sábado, 22 de marzo de 2008

Saludo a los participantes en el “XII Seminario Colombiano de Sexología y Educación Sexual”.

  1. Manuel Antonio Velandia Mora
    Miembro titular se la SCS
    España, Octubre 31 de 2007
Apreciados y apreciadas miembros y simpatizantes de la sociedad Colombiana de Sexología, presentes en el “XII Seminario Colombiano de Sexología y Educación Sexual”.

Un saludo solidario y caluroso para todos, todas y todes ustedes.

Lamento que la situación interna del país y la intolerancia que se vive en torno a muchos aspectos de la cotidianidad, entre ellos las sexualidades, me hayan obligado a decidir huir de nuestro país y solicitar asilo político y por discriminación sexual en España.

Ser miembro de una minoría sexual, líder en el tema de los derechos humanos entendidos como derechos sexuales, un homosexual reconocido públicamente, militante de los derechos de los, las y les LGBT y líder político, parecen ser razones suficientes para que los grupos paramilitares me hayan hecho víctima de un atentado en contra de mi vida y de amenazas de muerte, que igualmente incluyen a mi familia.
Me alegra saber que en nuestro país aún interesa la educación sexual; tema que, como muchos de ustedes conocen, me apasiona y moviliza emocionalmente. Por esta razón, no quiero perder la oportunidad de compartir algunas palabras con ustedes.

Tradicionalmente, la educación sexual se ha orientado desde tres frentes, necesidades y espacios diferentes para su socialización: el primero de ellos está relacionado con la salud, entonces se habla de salud sexual y salud reproductiva, su fin está relacionado con la prevención a partir de la bina salud-enfermedad; el segundo, la vincula a los derechos, de ahí que se referencia desde los derechos sexuales y los derechos reproductivos; el tercero, relaciona la sexualidad con la vida cotidiana, haciendo énfasis en el peso de la cultura, las relaciones sociales y los procesos políticos, económicos y productivos.

Han pasado los días en que en Colombia nos dedicábamos a la educación en sexualidad y a la educación de la sexualidad, para re-descubrir la importancia de la educación para las sexualidades.

Las primeras propuestas trabajadas en nuestro país se centraron en la idea de que la sexualidad era el “conjunto de condiciones anatómicas y fisiológicas que caracterizan a cada sexo”; sin embargo, muy pronto nos dimos cuenta de que los seres humanos somos mucho más que nuestro cuerpo y sus posibilidades para el contacto genital, que la sexualidad no está determinada únicamente por nuestra corporalidad, ya que está ligada al hecho de obtener placer y que éste no se obtiene únicamente del intercambio genital, y por tanto que la sexualidad trasciende la esfera de la genitalidad, y ésta no es su único componente.

Ahora tenemos claro que la sexualidad involucra aspectos físicos porque está relacionada con el cuerpo; aspectos emocionales, ya que está vinculada con la identidad de la persona; procesos afectivos propios de las relaciones interpersonales; además, que abarca aspectos sociales, culturales y relacionales que se adquieren en la familia, la escuela y en la vida cotidiana, así como también aspectos ecosistémicos, pues se vivencia de manera particular en cada sociedad, espacio (región geográfica) y tiempo. La sexualidad comprende además aspectos históricos, puesto que lo que se nos trasmite resume el desarrollo de las sociedades, las culturas y los seres humanos que las conforman.

Los seres humanos, además de tener cuerpo y sexo, hecho común con los demás animales, nos diferenciamos de éstos no sólo por nuestras posibilidades intelectuales, sino especialmente por el desarrollo de nuestras funciones emocionales y operativas; estas funciones nos posibilitan la toma de conciencia, la vivencia y la asunción de las emociones que genera nuestro cuerpo, sexo, género, orientación sexual y expresiones comportamentales sexuales, y las de los y las demás.

El reconocimiento de la unicidad de los seres humanos conlleva reconocer que cada ser humano vivencia, explica y asume emocionalmente su sexualidad de una manera única, particular y diferente; en consecuencia no puede hablarse de “la sexualidad” sino de sexualidades y por tanto de cuerpos, sexos, géneros y orientaciones sexuales.

Todo ser humano es sexuado y además de único, es irrepetible, evolutivo, dinámico, histórico e incluso esencia del futuro; lo anterior nos conduce a concluir que hay tantas sexualidades como seres humanos existen en el universo.

Esa gran diversidad de seres humanos y sexualidades dificultan el reconocimiento de la diversidad sexual y de las múltiples posibilidades para comprenderlas, vivenciarlas y emocionarnos frente a ellas.

Las relaciones entre los seres humanos, cualesquiera que sea su orientación sexual, están mediadas por el deseo, el erotismo y el placer, que determinan la toma de decisiones para el ejercicio de intercambio genital. Desde dicha perspectiva, toda relación sexual es un encuentro de unicidades, de diferencias vitales, y contiene para cada uno de quienes participan la posibilidad de decidir en igualdad de condiciones sobre la manera de experienciar su sexualidad en el deseo, el placer, el erotismo y el intercambio genital.

Toda relación sexual es un espacio de negociación mediado por la cultura y las relaciones sociales, en el que quienes participan no sólo se reconocen o desconocen a sí mismos/as, sino que además, también reconocen o desconocen la diferencia con su(s) pareja(s), asumiendo la existencia de puntos de encuentro o desencuentro, con lo que el placer de cada uno(a) es posible o imposible, de acuerdo con sus necesidades particulares, pero también siendo concientes o inconscientes de que todo intercambio afectivo, emocional, deseante u erótico altera a quienes participan y al medio (sociocultural y espaciotemporal) en el que se encuentran.

Todo acto de encuentro/desencuentro con el otro o la otra, es un espacio posible de convivencia solidaria y democrática; sin embargo, en algunos y algunas, dicha posibilidad se transgrede, convirtiendo la relación en un espacio de mayor vulnerabilidad y vulneración física, emocional y social.

La posibilidad de vivenciar plenamente los derechos humanos en el ámbito de las sexualidades, sólo se puede garantizar cuando los actores que se involucran en la situación de intercambio afectivo, genital, erótico o sexual, tienen el mismo poder de decisión y, al mismo tiempo, pueden manifestar sus diferencias vitales frente al otro o la otra.

