de las poblaciones que estas manifestaciones no sean tan esquemáticas como aquí se presentan sino que lo aquí expresado es tan solo una tendencia.

Algunas expresiones de Homofobia en Colombia

En Colombia el Movimiento de Liberación Homosexual (MLHC) fue fundado por Velandia Mora en 1976 cuando aún la homosexualidad era considerada delito, razón por la cual durante los cuatro primeros años de funcionamiento sus reuniones fueron clandestinas. En 1980 la homosexualidad se despenaliza. A pesar de estos cambios jurídicos, se inició en 1985 en el país una serie de asesinatos de hombres homosexuales, siendo una de las primeras víctimas Guillermo Marín en la ciudad de Villavicencio. A algunos de las personas asesinadas se les “condenó” por ser transvestis o por estar vinculados a la prostitución. Jairo Alberto Marín, un reconocido periodista colombiano residente en los Estados Unidos fue el primero en hacer eco en ese país, de las denuncias ante organismos nacionales e internacionales de varios organismos de derechos humanos y del MLHC hicieron en Colombia sobre la muerte y tortura de más de 740 hombres homosexuales. Estos asesinatos ocurrieron entre 1985 y 1.992, en ciudades como Bucaramanga, Villavicencio, Cali, Medellín, Manizales y Bogotá. Estos asesinatos habrían sido realizados por organizaciones tales como La Mano Negra, Muerte a Homosexuales, Amor a Medellín, limpieza de Cali, Escuadrón de Limpieza Social.

Los artículos de Marín y los testimonios del Grupo de Ambiente (con sede en Bogotá) y de Velandia Mora -quien ha sido varias veces amenazado de muerte a causa de su militancia-, lograron documentar 328 casos de asesinatos ocurridos entre 1.986 y 1.990, aparecieron en Revistas como Los Ángeles Times, The Advocate, Action Alert de IGLHRC, en informes de la BBC y de Amnistía Internacional, entre otras. León Zuleta es tal vez el más reconocido de los asesinados (1993) por sus acciones en Derechos Humanos de las minorías sexuales en Colombia. Mas recientemente, en 1999 se presentaron en Bogotá una serie de asesinatos cuyo móvil parecía ser el robo, sin embargo, declaraciones de algunos testigos dejan observar que los asesinos son en varios de los casos pertenecientes a organizaciones delictivas que difieren en su estructura e ideología de las anteriormente mencionadas.

Durante la Presidencia del Doctor Gaviria, una serie de rumores y grafitis cuestionaban sus acciones desde el supuesto de que era homosexual. Igual forma de violencia se manifestó al Presidente de la Cámara de Representantes en el pasado periodo legislativo.

Un ejemplo de discriminación fue el manifestado por las empresas multinacionales de mucho prestigio y gran participación en el mercado de consumo de bienes y servicios que decidieron retirar el apoyo comercial a la Programadora JES en el horario de la serie de televisión “Perfume de Agonía”, por haber presentado una escena en la que dos mujeres se besan en la boca (sin embargo, actualmente están al aire en la televisión colombiana una serie de producciones televisivas nacionales que tocan explícitamente el tema de la homosexualidad sin que por ello sus productores se hayan visto afectados en la pauta publicitaria). La Revista Acénto, una publicación eminentemente homosexual, debió retirarse del mercado ante la negativa de muchas empresas nacionales e multinacionales (que inclusive pautaban en revistas gay de otras partes del mundo y en publicaciones de menor calidad) por considerar que dicho apoyo económico podría lesionar la imagen de marca de sus productos.

Otra forma frecuente de homofobia está relacionada con la manera como los medios masivos de comunicación han cubierto las actividades programadas tanto en Bogotá como en otras ciudades por las organizaciones de homosexuales y lesbianas. Las imágenes utilizadas y en algunos casos los mismos textos siguen mostrando a la población en general una visión sesgada de estas comunidades, en especial de las compuestas por hombres. La mas reciente demostración de esta forma de violencia es la publicación del libro ¿Cómo descubrir que su pareja es gay? de la “periodista” Soledad rico”; Texto carente de rigor científico en que el lenguaje peyorativo, sexista y discriminatorio es evidente, y cuya primera edición se agotó rápidamente por el despliegue que se le dio en noticieros, periódicos y demás medios.

Colombia es un país considerado internacionalmente como avanzado en el tema de los Derechos Humanos y sexuales. En 1992 la Fundación Apoyémonos con el Patrocinio de Family Health International un proyecto de la Agencia de Desarrollo Educativo de los Estados Unidos publicó el primer afiche sobre este tema editado en el mundo,. Sin embargo, dicha agencia también intentó retractarse de poner su crédito en un cartel en el que aparece la imagen de un transformista y cuyo texto dice: Soy hombre uso condón.

Frente al tema de Derechos Humanos y Sexuales cabe destacarse la participación de la psicóloga María Ladi Londoño Echeverry cuyos escritos sobre Derechos Sexuales y reproductivos de la mujer tuvieron gran influencia en las discusiones y documentos de Beijing. Velandia Mora escribió un texto sobre Derechos Humanos y Sexuales cuyos contenidos fueron publicados por la Revista Latinoamericana de Sexología y están siendo utilizados por diferentes sociedades y organizaciones sexológicas en el mundo.

