Manuel Velandia Mora
22.07.2003
Al tratar de interpretar cómo una persona decide el/la sujet@[1] del mismo sexo con quien desea establecer vínculos de pareja, ocasional o permanente, se han desarrollado diferentes explicaciones que buscan responder a preguntas que frecuentemente nos hacemos frente a l@s demás y nosotr@s mism@s: ¿Una persona se vuelve homosexual o lesbiana de un día para otro? ¿Son iguales las vivencias por las que pasan todas las personas que tienen esta orientación sexual? ¿Se vive la homosexualidad aquí y de la misma manera que en otros lugares del mundo? ¿Hay una única respuesta científica que explique el origen de estas orientaciones sexuales?
La respuesta más sencilla a los interrogantes sería simplemente decir ¡No! El lector se preguntaría ¿Por qué no? Por varias razones. En primera instancia, porque si nos comprendemos a nosotr@s mism@s como sistema entonces la sociedad de la que hacemos parte es igualmente un sistema. Todo sistema está interafectado, interrelacionado y es interdependiente con otros sistemas. Todo lo que yo estoy siendo es una emergencia[2] de mis procesos de socialización o mas concretamente un producto que se hace posible en el encuentro con el/la otr@ sistema.
Una propiedad de los sistemas es ser únicos. No hay nadie como yo, nunca lo ha habido ni lo habrá, soy tan unic@ que soy incluso distint@ de mi mism@ a pesar de que en esencia sigo siendo yo, por ejemplo, a medida que pasa el tiempo cambio y soy diferente al de hace unos años, hace unas semanas o hace unos minutos. Por tanto, lo que cada un@ experiencia, emociona y explica con respecto a su orientación sexual es igualmente único.
En segunda instancia, aquello que el sistema humano ha vivido lo hace y es irrepetible, recordemos aquello de que no puedo nadar dos veces en el mismo río. Primero porque lo que ya he experienciado, como nadar, ya está realizado y no lo puedo repetir porque al intentar hacerlo lo hago en otro tiempo, espacio y condiciones. Ya ha pasado un tiempo por tanto el tiempo es otro, el agua ha circulado por lo tanto el río en el que nado es distinto y he invertido cierta energía en consecuencia estoy cansado y las condiciones en las que nado son diversas. Desde esta lógica no se habla de homosexualidad, lesbianidad, heterosexualidad o bisexualidad sino de homosexualidades, lesbianidades, heterosexualidades y bisexualidades. El plural referencia y recalca la singularidad, particularidad y unicidad del ser y sus vivencias; como también, el hecho de que el proceso particular no puede ser repetido por otr@ ya que esæ otr@ lo experiencia, emociona y explica a partir de su unicidad que lo hace divers@.
En tercera instancia, toda persona está en permanente movimiento y por tanto en constante cambio; Todo sistema se experiencia en un continuo recibir, transformar y dar energía; lo que nos lleva a aceptar que como persona no soy un ser terminado sino en permanente desarrollo: un ser dinámico. En tal sentido, no soy un ser terminado sino un ser que está siendo[3]. No soy un ser completo, no estoy terminad@, estoy siendo un(a) ser nuev@ en cada momento, siendo esta la esencia que hace dinámico a mi ser. Se es en una orientación sexual de manera diferente, es el lugar de vivienda, estudio, iglesia y grupo comunitario, ya que al estar influenciad@s, interafectad@s y ser interdependientes con y por l@s otr@s, la cultura y la sociedad, cada un@ se experiencia en el cotidiano, en cada tiempo y espacio, a partir de las vinculaciones que establece en razón de ser ecosistémico.
En cuarta instancia, reconocerme como un ser histórico implica que hay algo en mí que permanece como esencia: lo que he vivido. Cada situación que experiencio tiene como fuente lo vivido y trascendido. En quinta instancia, aun cuando en esencia soy el/la mism@ se han generado en mi una serie de cambios viables a partir de los aprendizajes, experiencias y emociones vivenciados previamente; por tal razón, soy evolutiv@. Si las reflexiones que yo me hago están directamente relacionadas con mi experienciación de estar siendo homosexual o lesbiana, necesariamente no lo fui desde siempre sino que me he venido haciendo, explicando y emocionando en dicha orientación sexual de manera dinámica.