La educación para la sexualidad ayuda a los seres humanos en su proceso de preparación como personas, a lo largo de su vida, para el encuentro libre, responsable y pleno con su sexualidad y con la de los/as demás. Dicho proceso conlleva la apropiación de experiencias, emociones y conocimientos que redundan en habilidades, actitudes, valores, prácticas y comportamientos favorecedores del ejercicio de los derechos sexuales y los derechos reproductivos, a partir de un desarrollo integral como personas, ciudadanos y sujetos de derecho que viven su sexualidad de una manera plena, enriquecedora, placentera y saludable. Todo ello desde una perspectiva que posibilite la equidad, sin discriminación, violencia, estigma, exclusión, separación social o abuso de sí mismo/a o de los/as demás.

La educación para la sexualidad debe apoyar(nos) en la construcción de subjetividad y posibilitar el re-conocimiento de las propias capacidades, la asunción de los derechos, la preparación emocional para asumir los diferentes procesos particulares, relacionales y sociales, y la obtención de servicios cuando ello sea necesario.

Es nuestro compromiso ético, político y social velar por una educación para la sexualidad que nos haga seres libres, autónomos y autodeterminados en nuestra sexualidad, situación de vida que también buscamos para aquéllos a quienes apoyamos, educamos o acompañamos profesionalmente en la re-construcción de su propia existencia, vivencia, explicaciones y emociones.Un abrazo solidario.

Diversidades e Identidades sexuales transitadas

Nuevas definiciones para las orientaciones sexuales y los tránsitos identitarios[1],[2]

Manuel Velandia Mora[3]
investigadormanuelvelandia@gmail.com
España 28/11/07


La construcción conceptual en el tema de las identidades sexuales ha tenido que ocuparse de la gran diversidad de sexualidades que existen, sin embargo, al discurso sexológico oficial y lineal positivista, le ha sido muy difícil asumir la movilidad en la identidad sexual de las personas, tal vez por ello los homosexuales, lesbianas, bisexuales, transgéneros, transexuales, queers y demás interesados/as en las sexualidades hemos tenido que apoyar-nos en nuestros propias vivencias y emociones para aproximarnos a construcciones teóricas en las que todos, todas y todes quepamos, rompiendo así con nuestra propia auto y helero exclusión.

El texto que ahora presento, es una aproximación a la definición conceptual de las nuevas sexualidades, partiendo del criterio de que no es que hasta ahora existan sino que son tan presentes en la historia como la humanidad misma, pero que el estatus quo se ha negado a aceptar dicha diversidad por cuanto el deber ser de la sexualidad se restringe a las posibilidades sexo-genitales que se orientan a la procreación, negando toda posibilidad que se asuma transgresora de dicho fin, que se ha entendido como la gran misión humana.

La identidad puede entenderse como la emergencia de una construcción, no siempre consciente, que afecta los procesos de socialización del sujeto; la identidad emerge de la vida cotidiana, mas específicamente de la educación (formal, no formal e informal) que provee a la personas los referentes del “deber ser” de la identidad, dichos referentes están basados en la cultura, son propios de una sociedad y tiempo determinados, y están afectados por los procesos de interrelación e interdependencia del individuo (Velandia, 2006. P. 302)[4]. La identidad no es fija sino móvil[5], la movilidad de la identidad, sistémicamente hablando, hace referencia a la posibilidad que existe de que la identidad cambie en el tiempo, a partir de las relaciones sociales y por inter-influencia con el medio, la cultura y la sociedad.

Toda persona tiene un proceso de construcción de identidad con relación a su cuerpo, su género y su orientación sexual (Velandia, 2005).[6] Cuando un bebé nace los padres y el equipo de salud o la comadrona (a quienes llamaremos “el otro”) le asignan un sexo y un género. Si tiene un pene “el otro” le asigna macho y masculino, si posee una vulva entonces le asigna ser hembra y femenina; con los desarrollos sociales y culturales y de sus relaciones interpersonales la persona se construye hombre o mujer.

A ese proceso de asignar lo denominaremos “dar un significante”. Algunos bebés al nacer presentan ciertos defectos en los genitales externos, que a los ojos de la sociedad les otorga un nivel de ambigüedad (intersexualidad) que dificulta a los ojos del observador (el otro), la “asignación de un sexo” porque entiende que algunos componentes del sexo biológico no concuerdan con lo que el experto conoce como lo que ese cuerpo “debe ser”. El “otro” espera que a un sexo asignado corresponda el género correspondiente, y a este le llamamos “género por asignación”.

Las personas comienzan su construcción identitaria siendo bebés a los que “el otro” les da un “significante”; pero a dicho significante cada uno/a (padre, madre y la persona misma, al estar en condiciones de hacerlo) da su consentimiento o no, lo acepta o no y le provee su propio “significado”.

El género es una noción, una construcción social y cultural sobre lo que “debe ser” y como debe comportarse una persona, pero el género es especialmente una construcción particular, a partir de la cual la persona asume una manera de actuar a la que se llama “rol de género”; generalmente, se espera que dicho rol acompañe en su actuación a un cuerpo que se le corresponde; es decir, por ejemplo, a un cuerpo de macho le correspondería un rol masculino.

Algunas personas pueden experimentar una situación a la que se denomina “disforia de género[7]” en ellas su rol, su actuar, su performance del género no está en consonancia con su cuerpo: asumen una performance femenina a pesar de que su cuerpo es o se asigna masculino o una performance masculina aun cuando su cuerpo es o sea asignado de hembra. En este caso podemos decir que la persona ha abandonado su “género por asignación” y ha asumido un “género por opción”.

No todas las personas (intersexuales o no) asumen un rol de género diferente a su “género por asignación”, a quienes asumen un “género por opción” se les denomina “transgeneristas” en Colombia y “transgéneros” en el resto del mundo.

Las personas transgéneros acompañan el rol de género optado con los accesorios, vestidos y maquillajes (cuando ello se considera culturalmente necesario) propios del género al que han “transitado”. Puede presentarse entonces personas que vivencian un “tránsito identitario[8] de la masculinidad a la feminidad” (Velandia, 2006. P. 305) y otras que experiencian un “tránsito identitario de la feminidad a la masculinidad”.

