miércoles, 19 de diciembre de 2007

Epistemología Sistémica: El Camino al Pensamiento Sistémico

Manuel Velandia Mora
Febrero de 2002
Universidas Javeriana, Bogotá Colombia.
Master en Educacion

Al hablar de pensamiento sistémico se tiende a relacionarlo no con Teoría de Sistemas sino con los sistemas computacionales, y más concretamente con la cibernética[1]; aun cuando existe una evidente relación entre los dos conceptos, sus orígenes, desarrollos y posibilidades, no sería posible el desarrollo de la Teoría de Sistemas sin el de la cibernética. Para entender dicha teoría se requiere, entonces, comprender cómo a través del desarrollo de la filosofía, las matemáticas, la física y la biología se fueron posibilitando una serie de conocimientos cuya integración dio origen a esta nueva ciencia.

Los desarrollos del pensamiento filosófico
La tensión básica en el desarrollo del pensamiento filosófico se ha planteado entre quienes consideran que la explicación de la realidad se puede dar desde la comprensión de las partes o la comprensión del todo. A los primeros se les ha denominado mecanicistas, reduccionistas, atomistas; a los segundos se les ha llamado holistas, sistémicos, organicistas y ecológicos.
El Mecanicismo y el Holismo son temas recurrentes a lo largo de la historia de la Biología. La dicotomía entre sustancia (materia, estructura, cantidad) y forma (patrón, orden, cualidad) ha generado

entre estos dos grupos de pensamiento un movimiento pendular. En resumen y como lo veremos a continuación, la ciencia tradicional estudia la relaciones lineales de causa-efecto, sistemas unicausales o simples, llevando al paradigma de la simplicidad. El orden se reduce a una ley, a un principio. La simplicidad ve a lo uno y ve a lo múltiple, pero no puede ver que lo Uno puede, al mismo tiempo, ser Múltiple. El principio de simplicidad o bien separa lo que está ligado (disyunción), o bien unifica lo que es diverso (reducción).

Los orígenes griegos.
Dos grandes pensadores, Platón y Aristóteles, pueden determinarse como el origen de esta pendulación. Ambos hacen la distinción entre materia y forma. Platón considera que la forma tiene una existencia separada de la materia. Aristóteles vincula materia y forma mediante el proceso de desarrollo. La forma no tiene una existencia separada sino que es inmanente a la materia y ésta no puede existir aislada de la forma. La materia contiene la naturaleza esencial de todas las cosas, pero solo como potencialidad. Por medio de la forma, esta esencia se convierte en real o actual (entelequia o autocompleción), en un proceso de desarrollo hacia la plena autorrealización.

Romanticismo
Durante los siglos XVIII y XIX el Movimiento Romántico plantea propuestas desde el arte, la literatura y la filosofía. Se destacan, entre otros, el Poeta místico y pintor William Blake, crítico de Newton a quien se debe un poema, uno de cuyos versos dice: May God us keep from single visión and Newton´s sleep (líbrenos Dios de la visión simplista y del sueño de Newton) (Blake, 1977).

Galileo restringe la ciencia al estudio de fenómenos que puedan ser medidos y cuantificados.
Descartes crea el método del pensamiento analítico (desmenuzar un fenómeno complejo por partes para comprender, desde las propiedades de estas, el funcionamiento del todo), divide la naturaleza en dos reinos independientes y separados: el de la mente y el de la materia. Esta última incluye los organismos vivos. Considera que la materia puede ser enteramente comprendida analizándola en sus partes mas pequeñas, gobernada por leyes matemáticas exactas tal y como lo concibe la mecánica newtoniana.

Así nos hemos movido durante mucho tiempo, creando la “inteligencia ciega” de la que habla Edgar Morin, caracterizado por “destruir los conjuntos y las totalidades, aísla todos los objetos de sus ambientes, no puede conocer el lazo inseparable entre el observador y la cosa observada” (Morin, 1995).

Goethe, uno de los románticos alemanes, utiliza el termino “morfología” para denominar al estudio de la forma desde una perspectiva dinámica y de desarrollo. Plantea que existe orden en el movimiento de la naturaleza y que la forma es un patrón de relaciones en el seno de un todo organizado, “la naturaleza es un todo armonioso.[2] Esta idea condujo a algunos científicos a ver de la misma manera a la tierra, como un todo integrado, como un ser vivo. Pensamiento del que surge la Hipótesis Gaia (Gaia: diosa tierra, de la Grecia prehelénica) en la que el clima se identifica con una fuerza global unificadora; pensamiento que permite comprender y admitir la co-evolución de organismos vivos, clima y corteza terrestre (Sachs, 1995).