En sexta instancia, estoy siendo futuro en la medida en que lo construimos a partir de lo que “queremos ser”, alcanzar a llegar a estar siendo, más adelante, en nuestra existencia. Lo que yo estoy siendo hoy, en este momento, en el aquí y en ahora tan solo es posible desde lo que he estado siendo pero igualmente se posibilita desde aquello que yo, prospectivamente, deseo estar siendo como persona.
En última instancia o como inicio del camino el ser se construye procesalmente. Lo que estoy haciendo puede considerarse un proceso en sí, pero todo proceso hace parte o es uno de los micro procesos de otro u otros procesos mayores que a su vez son parte de otro u otros procesos macro. Todo proceso de un ser humano, con relación así mismo y a otr@s human@s, implica interrelaciones, interafectaciones e interdependencias. Toda afectación de una parte de mí, como sistema, me afecta en mi totalidad e integridad y a su vez, afecta al o a los microgrupos, grupos y macrogrupos de los que hago parte; y en consecuencia, afecta a la sociedad, pero también todo lo que sucede en ella y en los grupos en los que estoy inmerso me afectan a mí, produciéndose en ese intercambio una serie de emergencias que en esencia son lo que yo “estoy siendo”, y en ultimas, lo que estoy experienciando, emocionando y explicando sobre mí y sobre la sociedad y cultura de las que hago parte.
La sexualidad está determinada por lo que está siendo como ser sexuado, por sus expresiones comportamentales[4] (Alvarez-Gayou, 1992) o formas de obtener placer y por su orientación sexual. En el proceso de socialización aprendemos el cuerpo, experienciamos el sexo y asumimos un género; elementos que me determinan como ser sexuado y se experiencian, emocionan y explican ecosistemicamente.
El cuerpo, aun cuando de origen biológico, está afectado por la cultura, el tiempo y el espacio; por ejemplo, las mujeres rollizas y con celulitis que pintaba Rubens no representan el cuerpo construido y reconstruido de la mujer de hoy, como tampoco la mujer santandereana se reconoce en el cuerpo como la hace una mujer de la costa Atlántica o Pacífica. El cuerpo se modela desde una “necesidad social” por eso, así seamos machos o hembras hacemos dietas, cirugías plásticas, ejercicio, exposiciones al sol o cambiamos el color del cabello; además, experienciamos el cuerpo a través de los accesorios y vestidos que lo envuelven o adornan como si estos fueran su extensión: se usan zapatos con tacón que lo alargan, falda o pantalón que lo hacen punto focal de las miradas y deseos, prendas sueltas o ajustadas que lo hacen sensual o pasar inadvertido.
El sexo[5], solemos entenderlo como construcción biológica; sin embargo, aun antes de nacer socialmente se construye una explicación del sexo para cada persona como macho o como hembra, construcción que en algunos casos no se soporta en la existencia real de lo biológico. Al observar un scanner de una mujer preñada si el producto que se gesta es un macho, entonces a partir de una evidencia biológica que es poco evidente ya que sólo es una visión de lo más superficial de la biología humana, se asignan unas propiedades, en este caso se afirma que ese macho sea fuerte, saludable, recio, resistente y se espera siga siendo así.
Socialmente y a la par, se le asigna a la persona un sexo al observar sus genitales externos, sin saber si internamente se corresponde con dicha asignación (se espera que sea así). El sexo por asignación recurre complementariamente a la asignación de los roles sexo-genitales que desde el “deber ser” se supone y espera son propios de cada sexo[6].
Se ha dividido el mundo en extremos que se complementan ignorando que existe un continuo que determina una serie de variaciones intersexuales; por ejemplo, algunos seres pueden tener dos genitales externos que se corresponden con aquello que determinamos como los genitales del macho y de la hembra; sucede también, que se presente en los genitales internos una mezcla de ambos, o algunos individuos manifiesten un genital externo que no se corresponde con el interno; en resumen, hasta el momento, se han clasificado 16 intersexualidades o grandes variaciones entre las categorías extremos del continuo macho-hembra. Los seres suponen sobre sí, y socialmente se conjetura de ell@s que son machos o hembras pur@s de la especie; sin embargo, much@s de nosotr@s morimos sin lograr evidenciar científicamente que realmente somos lo que suponemos y los demás suponen que estamos siendo.