A los hombres que asumen por momentos o permanentemente los accesorios, vestidos y maquillajes propios del género femenino pero que éste no es su género por opción, y esto es una expresión comportamental sexual que les produce placer y en consecuencia lo asumen como parte de su identidad sexual se les denomina “transvestis”.

Sexológicamente hablando, no hay un nombre para denominar a las mujeres que asumen los accesorios y vestidos masculinos; esto se debe a que el poder de la masculinidad es tal que se considera social y culturalmente aceptable que toda mujer aspire y asuma ciertos elementos representativos de quien ostenta el poder: el macho, masculino, machista y falocrático. Sin embargo, en algunos países como España se aplica el termino transvesti también para las mujeres.

Todo transgénero que ha transitado identitariamente de la masculinidad a la feminidad (o de la feminidad a la masculinidad, es transvesti -si partimos del criterio español-), pero no todo/a transvesti es transgénero. Un hombre transexual es aquella persona que pertenece psíquicamente al género masculino como su género optado, a pesar de haber nacido con anatomía de mujer.

Una mujer transexual es aquella persona que pertenece psíquicamente al género femenino como su género optado, a pesar de haber nacido con anatomía de hombre. Una persona transexual no desea los caracteres del sexo con el que ha nacido sino que le apetece un cuerpo que sea acorde con su género optado. Se es transexual así la persona quirúrgicamente, con aplicación de hormonas y/o con trucos o rellenos, transforme o no su cuerpo, para aproximarlo al cuerpo deseado.

En el proceso de construcción de identidad sexual las personas también determinan a la(s) persona(s) con quien(es) desea(n) realizar sus deseos, afectos, genitalidad y eroticidad; a este proceso de construcción identitaria se le denomina de “identidad de orientación sexual (Velandia, 1999)”.[9]

Se denomina orientación sexual heterosexual a una orientación sexual de origen cultural en la que en el proceso de socialización un hombre (biológico, optado o transformado) o una mujer (biológica, optada o transformada) que orienta sus deseos, afectos, genitalidad y eroticidad hacia una persona del otro sexo (biológico, optado o transformado). 

Se denomina orientación sexual homosexual a la de un hombre (biológico, optado o transformado) que orienta sus deseos, afectos, genitalidad y eroticidad hacia otro hombre biológico, optado o transformado. Se denomina orientación sexual lesbiana o lésbica a la de una mujer (biológica, optada o transformada) que orienta sus deseos, afectos, genitalidad y eroticidad hacia otra mujer biológica, optada o transformada.

Se designa orientación sexual bisexual a la de una mujer o un hombre (biológica/o u optada/o) que orienta sus deseos, afectos, genitalidad y eroticidad tanto hacia hombres como mujeres biológicas/os, transformados/as u optados/as. Se denomina orientación sexual heterosexual a la de una persona (biológica, optada o transformada) que orienta sus deseos, afectos, genitalidad y eroticidad únicamente hacia otra del otro sexo, ya sea este biológico, optado o transformado.

Una persona es homosexual, bisexual, heterosexual o lesbiana cuando además de la orientación sexual tiene una conciencia identitaria de dicha orientación.

La palabra homosexual proviene del griego homo y significa igual de tal manera que pudiera decirse que homosexual es quien tiene una relación con una persona del mismo sexo, políticamente las mujeres en algunos lugares del mundo, entre ellos Colombia, prefieren usar el término lesbiana.

El termino gay, aceptado por la Academia española de la lengua, es un adjetivo, perteneciente o relativo a la homosexualidad; generalmente es usado también para diferencias a un homosexual militante y políticamente activo miembro de una organización que lucha por los derechos de las minorías sexuales. Marica, proveniente de María, resalta de forma peyorativa, discriminatoria y despectiva lo femenino de los homosexuales; es un termino que se utiliza por algunos gay con toda intención política a pesar de lo denostado que es su uso en los heterosexuales.

Se designa como queer a un homosexual radical que huye en la construcción de su identidad de las clasificaciones sexológicas haciendo afirmación de su unicidad como también de su excentricidad, replanteándose radicalmente los modelos de subjetividad lineal positivista socialmente aceptados.

Se suele creer que todos los transvestis son homosexuales pero el número de transvestis heterosexuales es mucho mayor. La actividad laboral no es un elemento propio de la identidad sexual, de ahí que trabajos como el sexual u oficios como el transformismo y/o performarse drag queen o drag king no hacen parte de la identidad sexual, sino a la identidad de oficio. Se les denomina “transformistas” a los hombres que asumen por momentos los accesorios, vestidos y maquillajes propios del género femenino pero que éste lo hacen como parte de una actividad artística.

El proceso de construcción identitaria es tan único y particular como los/las/les sujetos/sujetes/sujetas que construyen su sexualidad, dicha unicidad y particularidad dificulta las relaciones sociales de convivencia entre los seres humanos por cuanto en las diferentes identidades existen elementos en común pero igualmente muchas particularidades que hacen que aquellos que se asumen o son asumidos como grupo, por ejemplo las personas trans, los homosexuales, las lesbianas o los bisexuales presenten grandes variaciones las unas con las otras, incluso entre quienes han asumido procesos identitarios que se consideran, desde una generalización que permite la organización social y política, como similares.

Reconocerse único e irrepetible es supremamente importante en la construcción y reconocimiento de la identidad sexual particular pero reconocer-se miembro de una comunidad es supremamente importante para la transformación social, cultural y política y el reconocimiento social de nuestras identidades.

El reconocimiento implica re-conocer al otro en su particularidad y unicidad y en aquellos elementos identitarios en los que confluimos y nos separamos, pero también involucra reconocer las construcciones teóricas, vivénciales y emocionales en las que los otros y nosotros mismos nos movemos, como una manera de poder acompañar-se en el proceso de la construcción de la convivencia solidaria y demostrativa que todos/todes/todas buscamos.