Parafraseando a Capra, cada organismo posee una estructura interna en la que viven sus órganos y tejidos; en un organismo sano, el interior se mantiene constante, incluso cuando el entorno fluctúa considerablemente. Concepto sobre el interior constante que se adelanta al de homeostasis el cual estudiaremos posteriormente. conceptos desarrollados por otro exponente del Movimiento Romántico, el médico Claude Bernard, creador de la medicina experimental, pensamiento en el que se plantea la relación entre el organismo y su entorno (Capra, 1999).

Idealismo
El idealista Kant separaba el mundo de los fenómenos de un mundo de las cosas-en-sí-mismas. Para él, la ciencia ofrece únicamente explicaciones mecanicistas; si éstas resultan insuficientes, el conocimiento científico debería ser completado con la consideración del propio propósito de la naturaleza. En la Crítica de la Razón discutió la naturaleza de los organismos; en contraste con las máquinas, los organismos son autoreproductores, autoorganizadores; en la máquina las partes existen unas para las otras. En un organismo, las partes existen además por medio de las otras, se producen entre sí (Kant, 1995). Cada parte es un órgano. El organismo es un ser organizado y autoorganizador. Kant es el primero en usar el concepto de “autoorganización” para definir la naturaleza de los organismos vivos.

Para Riera, “La ciencia clásica privilegiaba el orden, el determinismo, la regularidad, la legalidad, la estabilidad y previsibilidad de la naturaleza (Riera, 2001). Su aspiración era descubrir lo inmutable, lo permanente, más allá de las apariencias del cambio. Las leyes universales de la dinámica clásica fueron conservadoras, reversibles y deterministas. La definición de un estado del sistema y el conocimiento de la ley que rige la evolución, permitían deducir, con la certeza y la precisión de un razonamiento lógico, la totalidad tanto de su pasado como de su futuro. El ideal de la ciencia clásica se encarnó en las trayectorias y en Laplace que las contempla durante un instante y las calcula para la eternidad. Sin embargo, hoy se sabe que las trayectorias que parecen tan reales son idealizaciones: el mundo reversible es sólo un caso particular de la realidad...

El nuevo paradigma representa un reto a la reversibilidad. En un mundo determinista, la irreversibilidad no tendría sentido, ya que el mundo de mañana estaría ya contenido en el mundo de hoy. Con la termodinámica, surge el desafío a la física clásica; la segunda ley hace la clara diferencia entre procesos reversibles e irreversibles. Al definir la entropía se da un paso importante para comprender la irreversibilidad. Se hace posible la introducción del tiempo y la historia en un universo que la física clásica había descrito como eterno. Durante bastante tiempo, muchos científicos pensaron que las leyes fundamentales de la física sólo permitían deducir que los sistemas deben llegar al equilibrio termodinámico, y que el proceso de evolución biológica era una rara excepción. Hoy, en cambio, se sabe que los sistemas abiertos, es decir, los que intercambian materia y energía con los alrededores, es decir con el mundo exterior, son los más numerosos (Prigogine, 1996).

El físico-químico Prigogine, considera que el sistema vivo se restringe a sí mismo a los aspectos estructurales de la auto-organización. Uno de los conceptos claves de la termodinámica de Prigogine es la no-linealidad, esta implica espirales de retroalimentación
Prigogine considera que a finales del siglo pasado eran cada vez más los que estimaban que las leyes fundamentales eran irreversibles y aleatorias, mientras que las leyes determinísticas y reversibles, que los que no discutían su existencia.

Los desarrollos de la Biología
El supuesto metodológico fundamental de la perspectiva clásica de la ciencia consiste en que, para comprender el mundo, hay que aislar sus componentes hasta llegar a sus unidades más básicas: los elementos de la materia (llámense quarks, cromosomas o neuronas). Los científicos tradicionales descomponen la materia y examinan sus componentes uno tras otro, considerando que este modo de ver analítico proporciona una visión de la realidad en su estado puro. Y si desean conocer el modo en que interactúan las partículas reúnen a unas pocas de ellas, considerando que ya hay suficiente complejidad.