El género es un aprendizaje continuo, una construcción particular y social que se vivencia de manera diferente en cada persona, sociedad y cultura. Se comprende tanto como la explicación con respecto al quehacer de machos y hembras, como también con relación al comportamiento y el ejercicio de los roles que se consideran propios de un sexo; se identifica como masculino al considerado “deber ser” del comportamiento de los machos de nuestra especie y femenino al de las hembras. Aquello que se considera propio del comportamiento masculino o femenino en una persona, grupo, ciudad, región, país o continente, no necesariamente lo es en otro.
En la vida cotidiana encontramos seres a quienes se les denomina andróginos que reúnen en sí y sin recalcar en su comportamiento el de un género sobre otro, igualmente observamos personas que aun cuando se les ha criado en un género deciden comportarse en el otro, hecho al que denominamos conducta transgenérica, por ejemplo, haber sido clasificado hombre, iniciar comportándose en masculino para terminar comportándose como hombre femenino. Algunas veces hacemos lecturas desde nuestra cultura y sociedad de lo que sucede en otras culturas y sociedades tratando de encasillar nuestra comprensión de lo que allí acontece a la manera como nosotr@s explicamos el mundo. Nos transformamos socialmente en hombres o mujeres cuando sexo y rol confluyen en un ser humano, razón por la cual las categorías sociales hombre y mujer son consideradas socialmente como excluyentes
Las reflexiones que cada persona elabora las produce a partir de lo que está siendo; por tanto, mis cavilaciones y las de l@s otr@s son tan únicas como cada persona que explica lo que es. Las explicaciones que damos sobre el mundo, nosotr@s mism@s, a nuestras relaciones, son únicas y diferentes a las de l@s demás.
El problema más grande en la comprensión de las sexualidades radica en que no logramos darnos cuenta que frente a un mismo hecho hay tantos versos, tantas reflexiones y explicaciones (uni-versos) como seres humanos hay, y en tal sentido, desde la teoría del lenguaje, que la cultura se construye en multiversos. No voy a explicar aquí las diferentes teorías sobre el origen de las homosexualidades o las pocas existentes con respecto al origen de las lesbianidades ni me pienso “casar” con una de ellas, tan solo haré referencia al acuerdo existente en la comunidad científica internacional: la homosexualidad no es una enfermedad, es una orientación sexual.
La identidad hace referencia a la manera como cada quien se asume para sí mism@ y con relación a los demás y a lo que la sociedad espera de él o ella con referencia a su ser sexuado, es decir, con relación a su cuerpo, sexo y genero, como también a sus expresiones comportamentales y a su orientación sexual.
El “deber ser” socializado ha construido una explicación social de aquello que se espera “debemos ser”, es decir y en este caso, hombres o mujeres. En nuestra cultura y sociedad se es hombre si es macho, masculino, heterosexual y por tanto, en nuestra cultura, machistas y falocráticos. En esta razón se es mujer si se es hembra, femenina y heterosexual y por consiguiente, en nuestra cultura, dependiente del macho y reconocedora del poder que sobre ella debe ejercer el propietario del falo. Es tal vez esta la razón por la que algunas personas se preguntan con respecto a las relaciones entre personas del mismo sexo, en ellas quien ejerce de hombre o de mujer, olvidando que no se puede dejar de ser o que no se es por asumir lo que se considera un rol “propio” del otro sexo.
En la vida cotidiana las personas se debaten en un juego sistémico entre el “deber ser”, su “querer ser” y aquello que “están siendo”; este último en la acomodación entre dichos “deber ser” y “querer ser”. La identidad como ser sexuado se vivencia entonces en el juego entre tres diferentes concepciones que se interafectan, interdependen e interrelacionan: lo que l@s otr@s identifican que yo soy: identidad social; lo que yo identifico que estoy siendo: identidad particular; y lo que yo estoy proyectando de mí porque es lo que deseo proyectar: identidad de socialización. Como sujeto social estamos en un continuo movimiento entre las subidentidades que conforman mi identidad.