[1] Una primera aproximación a este tema fue presentada en el I Foro sobre Transgenerismo y el I Encuentro Nacional de los y las Transgeneristas en Colombia: “Cuerpos Transgresores-Cuerpos Transéroticos”, Bogotá 17 al 20 de agosto del 2007.
[2] I Simposio interdisciplinario de género y sexualidad, PARENTESIS: Grupo Interdisciplinario de Estudios de Género y Sexualidad, Facultad de Ciencias Humanas - Facultad de Medicina. Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá, Noviembre 30 de 2007.
[3] Velandia Mora, Manuel Antonio. Sociólogo, filósofo, sexólogo, Especialista en Gerencia de proyectos educativos, Master en Educación, Doctorante en Enfermería y Cultura de los cuidados Universidad de Alicante, Doctorante en Psicopedagogía Universidad del País Vasco. Miembro Titular Sociedad colombiana de sexología. Coordinador DecideT Asociación de Homosexuales, lesbianas, bisexuales y transexuales de Alicante, España.
[4] Velandia Mora, Manuel Antonio (2006). Identidades sexuales móviles: El derecho a estar siendo o la posibilidad emocional, teórica y experiencial de comprender las masculinidades In: Saberes, culturas y derechos sexuales en Colombia. Ed.: Tercer mundo editores, Centro Latinoamericano de Sexualidad y Derechos Humanos (CLASDH) y el Centro de Estudios Sociales de la Universidad Nacional de Colombia (CES), Bogotá.
[5] Velandia (2006), pagina 304, afirma que la “identidad es igualmente móvil porque “está siendo” ecosistémica y culturalmente, y puede entenderse como una mezcla entre aquello que “se espera que sean” y lo que ellas mismas “desean ser”.
[6] Velandia Mora, Manuel Antonio (2005). Las identidades móviles de los, las, les seres. In: Bioética y sexualidad.1ª ed. Ediciones El bosque, Bogotá.
[7] Disforia de género: Desacuerdo profundo entre el sexo biológico y el sexo psicológico. En: OMS, CIE-10: The ICD-10 Classification of Mental and Behavioral Disorders, Diagnostic criteria for research, 1992.
[8] Ese transito identitario ocurre con la asunción de cambios en la imagen corporal y hacia comportamientos considerados propios del otro genero.
[9] Velandia Mora, Manuel Antonio (1999). Y si el cuerpo grita... (Dejémonos de maricadas).; Bogotá: editorial Equiláteros

Ser gay es una forma de explicar el mundo

Entrevista con Manuel Velandia, líder de la comunidad LGBT de Bogotá.
Sociólogo y filósofo, activista del movimiento LGBT en Colombia desde hace 30 años y fundador de la primera organización gay de Bogotá.
Autor Redacción/Misión Bogotá
Domingo, 23 de julio de 2006


En entrevista con Misión Bogotá, Manuel Velandia habla sobre lo que significa ser gay en la ciudad, sus conquistas y derrotas en la lucha por la reivindicación de los derechos de la comunidad homosexual y la apuesta de la Administración Distrital de construir una política pública para la comunidad LGBT de Bogotá.

¿Ser gay es una moda o es una forma de ver el mundo?Gay es una palabra que significa alegre. En Colombia se usó un término similar hace 30 años que designaba a los homosexuales como personas “de ambiente”. En Estados Unidos, la palabra gay se usaba para señalar, dentro del grupo homosexual, a los que militaban en organizaciones con contenido político. En el diccionario de la Lengua Española, gay significa homosexual. Para la gente del común, gay es el artista Luís Caballero; homosexual, el doctor que atiende al hijo de una señora; marica, un peluquero; y loca, quien tiene un lenguaje exagerado de género femenino. En Colombia no existe ese contenido político que hay en otras partes del mundo. Ser gay es una forma de explicar el mundo, una manera de vivir el cuerpo y las relaciones.

¿Qué es ser gay en Bogotá?
Depende. Es diferente un habitante gay de la ciudad de hace años a un homosexual que acaba de llegar a Bogotá.
Para el que acaba de llegar de un pueblo, es sentirse rodeado de mucha gente a la que no le importa su condición sexual. Además, encuentra 180 lugares que le ofrecen servicios de moda, peluquería, sauna, cines, bares que le permiten tener acceso a cosas que, seguramente, en el pueblo se le dificultaba.

¿Está organizada la comunidad LGBT en Bogotá?
En Bogotá existe la mesa LGBT y la alianza LGBT; esta última trabajó para la construcción de la política pública en Bogotá liderada por la administración distrital. La mesa reúne a todos los sectores: dueños de bares gay, personas naturales y organizaciones. Ellos han venido proponiendo pasar del Carnaval del Orgullo Gay a un discurso mucho más político.

¿Y cómo ve el manejo de la actual administración del tema de los derechos de la población LGBT?
El Alcalde Garzón cumplió lo que prometió. Hace un tiempo le comentamos la necesidad de trabajar con la población LGBT y recuerdo que contestó: “Nunca he tenido contacto con maricas, no se qué es eso ¿Por qué no me explican?”. Le escribí un texto y a la semana siguiente salió en televisión hablando con propiedad del tema.

Inicialmente, pensé que era un interés por votos. Después me di cuenta que su interés es por las diferentes minorías. Como Alcalde, apoyó la marcha del Orgullo Gay y definió la política de minorías sexuales, previo acuerdo del Concejo de Bogotá. Luego, se acercó a nosotros y hubo voluntad política de muchos sectores de la administración que no conocían la carreta de las minorías sexuales. Hoy tenemos en la ciudad publicidad sobre los derechos de la población LGBT, realizamos la marcha con el apoyo de la administración distrital, se lanzó la política y se va a construir una casa en la localidad de Chapinero con servicios especializados de salud y prevención para la comunidad LGBT.

Actualmente, el 22% de la población homosexual en Bogotá tiene VIH-SIDA. Para mitigar este problema, la Administración ha invertido $4 mil millones en prevención e hizo un estudio de la situación en las escuelas porque los mayores vulneradores de homosexuales y lesbianas son los escolares entre los 12 y los 16 años. La gente cree que la política pública sólo tiene que ver con los homosexuales y no con la construcción de ciudad y convivencia para mejorar la vida de todos y todas.