Cabe destacarse en este campo los trabajos jurídicos del abogado Germán Humberto Rincón P., y la propuesta de la Senadora caleña Margarita Londoño sobre la Ley de la No discriminación por Orientación Sexual en Colombia.

Notas al margen
[1] Entendiendo la ideología como el sistema de representaciones sociales del grupo social dominante.
[2] Sexo: Es mas que el estereotipo “XX” para las hembras o “XY” para los machos de la especie humana. Todos los embriones son idénticos durante las 8 primeras semanas de gestación, después, diversos factores influyen para determinar el sexo, pero muchos embriones son afectados cromosómica u hormonalmente de tal manera que dicha diferenciación ya no lo es tanto, llegando incluso, al extremo de no poder en algunas personas determinar dichos límites. Esta afectación puede interferir en el desarrollo del cerebro determinando la estructura somática en general, el comportamiento social e inclusive la orientación sexual.
[3] Whitehead (traducción de Y. Torres) afirma: “ Cuando hablo de la construcción cultural del género me refiero, sencillamente, a las ideas que le asignan significados sociales a las diferencias físicas entre los sexos, y que convierten dos clases biológicas, macho y hembra, en dos clases sociales, hombres y mujeres, y que hace que la relación social que guardan hombres y mujeres parezca razonable y apropiada.
[4] Género es un imaginario psicosocial y ecológico. Ecológico en el sentido de que lo que es aquí y ahora no es aquí y allá, por tanto la definición de género es espacio-temporal y cultural.
[5] Cuando el concepto género se utiliza para otras especies, dicha definición no es importante porque no tiene la carga psicosocial que tiene en l@s human@s. Por ejemplo, a nadie le interesa si lo correcto es decir el whisky o la whiska, si los objetos son masculinos o femeninos, igual se les antoja lo mismo, pero en el caso del ser humano, se espera que el hombre sea el macho, lo masculino, y se rechaza contemplarlo en lo femenino; quien se asuma de esta manera moviliza un conflicto social. La sociedad ha tratado de marcar tanto los límites del poder como los de la sumisión; usualmente a todo lo que implica poder, según la tendencia, se le denomina en masculino, y todo lo que implica «debilidad», no poder, o acceso al mismo, es lo femenino. Una profundización teórica sobre género puede hacerse leyendo a Marta Lamas en su libro “El género: La Construcción Cultural de la Diferencia Sexual. Miguel Angel Forrua, Grupo Editorial, México, 1996
[6] Intersex: Hace referencia a una clasificación para aquellas personas que siendo embriones fueron afectadas cromosómica u hormonalmente de tal manera que no se corresponden con el modelo “XX” o “XY”. La intersexualidad ocurre aproximadamente en uno de cada 2000 nacimientos. Esta clasificación es eminentemente biológicista.
[7] Transgéneros: Son aquellas personas quienes teniendo la estructura física considerada propia de un sexo, asumen comportamientos de género considerados típicamente propios del otro sexo, es decir, propios del otro género. No pudiera afirmar que el/la transgénero hace parte del continuo cuyos extremos son el “deber ser” de lo masculino y lo femenino, sino que se ubican en un punto aparte de dicha posibilidad. Si se le habla a un transgénero, entonces debe hablársele en el género que dicha persona ha asumido para sí, si es femenino entonces es una una, no una uno.
[8] El transvestismo es una variante de comportamiento sexual de los hombres, que consiste en usar permanente o ocasionalmente prendas consideradas propias del género masculino. Es una aproximación al disfrute emocional y erótico, ya que es una expresión comportamental sexual y una conducta asumida por los hombres de todas las orientaciones sexuales. Se considera una agresión socio-sexual que el macho, el hombre, utilice indumentarias consideradas femeninas, ya que con su vestido y accesorios reniega del imaginario del “deber ser” del comportamiento de lo masculino y del poder que se le ha conferido por el hecho de ser hombre. Se ha identificado ser transvesti con ser homosexual, delincuente, persona vinculada a la prostitución o trabajador sexual, pero el vestido no determina una orientación sexual, una forma de producción o una conducta delictiva.
[9] Las orientaciones sexuales son las heterosexualidades, las bisexualidades, las homosexualidades y las lesbianidades.
[10] Varios autores han denominado identificación a este proceso, que de igual manera podría llamarse construcción del “querer ser”. Sin embargo como este proceso implica una ruptura entendida como una toma de posición frente al “deber ser”, yo prefiero llamarlo proceso de identicación. Nominándolo así, porque cada persona lo construye teniendo como referente sus propias vivencias y sentimientos, es decir, a partir de la conciencia de su «querer ser», de lo que considera que quiere, desea y necesita para sí. Identicarse significa que en las experiencias y las vivencias del “querer ser”, la persona se reafirma hasta el momento en que logra identificarse con su deseo; en ese momento estaría identicad@ con su “querer ser”. El “querer ser” prima sobre el “deber ser” en la medida en que reafirma el desarrollo de la estructura de identidad sexual.
[11] No se ha encontrado evidencia plena de uno u otro factor.
[12] Por ello al hacer referencia a estas personas algunos programas de prevención de ETS e infección por VIH los denominan hombres que tienen sexo con otros hombres.
[13] Paisa: Gentilicio de las personas oriundas de esta región.

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