La orientación sexual[7], cualquiera que esta sea, no aparece de la noche a la mañana sino que se construye al igual que el cuerpo, el sexo y el género en el proceso de socialización. Se es homosexual o lesbiana desde si mism@ y con relación a la sexualidad del(a) sujet@ con la que asumo que puedo ejercer mi deseo, erotismo, afectividad y genitalidad. Las personas cimientan una identidad de orientación sexual de su lesbianidad[8] u homosexualidad[9] a partir del “deber ser” de lo que la sociedad espera que sea, es decir heterosexual; el “querer ser” hace referencia a aquello que yo determino a partir del “deber” como lo que yo mism@ entiendo y asumo que debería ser mi ser, y el “estar siendo” es la identidad que emerge del juego entre la “identidad social”, la “identidad particular” y la “identidad de socialización”.
El juego de las emergencias sucede en todas las identidades sexuales y en cualquiera de las orientaciones sexuales, aun cuando para los heterosexuales la distancia entre “deber ser”y “querer ser” es mucho menor que en las orientaciones sexuales consideradas marginales.
Algunas personas experiencian algunos aspectos de la lesbianidad o de la homosexualidad sin definirse en una orientación sexual lésbica u homosexual; por dicha razón, actualmente suele hablarse de hombres que tienen sexo con otros hombres o de mujeres que tienen sexo con otras mujeres para hacer referencia a aquellas personas que siendo bigenitales y en algunos casos bieróticas y bideseantes e inclusive biafectivas, se identifican en su orientación sexual como heterosexuales.
Se puede estar siendo en parte o en el todo de la lesbianidad o la homosexualidad experienciándose en una, dos, tres o las cuatro siguientes opciones, es decir, como homoerítico o lesbicoerotica, homogenital o lesbicogenital, homoafectivo o lesbicoafectiva, homodeseante o lesbicodeseante sin asumirse así mism@ como homosexual o lesbiana. Dicha asunción hace referencia a lo que denomino identidad de orientación sexual. A continuación presento una propuesta de análisis sobre la construcción de la identidad de orientación sexual comprendida en cuatro etapas en las que la finalización de una se solapa con la siguiente e imbrica en la anterior.
Etapas en la construcción de la identidad de orientación sexual homosexual ó lésbica
Coming In: A la primera etapa en la construcción de la identidad de orientación sexual (Velandia, 1999), se le ha denominado del coming In, que puede traducirse como interiorizarse, adentrarse en sí mism@. El individuo inicia la toma de conciencia de su deseo por otra persona del mismo sexo. El coming in es el momento más difícil en la construcción de la identidad de orientación sexual; lo es tanto, que muchas personas pueden permanecer en esta etapa durante años, inclusive décadas y no trascender a las otras etapas.
La vergüenza de sentirse o pensarse diferente parece ser elemento fundamental de la construcción de la identidad particular de orientación sexual. El encierro es frecuente y proviene tanto de reconocerse diferente al “deber ser” como de confrontar dicho modelo. Mientras la persona este siendo vergonzante nunca podrá trascender su proceso ya que la culpa y autorepresión posibilitan la heterorepresión, el estigma y la discriminación.
Generalmente, quien está en coming in como lesbiana u homosexual se encuentra en un proceso de construcción diferente al de una persona que construye una identidad heterosexual. Sienten que son las únicas personas atravesando dicha circunstancia. Siendo adolescentes o adult@s jóvenes, al sentirse atraíd@s por otras de su mismo sexo o desarrollar actividades para las cuales el “deber ser” de la identidad de género considera que el comportamiento es “inapropiado” se desestabiliza emocionalmente.
El temor a ser enferm@s, anormales, les produce dudas y contradicciones sobre las cuales inicialmente no intentan obtener respuestas. Consultan en diccionarios y enciclopedias sobre palabras tales como homosexual o lesbiana; esconden información extraída de periódicos o revistas, sobre el tema, para leerlas posteriormente y con detenimiento; y se sientan molest@s cuando, en su presencia, los medios de comunicación hacen referencia al tema.
Aprenden a reconocer las “etiquetas” o rótulos socialmente usados para agredir a quienes se considera que tienen un comportamiento diferente con el fin de estigmatizarlas. Quienes discriminan no siempre saben plenamente su significado, por ejemplo otros menores y adolescentes, pero sí reconocen los efectos que producen en la carga emocional de la persona estigmatizada. L@s rotulados, inicialmente, no reconocen el significado del rótulo pero suelen sufrir de la violencia que con su uso se ejerce.