¿Qué conquistas ha tenido la población LGBT en el país?
La primera conquista fue en 1936, cuando la homosexualidad dejó de ser vista como una enfermedad. Luego, en 1981, se logró la despenalización de la homosexualidad. La siguiente fue con la Constitución del 91, cuando le preguntaron a una constitucionalista sobre el derecho a la intimidad y respondió que es cuando alguien es homosexual y se lo publican sin pedirle permiso. Recuerdo una anécdota en una entrevista para la BBC de Londres, cuando el periodista me dijo que no entendía mi inglés y me pidió que hablara en español con traductor. El periodista siguió sin entender y supuso que también el traductor tenía problemas. Tuvieron que llamar a la Corte Constitucional para comprobar que lo que yo estaba diciendo era verdad.

Hubo un caso famoso de un policía al que echaron por sospecha de ser homosexual. Él interpuso una tutela y la Corte Constitucional falló diciendo que en Colombia no se puede excluir de las Fuerzas Militares por razones de la orientación sexual. Un fallo posterior señaló que un militar puede vivir en una casa fiscal con una pareja de su mismo sexo. También hay fallos con respecto a los docentes porque se decía que la homosexualidad era una conducta inapropiada por la cual podían ser excluidos del cargo. En Colombia uno se puede cambiar el nombre en masculino o femenino. Las personas con cambios en su morfología pueden modificar el sexo en su documento de identidad.

Creo que en Colombia, legalmente, hemos avanzado mucho. Esto hace parte de la construcción de un mundo distinto pues, para cambiar las percepciones, hay que cambiar la cultura y transformar las relaciones sociales.

¿Y derrotas?
Algunos piensan que el hecho de que en el Senado se haya hundido el proyecto de ley de los derechos de las minorías sexuales es una derrota, pero considero que es una ganancia pues significó poner el tema en el debate público. Creo que las pérdidas son de otro orden como el asesinato de León Zuleta, un líder de Medellín, con quien fundamos el movimiento homosexual en Colombia. El era un defensor muy importante de los derechos humanos en el país y en América Latina.

¿Hay grupos extremistas en la ciudad?
En Bogotá hay un grupo de cabezas rapadas. No son muchos pero sí lo suficientemente ruidosos e intolerantes como para preocuparse. Actualmente, hay denuncias sobre un personaje que va por los bares asesinando homosexuales. La mayoría de los asesinatos a homosexuales son crímenes de odio derivados de la homofobia y, usualmente, se presentan con lesiones de armas cortopunzantes.

¿Bogotá es una ciudad homofóbica?
Sí. Una investigación del IDCT indagó con quienes no quieren vivir los bogotanos: guerrilleros, paramilitares, ladrones, prostitutas, personas con SIDA y homosexuales.

¿Cuáles son los hitos históricos más importantes del movimiento gay en el país?
Un momento importante fueron los años 50`s, cuando surgió un grupo llamado Los Felipitos, conformado por amigos de un hijo homosexual de un ex-presidente de la República, quien decidió "casarse" con el novio e hizo un rito en el que él se vistió de novia. Por denuncia de vecinos a causa del ruido, llegó la policía y se llevó detenido a todos los asistentes incluyendo a la "novia". Esta fue la primera evidencia pública de exclusión a la comunidad gay a la que yo he tenido acceso. Yo tuve la suerte de conocer a Julio Franco, un hombre homosexual de la tercera edad, a quien entrevisté y me contó sobre esta historia. Junto a Julio fueron apareciendo otros hombres igualmente mayores y a través de la técnica de "bola de nieve", que se usa en la investigación cualitativa, pude llegar directamente a uno de los presentes en la fiesta, quien me relató lo sucedido. No eran exactamente una organización gay pero si el primero grupo de personas quienes entorno a la fiesta se reunían para hablar sobre homosexualidad y temas afines como la literatura y el cine.

En 1977, fundamos el Movimiento de Liberación Homosexual. En 1980 publicamos la primera revista gay de Colombia que se llamó Ventana Gay. En 1983, los homosexuales fuimos los primeros que debatimos en el país sobre el SIDA e hicimos la primera marcha gay en Bogotá. En 1989, nos hicimos presentes por primera vez en la V Conferencia Mundial de SIDA, en Montreal. En 1992 hicimos un afiche que ganó un premio internacional que decía: “Los derechos humanos también son sexuales, los derechos sexuales también son humanos”. Fue publicado en cinco idiomas y se convirtió en el slogan de la Conferencia Mundial de Sexología, realizada en 1997 en Valencia, España.

En 1997 se comenzó a pensar el tema de los derechos civiles de personas del mismo sexo. En 1998 apareció, por primera vez, un texto que relacionó los derechos sexuales con la población LGBT y lo distribuimos por todo el mundo.

¿La población LGBT en Bogotá está empoderada?
Los LGBT jóvenes piensan que el bar es un espacio de libertad y no un espacio de represión. Pero en nuestra época, la policía iba a los bares gay y nos llevaba a Monserrate, nos empelotaba, nos bañaban con aguan fría y a los transvestis les cortaban el cabello. Muchas veces no encontrábamos la ropa y teníamos que llegar desnudos a nuestras casas.

Cuando en 1981 la homosexualidad dejó de ser delito, un acto político fue ir a bailar a los bares y, cuando llegaba la policía, les mostrábamos que, en el Código Penal, ser homosexual ya no era delito.

En la primera Alcaldía de Antanas Mockus, cuando se creó los semilleros de convivencia para discutir el Código de Policía de Bogotá, Ricardo Luque, un médico, propuso realizar un semillero sobre homosexualidad.

Ahí comenzamos a discutir sobre la violencia que hay contra los homosexuales en los bares y en las calles. En el 2002, le metimos al tema cultural con el Ciclo de Cine Rosa. El IDCT prestó el teatro Jorge Eliécer Gaitán y las películas de la inemateca Distrital relacionadas con el tema, y se gestionó con la comunidad internacional otras películas. La Universidad Javeriana hizo un Ciclo de Cine Rosa que abrió la puerta a otros espacios de formación que permitieran lecturas distintas. Además, vinieron a Bogotá militares alemanes e ingleses que trabajan en sus países con minorías sexuales, para encontrarse con los militares y la Policía Nacional y así tener lecturas diferentes de las minorías sexuales.