Mecanicismo
Con el desarrollo del mecanicismo cartesiano de los Siglos XVI y XVII se avanza hacia una visión desde la cual el mundo es orgánico, viviente y espiritual. El pensamiento de Aristóteles, que es retomado en parte por el pensamiento del cristianismo, es remplazado por el pensamiento que concibe al mundo como máquina; pensamiento que se refuerza con algunos descubrimientos de la física, la astronomía, y las matemáticas. Se destacan entonces pensadores como Copérnico, Bacon, Newton, Galileo, Descartes, en lo que se ha denominado la Revolución Científica.

El Mecanicismo de la mitad del siglo XIX, con el perfeccionamiento del microscopio, posibilita una serie de avances en la biología que conducen a la formulación de la teoría celular, considerada el principio de la moderna embriología, gracias al descubrimiento de las leyes de la herencia, en 1865, por el monje agustino austriaco Gregor Joham Mendel, abad del monasterio de Brünn (Chequia), La Herencia genética facilita la generación de explicaciones físico-químicas para la vida. Pero las leyes de la física y la química aplicadas a los organismos, resultan insuficientes: se desplaza el interés de los organismos hacia el interés por las células; las funciones biológicas, se ven ahora como resultados de las interacciones entre los componentes básicos celulares y no como un todo. Como lo afirmará posteriormente la teoría de sistemas, el todo es más que la suma de las partes.

Vitalismo
La postura conocida en biología como vitalismo se inició formalmente a fines del siglo XVII y principios del XVIII con otro nombre ("animismo") en la ciudad alemana de Halle. Su padre fue Georg Ernst Stahl, un médico nacido en 1659. El animismo de Stahl surgió como una alternativa a las teorías en boga en su época, la iatromecánica y la iatroquímica[3], que eran incapaces de explicar esas dos maravillosas propiedades del cuerpo humano: su conservación y su autorregulación.

En lugar de admitir que había muchas cosas en la naturaleza que no podían explicarse con los conocimientos de su época (lo que hoy es igualmente cierto), Stahl optó por la solución más socorrida en toda la historia: se inventó una explicación ad hoc. Naturalmente, Stahl no inventó el "anima" sino que la utilizó para explicar todo lo que la medicina y la biología de su tiempo no podían explicar. El vitalismo asume que un organismo, como un todo integrado que es, no puede ser entendido desde la comprensión de las partes dado que el todo es más que la suma de ellas.[4] Esta corriente se opone a la reducción de la biología a la Física y la Química; sin embargo, para estos pensadores existen algunas entidades no físicas, algunas fuerzas o campos que deben sumarse a las leyes de la física y la química para la comprensión de la vida.

Microbiología
Con su estudio sobre los organismos vivos microscópicos, del papel de las bacterias en los procesos químicos y de las enfermedades causadas por gérmenes, Pasteur es el investigador que más aporta al desarrollo de la microbiología. El Movimiento Organicista se interesa por la replicación exponencial de las células, el análisis del desarrollo y la diferenciación celular, y se opone a la reducción de la biología a las leyes de la física y la química porque considera que estas ciencias resultan insuficientes para la comprensión de la vida, ya que el ingrediente que la permite es la “organización” o las “relaciones organizadoras”. Un organismo como un todo integrado no puede ser entendido por la comprensión de sus partes, puesto que el todo es más que la suma de las partes. El concepto de organización se ha refinado hasta el de autoorganización. A pesar de ello la división cartesiana mente-cuerpo sigue presente.

Biología Organicista
Sin alejarse de la división cartesiana mente-cuerpo, el embriólogo alemán Hans Driesch, considera que se pueden generar entes completos desde algunas de sus partes (autorregulación) y postula que hay una entelequia que a diferencia de la aristotélica, que se entiende como autorrealización que unifica mente y materia, o factor causal que es una entidad separada que actúa sobre el sistema físico sin ser parte del mismo (Capra, 1999). Este concepto posteriormente trabajado por Ruper Shledrakr, es explicado como la existencia de campos no físicos o morfogenéticos (generadores de forma) como agentes causales de desarrollo y mantenimiento de la forma biológica.