En la medida en que fueron comprendiendo los contenidos de los rótulos, se marginan de las actividades grupales tanto en la escuela como en la familia; incluso, siendo participes de una reunión, cada vez que alguien habla de homosexualidad o lesbianidad sienten que se acelera su ritmo cardiaco, sus manos sudan y les tiembla la voz. Las personas adultas recuerdan que siendo menores les llamaba la atención que l@s rotularan y que no sentían que estuvieran haciendo nada diferente a lo que hacían otr@s menores.
Cuando están cerca de personas marcadamente “amaneradas” esto les produce cierta contradicción, tienen temor de llegar a “ser como esa persona” pero igualmente, sienten una gran atracción por ella. Observarlas les hace tomar conciencia de sus propios amaneramientos y en caso de hacerlos evidentes, surge el temor a actuar en grupo o realizar algunas actividades de la vida cotidiana en las que creen que dichos amaneramientos pueden notarse. Se preocupan por la sensación que despiertan en otras personas y suelen confrontarse con respecto a realizar aquellas actividades o aislarse totalmente. Muy poc@s se deciden a hablar con sus padres, guías espirituales y maestr@s, o recurren a terapia por temor a ser vulnerados, utilizados e incluso agredidos sexual o físicamente.
No recuerdan haber “deseado”, en su infancia, un contacto genital con alguien de su mismo sexo; cuando mucho, rememoran aproximaciones como el placer por una fragancia, sentir cerca a la persona o desear algunos “roces” de piel. Las personas que les despertaban sensaciones, que describen como “casi de enamoramiento” fueron, generalmente, aquellas a quienes en su vida cotidiana admiraban por alguna razón; algun@s recuerdan con especial cariño a maestr@s de escuela y a personajes de programas de televisión. La apertura a otros l@s acerca al paso posterior en la construcción de su identidad de orientación sexual.
Coming Out: La segunda etapa del proceso de construcción de la identidad de orientación sexual es el Coming Out, vocablo que puede traducirse como “salir hacia fuera”. Es el proceso por medio del cual el individuo busca salir de sí hacia otr@s, motivado en la búsqueda de consolidar su identidad particular de orientación sexual, aproximándose a elementos teóricos y situaciones vivenciales que le faciliten la comprensión de su dinámica individual. Para quien se piensa en una orientación homosexual, lésbica o bisexual, el proceso generalmente conlleva inicialmente la apertura hacia otr@s con su misma orientación, situación que es más fácil para el heterosexual, por ser esta el “deber ser”.
Buscan espacios que le posibiliten comentar su situación con l@s amig@s del colegio, vecindario, escuela o lugar de trabajo en quienes creen y sienten que pueden fiarse. Al hacerlo encuentran tres tipos de respuestas; censura, aceptación o “compasión”. El grupo de personas que la rodea, generalmente compuesto por heterosexuales, asume con sorpresa y curiosidad la declaración. Este “desahogarse” proporciona una ayuda a la autoestima en la medida en que la persona ya no se siente aislada del mundo, pero no plantea soluciones reales a sus necesidades genitales, afectivas y eróticas, lo cual aun cuando l@ tranquiliza l@ lleva a buscar espacios donde las pueda satisfacer, o por lo menos saciar su curiosidad.
El coming out suele experienciarse en una doble o triple vida: la del espacio cerrado y permisivo (bar, sauna, video, apartamento) y la de los espacios íntimos (familia, escuela, trabajo). En el espacio cerrado, a veces clandestino, la persona se reconoce a sí misma, encuentra “amig@s” o simplemente personas a quienes observar, aprende a desenvolverse con “naturalidad”, a pesar de que tienen aun mucho temor de ser identificad@s e inclusive a ser reconocid@s por otras personas, así ellas frecuenten esos mismos lugares.
Acostumbran leer literatura científica, acudir al teatro, ver películas, acceder a Internet y buscar muchas otras situaciones relacionadas con el tema de la orientación sexual; incluso acceden a profesionales de la terapia sexual o la psicología como una manera de encontrar respuestas a sus dudas. Quien ha pasado por estas experiencias, se siente más tranquil@ en cuanto a sí mism@ aun cuando si se autorizan a establecer algunos contactos eróticos y genitales ocasionales, mienten con respecto a sus datos personales o como ser ubicad@s.