¿Cómo está Bogotá frente a otras ciudades del mundo en cuanto defensa de derechos de la población LGBT?A pesar de que Bogotá es una ciudad pequeña comparada, por ejemplo, con México D. F., es una de las ciudades que más bares gay tiene. Esto indica que la represión es grande y se crean guettos. Pero también, que es necesario una Cámara de Comercio Gay en Bogotá, sobre todo en el sector de Chapinero, dónde están 103 de los 180 lugares que ofrecen servicios para gay.

Como pasó en Ámsterdam, Viena y Londres, cuando la comunidad homosexual toma su lugar espacialmente en una ciudad, aumenta el precio por metro cuadrado en esas zonas porque crece la propiedad horizontal y ese espacio empieza a transformarse pues la población gay, usualmente, tiene mayor poder adquisitivo. Por ejemplo, el pasado censo mostró que la mayoría de los habitantes de la localidad de Chapinero es de estrato 5 o 6 y tiene un nivel más alto de escolaridad que otras zonas de la ciudad. Otro fenómeno es que alrededor de los homosexuales empiezan a crearse necesidades particulares en salud, educación y acompañamiento emocional.

Creo que Bogotá puede vender servicios gay como en San Francisco, Manhattan y Sydney, significativos para el turismo. Los homosexuales, usualmente, son buenos compradores y este mercado no se ha explotado.

Tomado www.misionbogota.gov.co

Minorías sexuales y política pública

Manuel Velandia Mora
Enero de 2006
New York


Las minorías no se consideran miembros activos de la comunidad de política pública. La homofobia socializada percibe a las minorías sexuales como ciudadanos de tercera, desheredados, y por tanto, son tratados como excepción; la internalizada les dificulta reconocerse a sí mismos y las otras minorías como los iguales con quienes lograr los beneficios a los cuales tienen derecho.

Minorities are not considered to be active members of the community of public politics. The socialized homophobia perceives the sexual minorities as second-class citizens, disinherited, and therefore, treated as exception. The internalized homophobia keeps them from recognizing themselves, and other minorities as the equal ones to achieve with, those benefits to which they have the right to.

Palabras clave:
Español: Política publica, homofobia, minorías sexuales, vulnerabilidad, derechos humanos, discriminación.
Ingles: Public politics, homophobia, sexual minorities, vulnerability, human rights, discrimination.
Português: Politica publica, homofobia, minorias sexuales, vulnerabilidades, direitos humanos, discriminação.

Políticas Públicas (Defensoría del pueblo, 2003) son el conjunto de acciones –estrategias, planes, programas, proyectos, u omisiones, asumidas total o parcialmente por entidades gubernamentales o estatales, y que tienen como propósito modificar una situación percibida como socialmente insatisfactoria o problemática en tanto que desconoce o vulnera derechos, intereses u objetivos colectivos considerados como necesarios, deseables u objeto de especial protección.

Es la emergencia de la participación y el diálogo de todos los actores involucrados con relación a un tema que se considera prioritario por ser entendido socialmente relevante, luego de un análisis claro y realista sobre lo que existe y es apropiado, en cuanto a la satisfacción de necesidades de la comunidad considerada vulnerable. Son un “curso de acción” (Aguilar Villanueva, 1992) dinámico, definitivo o no, que debe posibilitar la revisión, el diseño e implantación de acciones conjuntas con otras entidades públicas y privadas que cooperan con la población vulnerable, que se diseña y construye en un territorio especifico (espacio-temporal, relacional, cultural y emocional), de tal manera que pueda ajustarse cuando sea necesario y apoyar la redirección de la legislación existente cuando ésta no sea suficiente o apropiada.

Velandia (2005) precisa que “para que haya participación deben crearse los mecanismos para alcanzarla y lograr que, de manera activa, los demás sectores involucrados apoyen la decisión sobre qué, quiénes, para quiénes, cuándo, dónde, cómo, por qué, para qué, con qué recursos, metodologías, herramientas, instrumentos, estrategias de seguimiento y evaluación, hacerlo”.

Toda PP se desarrolla desde un enfoque diferencial[1] y de equidad teniendo en cuenta los géneros, sexualidades, edades, territorios sociales, pertenencia étnica y discapacidades, realizando y restableciendo derechos, como fundamento de cualquier tipo de acción afirmativa para compensar las inequidades producto de la falla estatal en el deber de protección.

Según Aguilar Villanueva (1992), una PP: “no es la simple decisión deliberada del actor gubernamental: la gran decisión en la cúspide del estado” puesto que es evidente que en ella debe intervenir “todo un conjunto complejo de decisores y operadores”. En la definición de Duran utilizada por Roth Deubel (2002), se destaca que es preciso incorporar a otros sectores de igual importancia en la creación, seguimiento y cumplimiento de la PP.; son ellos los actores provenientes de sectores sociales, tales como Organizaciones No Gubernamentales (ONG), Organizaciones de Base Comunitaria (OBC), asociaciones gremiales y otras asociaciones de la sociedad civil. Una comunidad de PP, como dice Duran está conformada, por las personas pertenecientes a diferentes posiciones –responsables de entidades gubernamentales, congresistas, representantes políticos, dirigentes de gremios, investigadores –y en especial por los y las beneficiarios(a)s de las políticas, quienes además de compartir un sistema similar de creencias –serie de valores, fundamentos, supuestos, y percepciones de un problema específico- demuestran un cierto grado de coordinación de sus actividades en el tiempo.

El tema frente al cual analizaremos la participación o no, en la política publica, es el de las personas vulneradas, estigmatizadas, discriminadas y aisladas social, afectiva y emocionalmente por razón de su sexualidad: las Minorías Sexuales (MS).

En el caso de las PP relacionadas con la sexualidad, deberían participar en su creación, entre otras, las organizaciones en cuya agenda se hallan inmersos los temas pertinentes a las sexualidades, como por ejemplo: redes de mujeres, lesbianas, homosexuales, bisexuales, transgeneristas, trabajadores(as) sexuales; como también las Agencias de Cooperación Internacional, las entidades del sistema de las Naciones Unidas y otros organismos internacionales con proyectos de acción nacional, regional y local, relacionados con los temas pertinentes a la vulnerabilidad por razón de la sexualidad.