En oposición al Mecanicismo y al Vitalismo, en lo que se ha denominado la Biología Organicista, a principios del siglo pasado algunos pensadores elaboran y redefinen a Aristóteles, Goethe, Kant y Cuvier. Entre ellos se encuentra Harrison, quien explora el concepto de organización que en fisiología había ido remplazando al mecanicista de función. Identifica la configuración y la relación como aspectos de la organización, y los unifica en el concepto de patrón o pauta. Lawrence Henderson, considera que los organismos pueden ser descritos completamente en términos de sus elementos químicos y a ello debe sumarse sus relaciones orgánicas. Henderson influenció con su temprano uso del término sistema[5] para denominar organismos vivos y sistemas sociales (Lilienfeld, 1978).

Needhan, sostiene que la publicación de los principios Biológicos de Woodger (1936) marcó el fin del debate entre mecanicistas y vitalistas. Needhan pasa de mecanicista a organicista y formula la idea de que el concepto de organismo nos conduce a la búsqueda de relaciones organizadoras a todos los niveles. Wooger, otro de los biólogos organicistas, plantea que una de las características claves de los organismos vivos es la jerarquía y que una de las propiedades más sobresalientes de toda manifestación de vida es la tendencia a construir estructuras multinivel de sistemas de estructuras dentro de sistemas. Cada una de estas forma un todo con respecto a sus partes, siendo al mismo tiempo parte de un todo superior. Existen entonces, sistemas vivos anidados dentro de sistemas vivos, y estos se manifiestan con diferentes niveles de complejidad (Capra, 1999).

Ecología
Del griego oikos: casa, la ecología, es el estudio del hogar tierra. Este término es acuñado en 1886 por Haeckel, quien la definió como la ciencia de las relaciones entre el organismo y el mundo exterior que lo rodea. En 1909 el Biólogo Jahob von Uexküll utiliza por primera vez la palabra entorno, y Charles Elton, introduce los conceptos de cadena y ciclos, contemplando las relaciones nutricionales como el principio organizador. Frederic Clemens veía las comunidades de plantas como superorganismos. El botánico A. G. Tansley refutó el término y para describir a las comunidades de animales y plantas acuñó el de ecosistema. Hoy, el ecosistema se define como una comunidad de organismos y su entorno físico interactuando como una unidad ecológica (Capra, 1999).

Capra en el mismo texto afirma que a medida que el término red fue adquiriendo mayor relevancia en la ecología, los pensadores sistémicos empezaron a aplicar los modelos de redes a todos los niveles sistémicos. Se pudo contemplar así a los organismos como redes de células, órganos y sistemas de órganos y se entendió a los ecosistemas como redes de organismos individuales. De esta aplicación se desprende el concepto de que la trama de la vida, que está constituida por redes dentro de redes; en cada escala y bajo un escrutinio más cercano los nodos de una red se revelan como redes más pequeñas.

En la naturaleza no hay un arriba ni un abajo ni se dan jerarquías. Solo hay redes dentro de redes. Puede concluirse entonces, que comprender los ecosistemas es comprender las redes, por tanto, es comprender la vida.

Percibimos la realidad como red de relaciones, nuestras descripciones, también forman una red interconectada de conceptos y modelos en la que no existen fundamentos. En el cambio desde la verdad a las descripciones aproximadas la metáfora del conocimiento como una edificación está siendo reemplazada por la de red. En el mecanicismo existen leyes fundamentales, principios fundamentales, bloques básicos de edificación. Cuando ninguna parte es más fundamental que otra, se comprende que la física ya no puede seguir asumiéndose como el nivel más fundamental de la ciencia. De donde se desprende que los fenómenos descritos por la física no son más fundamentales que los descritos, por ejemplo, por la biología o la sicología.

La comprensión del proceso de conocimiento tiene que ser incluida explícitamente en la descripción de los fenómenos naturales. En el cambio de una ciencia objetiva a una ciencia epistémica, la epistemología inevitablemente llega a ser parte de la teoría. En el mecanicismo se cree que las descripciones científicas son objetivas. Recordemos que para Heisemberg, lo que nosotros observamos no es la naturaleza misma, sino la naturaleza expuesta a nuestro método de interrogación. El método de interrogación es la epistemología.