En su entorno familiar prefieren evitar cualquier acercamiento al tema y por tanto, eluden responder a cualquier duda o interrogante. Sus respuestas suelen ser evasivas o negativas. Inicialmente suelen tener dudas sobre identificarse en su orientación sexual, ello l@s lleva a dar excusas y explicaciones que niegan la verdad. La gran mayoría prefiere tener un “rompimiento” con su familia y aislarse antes que aceptar la realidad que se le impone al autonominarse lesbiana u homosexual. Esto le facilita establecer un vínculo de pareja, aun cuando también la “formalización” de una relación lleva a “cortar el cordón umbilical”.
Al vincularse con alguien que tiene un espacio privado abierto a otr@s con similar orientación sexual y/o a personas permisivas, descubren allí modelos de vida que les ayudan a consolidar su “querer ser”. Acceder a un grupo terapéutico o a un profesional especializad@ en esta área, con un manejo positivo de la homosexualidad y la lesbianidad, facilita el proceso de coming out porque les permite asumir su identidad con mayor tranquilidad y menos conflicto. Son pocas las personas quienes deciden avanzar en su proceso hacia hacer pública su orientación sexual.
Establish Itself: Tercera etapa cuyo nombre puede traducirse como “establecerse a sí mism@”. Proceso en el que la persona busca consolidarse en una orientación sexual determinada, lo que le implica generalmente, cuando se pertenece a una minoría sexual, hacer una afirmación de la misma en los entornos familiar, educativo y laboral. Su sexualidad se convierte en eje de su existencia. Por ello es frecuente la permanente reafirmación de la orientación, sin que ello signifique que quienes deciden llegar a esta etapa del proceso hagan “vox populi” de ello.
En esta etapa algun@s suelen intelectualizar su discurso comprensivo con respecto a la orientación sexual e inclusive avanzan en la construcción de un discurso político sobre las minorías sexuales participando de grupos de discusión en las que se trabaja por los derechos humanos y sexuales. Inicialmente tienen inconvenientes para comprender y trabajar conjuntamente con otr@s quienes se encuentran en similar proceso, y con personas del otro sexo con similar orientación sexual. Más aún cuando a las organizaciones acceden transvestis, transexuales, transgéneros o trabajadoræs sexuales, probablemente porque est@s han construido un discurso sobre su identidad particular y de orientación sexual diferente y se les dificulta entender otras opciones en el amplio espectro de la diversidad sexual.
En la medida en que las personas llevan más tiempo en esta etapa van dándose cuenta de que el énfasis que ponían en explicitarla ya no se hace necesario. La gran mayoría continúan viviendo su cotidiano y lo van transformando de tal manera que este gira cada vez menos en torno a su homosexualidad o lesbianidad y cada ves más alrededor de sus necesidades en otros temas que ahora vuelven a ser importantes. Esta última posibilidad abre el camino a la última etapa en la construcción de la identidad particular de orientación sexual.[10]
Self Made: Así ha sido nominado por Velandia (1999a; 1999b) el último paso del proceso. En esta cuarta etapa la orientación deja de ser el eje existencial para ser tan solo un elemento más en el cotidiano, convirtiéndose ell@s mism@s en l@s hacedoræs de su propia existencia. Puede decirse entonces que en ese momento se construyen plenamente como personas, cuya estabilidad emocional las motiva a hacer totalmente pública su orientación sexual y a vivenciarse de dos posibles maneras: convirtiéndose en abanderad@s de las causas por los derechos sexuales y viviendo su homosexualidad o lesbianidad de forma libre y tranquila pero un poco al margen del bullicio del mundo gay. Tienden a construir parejas bastante estables y a desarrollar actividades económicas “liberales”, en las que su orientación sexual no les hace sujet@s de exclusión.
Bibliografía:
J. L. Álvarez-Gayou. Sexoterapia Integral. Manual Moderno. México 1992.
Velandia Mora, Manuel Antonio. “Los derechos humanos también son sexuales, los derechos sexuales también son humanos”. En, Duelo, memoria y reparación. Defensoría del Pueblo/ Fundación Manuel Cepeda Vargas. Colombia 1998.