En las PP es evidente la participación de la mujer, desde la perspectiva de género, en temas relacionados con los derechos sexuales, los derechos reproductivos y la división sexual del trabajo. Sin embargo, no siempre las organizaciones feministas asumen como propias las luchas de otras MS, ni siquiera las de las lesbianas porque algunas de ellas entienden que la vulnerabilidad e intereses de estas otras mujeres no les son comunes y porque en algunas ocasiones de manera similar las mismas lesbianas no son afines con las expectativas y necesidades de las feministas.

Como lo afirma el Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos de la Universidad Central de Bogotá -IESCO-UC- (2005), “tanto los avances de la teoría feminista, como el reconocimiento de otras realidades y actores, evidencian las limitaciones del género como categoría de análisis y de intervención. Los binomios sexo/género y hombre/mujer resultan categorías estrechas y totalizantes no sólo para algunas corrientes del feminismo, sino también para los estudios sobre las masculinidades, la teoría “queer”, las identidades intersexuales y transgeneristas”.

Cambiar la lógica sexo-genero-homofobia en la que tradicionalmente algunas feministas participan en la política publica posibilitaría acciones conjuntas con otras MS igualmente vulneradas; ello implicaría comprender las nuevas lógicas sobre las sexualidades y sus implicaciones.

VULNERABILIDAD Y MINORÍAS SEXUALES
Para la Defensoría del pueblo, 2003), vulnerabilidad es “todo déficit social que tienen las personas, resultado de la brecha existente entre una dotación mínima para lograr una vida digna y desarrollar un proyecto de vida, y la dotación real que tienen”. Lograr una vida digna tiene como base el reconocimiento del ser en su identidad como persona, sujeto de derechos[2] y ciudadano. El proyecto de vida no es solamente un hecho particular, sino además relacional y socio-cultural que no se puede alcanzar cuando para los otros y las otras el ser no se asume en su existencia plena y real. No existe la dignidad cuando la persona no es reconocida como un autentico otro.

Tradicionalmente minorías hace referencia a grupos poblacionales que por sus características étnicas, económicas o socio-culturales no hacen parte de los círculos de poder, aunque como grupo lleguen a superar en número a los sectores dominantes; y para quienes sus aspiraciones e intereses no encuentran representatividad, ni canales de expresión que posibiliten modificar su condición de “grupo marginal”. La exclusión de estos grupos hace difícil la creación de procesos de convivencia solidaria y democrática y el ejercicio de las libertades públicas, con lo cual los derechos humanos y la democracia misma ven desvirtuados sus principios de solidaridad, fraternidad, respeto por la diferencia y tolerancia, entre otros. Los grupos marginados suelen caracterizarse por quienes sustentan el poder y definen el “deber ser” de los comportamientos sociales como marginales y clandestinos, especialmente cuando en su definición toman en consideración lo relativo al sexo[3] y la sexualidad.

Identidad sexual y Movilidad
Peter Wade considera que las identidades se establecen por medio de repetidos actos de representación, es decir de identificación y que las diferencias que construyen la identidad tienen que ser marcadas, observadas e indicadas por unos sujetos en la vida cotidiana; en tal sentido, la identidad es algo que se vuelve a establecer o a reforzar con cada identificación (Serje y otros, 2002). Identidad es la idea y la sensación móviles que tiene el ser humano, en una sociedad y tiempo concretos, de ser lo que busca ser con relación a la cultura, a otras(os) seres en su entorno y consigo mismo, y de seguir siéndolo en el transcurso del tiempo.

La identidad no es algo construido y terminado, se está haciendo y siendo una identidad de manera dinámica en relación consigo mismo, las(os) demás y la cultura, a partir de cómo la persona se experiencia a sí misma, y con relación a aquellos(as) y aquella explica dicha situación y la emociona. La movilidad de la identidad, sistémicamente hablando, hace referencia a la posibilidad de que esta cambie en el tiempo, a partir de las relaciones sociales y por la inter-influencia, la interrelación y la interdependencia con el medio, la cultura y la sociedad.

La identidad es la emergencia de la construcción, no siempre consciente, que afecta los procesos de socialización del sujeto en la vida cotidiana, mas específicamente en la educación (formal, no formal e informal) que provee a la personas los referentes del “deber ser” identitario; un “modelo” único que rige el comportamiento de los seres humanos, sustentado en las estructuras de poder, reforzado por la cultura, la sociedad y en las relaciones sociales; dicho modelo está tan enraizado en la cultura que es difícil desprenderse del mismo para asumir nuevas formas comportamentales.

Respecto a la sexualidad, dicho “deber ser” es eminentemente heterosexual, concibe la existencia de diferencias entre las mujeres y los hombres, basadas en el sexo y el género, que determinan relaciones inequitativas y maneras de ser, comportarse, relacionarse, e inclusive, atribuye capacidades diferenciales intelectuales, productivas y emocionales.

Como lo afirma Velandia (2004), en la aproximación contextual en un tiempo y espacio determinados el sujeto debe pensarse a sí mismo teniendo como referente la mirada externa. Es decir, el sujeto construye una identidad de “lo que quiere ser” a partir de lo que le han dicho y ha entendido que es su deber; pero en la práctica no lo vive como tampoco experiencia plenamente su “querer ser”, dado que las representaciones sociales y culturales y el cruce de miradas (familiares, escolares, eclesiales) afectan su propia construcción subjetiva hasta el punto que aquello que “quiere ser” es “traicionado” por la presión social que lo obliga a “estar siendo” una mezcla entre aquello que se espera que sea y lo que él o ella misma desea ser.

El “querer ser” se relaciona directamente con las expectativas, emociones y explicaciones particulares; y, el “estar siendo” es aquello que en los procesos de socialización a la persona le “toca ser”. El “estar siendo” emerge de las relaciones simbólicas entre el “deber ser” y el “querer ser” o más concretamente entre la cultura y la sociedad y lo que cada persona identifica de y para sí misma.