Los desarrollos de la química y la física.
El padre de la química moderna, Antoine Lavoisier, demostró que la respiración era una forma específica de oxidación, confirmando así la importancia de los procesos químicos en el funcionamiento de los órganos vivos. A partir de esta idea algunos pensadores abandonan los simplistas modelos mecánicos, pero a pesar de ello sobrevive como dogma la esencia cartesiana reduciendo las leyes a las de la química y la física. En su formulación tradicional, las leyes de la física y de la química, antes de las propuestas de Newton, describen un mundo idealizado, un mundo estable, y no el mundo inestable, evolutivo, en el que vivimos.

Física Cuántica
Al comprender que para la física cuántica, en el nivel subatómico, las partículas carecen de significado como entidades aisladas y solo pueden ser entendidas como interconexiones entre varios procesos de observación y medición: una compleja trama de relaciones. Heisemberg, Premio Nóbel de Física, 1932, desarrolla el principio de incertidumbre. Este principio establece que existen situaciones en el mundo subatómico en las que no es posible conocer al mismo tiempo los valores de dos magnitudes diferentes de una partícula elemental, ya que el hecho de medir la primera interfiere con nuestra capacidad de medir la segunda. Considera que una partícula es, en esencia, un conjunto de relaciones que se extienden hacia otras cosas; las relaciones se extienden en términos de probabilidades y quedan determinadas por la dinámica del sistema: Es el todo el que determina el comportamiento de las partes (Heisemberg, 1930).

En la tabla presentamos un resumen de los diferentes aportes realizados desde las ciencias al Pensamiento sistémico.
Notas al margen

[1] En su uso moderno, en las ciencias sociales el término fue acuñado por N. Wiener. La cibernética ha sido definida por este autor como "la ciencia de control y comunicación en el animal y la máquina; en una palabra, el arte del timonel". Puede entenderse como una ciencia de la acción, por un lado, y dentro de ella, de los mecanismos de comunicación y de control que permiten que el sistema reoriente o replantee continuamente su andar para llegar a su meta, objetivo o fin de su existencia, por lo cual necesita contar con algún tipo de mecanismo que lo redirija permanentemente. Cibernética denota igualmente a un cuerpo de teorías e investigaciones que se preocupa de los seres humanos, otros organismos y de las máquinas. Esta teoría e investigaciones están enfocados en: (a) el automantenimiento y autocontrol de sistemas mecánicos y orgánicos a través del proceso del feedback o Retroalimentación, y (b) la comunicación de información en los sistemas mecánicos y orgánicos.
[2] Citado por Capra, Fritjof en La trama de la vida.
[3] En los siglos XVII y XVIII continúan las dos corrientes filosóficas que básicamente aparecen en el desarrollo de la humanidad: el empirismo (los sentidos y la experiencia directa inmediata y personal de la realidad) y el racionalismo (la explicación de la realidad a través de la razón). Es además una época guiada por una visión humanística, en la cual la facultad de la razón es la esencial para el ser humano pero sobre la base de los sentidos en el empirismo. Con los empíricos del Barroco aparecen los métodos exploratorios y de medición y la historia clínica. Hay dos escuelas de pensamiento opuestas la iatromecánica y la iatroquímica. Los “Principia Philosophie” de Descartes son una de las bases de la iatromecánica, mientras los escritos de Van Helmont lo son de la iatroquímica. La iatromecánica, a veces también llamada iatrofísica, equipara al organismo con una máquina y tiene como principio: todo se puede medir y pesar. Da lugar a una fisiología mecanicista, en la que la vida está regida por causas mecánicas. En la patología cobra especial importancia la fibra y su tensión o relajación. La iatroquímica entiende el organismo con relación a sus procesos químicos. Para Van Helmont cada enfermedad tiene su agente específico propio. Hasta entonces y tradicionalmente había una enfermedad debido al desequilibrio de los humores y afectaba a todo el individuo (catarro). La enfermedad es una “semilla” que se introduce desde el exterior y actúa en el cuerpo como una “espina clavada en la carne” y afecta localmente. Hay una lucha ente el huésped y dicha semilla y la enfermedad es el fallo del órgano para dominar dicha semilla. La terapia requiere en primer lugar de “diagnosis”. Él reconoció el la enfermedad el componente psicosomático en relación con las emociones reprimidas.
[4] Citado por Capra, Fritjof. La trama de la vida. Una nueva perspectiva de los sistemas vivos. Anagrama. Colección Argumentos, 2ª Edición, Barcelona, 1999.
[5] Sistema de deriva del griego synistánai (reunir, juntar, colocar juntos).

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