Velandia Mora, Manuel Antonio. Tolerancia y minorías sexuales. En, Pastoral Xaveriana. Volumen 3, números ½. Pág. 83 a 90. Bogotá. 1996.
Velandia Mora, Manuel Antonio. Ética, sexualidad y derechos humanos; Derechos de human@s: derechos sexuales. En, Revista Latinoamericana de Sexología. Edición especial. Volumen 13. números 1, 2 y 3. Pág. 20 a 29 y Pág. 84 a 90. Bogotá, 1999.Velandia Mora, Manuel Antonio. Proceso de construcción de la identidad de orientación sexual. En, Y si el cuerpo grita… Dejémonos de maricadas. Pág. 92 a 104.Editorial Equilateros. Colombia, 1999
[1] Discurso de género: Escribir dando respuesta a la equidad de género, reconociendo la importancia de lo femenino en la socialización de la cultura y contrarrestado la hegemonía de lo masculino en la construcción teórica que se expresa en las explicaciones del mundo, este documento se escribe en masculino y femenino. Utilizo el símbolo “@” para aquellas palabras que deben entenderse tanto desde lo femenino como desde lo masculino como por ejemplo, el termino “ell@s”, y el símbolo “æ” para aquellas palabras en las que el masculino se construye con la vocal “e” y el femenino con la “a” como por ejemplo “esæ”.
[2] Emergencia: Un sistema funciona como un todo integrado e integrador y tiene propiedades que son distintas a las de las partes que lo componen. No se pueden explicar las emergencias descomponiendo un sistema y analizando cada una de sus partes ya que ellas aparecen tan sólo cuando el sistema interactúa como unidad plena.
[3] Estar siendo: Para evidenciar el permanente dinamismo del ser humano y recalcar su permanente construcción no haré referencia al ser como “lo que es” sino lo que el sujeto “está siendo”.
[4] Expresión Comportamental Sexual (ECS): Es un término acuñado inicialmente por el Instituto Mexicano de Sexología, buscando utilizar un lenguaje descriptivo, objetivo y científico en vez del valorativo, peyorativo, sexista y discriminatorio que se venía promulgando. Las ECS consideradas sexualmente saludables, engloban todas las expresiones comportamentales de la sexualidad que integran el universo expresivo de l@s seres human@s en la búsqueda del placer y en el ejercicio de su eroticidad, como por ejemplo, voyerismo, exhibicionismo, masoquismo, transvestismo.
[5] Sexo, como categoría biológica, en el caso de los humanos, hace referencia a un punto ubicado en un continuo en el que sus extremos son los opuestos reproductivos funcionales, y que caracterizan de manera diferenciada la conformación de los órganos sexuales, el aparato reproductor, y rasgos secundarios como la voz, la distribución del vello, la estructura ósea y muscular, y la distribución de las grasas, entre otros.
[6] Socialmente cuando se hace referencia al sexo, la definición suele centrarse en la capacidad denominada reproductiva: El macho es el extremo reproductivo que coloca el espermatozoide, la hembra es el extremo reproductivo que proporciona el óvulo.
[7] Orientación sexual: se define con relación a la sexualidad de l(a) sujet@ con la que asumo que puedo ejercer cuatro elementos: deseo, erotismo, afectividad, genitalidad. La persona pude poseer una orientación sin tener una identidad.
[8] La Lesbianidad es una orientación sexual de origen cultural en la que en el proceso de socialización, una mujer que experiencia, emociona y explica su vinculación como persona sexuada hacia otra mujer, a partir de manifestaciones lesbicodeseantes, lesbicoeróticas, lesbicoafectivas y lesbicogenitales.
[9] La Homosexualidad es una orientación sexual de origen cultural en la que en el proceso de socialización, un hombre que experiencia, emociona y explica su vinculación como persona sexuada hacia otro hombrea partir de manifestaciones homodeseantes, homoeróticas, homoafectivas y homogenitales.
[10] En los medios, frecuentemente, encontramos la expresión “salir del closet” para hacer referencia a quien hace publica su orientación sexual y “outing” cuando quien hace publica dicha situación y sin autorización del/la sujeto(a) interesada es un medio masivo de comunicación.
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