El autorechazo y la autoexclusión de los y las marginados(as) sexuales son más que la consecuencia de su condición minoritaria, el resultado de la situación de marginalidad en la cual los/las ha situado la sociedad, la cultura y las relaciones sociales de las que forman parte; hecho que, además, es el origen de la escasa atención que reciben a sus necesidades y de su escasa participación en los proyectos de construcción social. Las y los marginados sexuales son considerados(as) como ciudadanos de tercera, desheredados, y por tanto, tratados como excepción o minoría.

Entre las MS se ubica a las mujeres, a las personas que se asumen o están construyendo identidades relacionadas con las homosexualidades, lesbianidades o bisexualidades; sus tránsitos identitarios de género (los/las transgeneristas)[4] o de género y cuerpo (los/las transexualidades), o de solo cuerpo (intersexualidades)[5]; y, a quienes sin distingo de su orientación sexual asumen formas de obtener placer o practicas eróticas que no se ciñen al “deber ser” sexual, como por ejemplo las personas sádicas, masoquistas, voyeristas, exhibicionistas, entre otras opciones, y a las personas que asumen variaciones relacionadas con el vestido y los accesorios, como es el caso de las y los transvestis, los y las transformistas, y los/las drag queen y las/los drag king. No toda persona que es explicada y vivenciada como minoría sexual se piensa a sí misma en tal condición.

Lograr que todos los seres humanos sean reconocidos como actores válidos en todos los espacios de co-construcción social, requiere que independientemente de si se forma parte o no de una minoría sexual se reconozca que los excluidos y las excluidas pueden participar en igualdad de oportunidades para lograr los servicios y beneficios a los cuales tiene derecho todo ciudadano en un estado social.

El reconocimiento se ha dificultado en cuanto que: primero, no todas las personas que hacen parte de las MS se asumen o quieren ser comprendidas como parte de estas; segundo, no se comprenden a sí mismas como parte un mismo sector al interior del grupo de las minorías; tercero, se percibe que a pesar de ser minoría sexual los otros y las otras en otras sexualidades son diferentes y en consecuencia no tienen los “mismos problemas”; cuarto, se entiende que los trabajos, acciones, discusiones teóricas, emociones no son similares en hombres y mujeres, personas masculinas, femeninas y en tránsitos identitarios de género o cuerpo, personas con orientaciones sexuales diferentes o expresiones comportamentales sexuales diversas; quinto, porque social y particularmente la vivencia de la homofobia no posibilita la interacción positiva con y entre las personas consideradas parte de las MS.

Se percibe que la “mayoría sexual” se rige y relaciona desde los patrones del machismo, sexismo, misoginia, falocracia y homofobia; es decir, se entiende y acepta como verdad irrebatible que los sexos son dos (hombres-mujeres), que las personas “deben ser” heterosexuales, los hombres masculinos y las mujeres femeninas, y que, sus formas de obtener placer deben vivirse en la esfera de la intimidad, no hablarse de ellas, y que lograrlo es propio de los hombres y un sufrimiento para las mujeres.

La percepción sexual del mundo se fundamenta en los orígenes de los discursos que explican las homosexualidades y en algunos casos, el género. Hasta fines del siglo XVIII, tres códigos regularon la sexualidad humana: el derecho canónico, la pastoral cristiana y la ley civil. Foucault destacó el papel que la sexualidad tuvo en el ejercicio moderno del poder, señaló la conexión entre los dispositivos de la sexualidad y del poder en el discurso moderno; para él la ciencia moderna focaliza su atención en los "perversos", originando nuevos tipos de personas, una "implantación perversa" que multiplicó los controles sobre todos los individuos: los homosexuales y los que podrían serlo (Foucault, 1976: 53).

Becker (1963) en “Outsiders”, afirma que los grupos sociales crean la desviación al "rotular" a ciertos individuos como los "fuera de lugar" (outsiders). Un "desviado" es todo aquel a quien el rótulo ha sido aplicado con éxito. La rotulación es un proceso en el que quienes ostentan el poder en una sociedad asumen un rol político, como poseedores de la “verdad” y el “deber ser”, desde el que excluyen a los trasgresores, con tal éxito que la sociedad y la cultura se asumen homofóbicas; logrando, que incluso, los outsiders se piensen a sí mismos en tal condición. La ciencia moderna apoya la “reconstrucción” rotuladora del ser y la distribución del poder, acto que se reitera en quienes se consideran o no trasgresores.

Como lo veremos a continuación, tres ordenes (moral-religioso, biomédico y cultural-social) se imbrican, interrelacionan, interafectan e interdependen produciendo nuevos discursos sobre las sexualidades y como emergencia la homofobia; concepciones que están tan enraizadas en nuestra cultura que afectan la manera como se vivencia el mundo, nos afectamos por él, y lo comunicamos. La homofobia más que el rechazo a los homosexuales es una construcción ideológica que explica, vivencia y emociona desde y por la heterosexualidad, y se internaliza por quienes se entienden como diferentes en cualquier aspecto del “deber ser” sexual.

Discursos que explican las sexualidades y la homofobia
Los poderes civil, político y religioso se reafirman permanentemente los unos a los otros, para estos, en general, tan solo cuentan los desarrollos de la ciencia cuando se hacen demasiado evidentes sus desatinos. En el tema de la sexualidad, el poder religioso ha logrado influenciar hasta tal punto a los demás poderes que las discusiones de los políticos, los militares y la sociedad civil en los temas sexuales se encuentran permanentemente influenciados por lo que las iglesias, y en nuestro país predominantemente la iglesia católica determinan como el “deber ser” sexual.

Discursos de orden moral-religioso: tienen sus orígenes en la propuesta judeocristiana de la sexualidad. Greemberg (1998) afirma que algunos siglos después de Cristo, exactamente en el año 309, en lo que actualmente es España, el Consejo Eclesiástico de Elvira aprobó una serie de leyes canónicas referentes a la conducta sexual. Estas leyes se convirtieron posteriormente en la legislación civil de toda Europa, cuando el emperador Constantino proclamó que el cristianismo era la religión estatal del Imperio Romano. La conducta sexual, que hasta el momento era algo particular y personal, fue reglamentada por la iglesia y el estado.

A la homosexualidad, que se le consideraba una conducta “antinatural”, se le designó como sodomía[6] retomando al libro del Génesis en la Biblia.[7] Los estoicos y otros filósofos griegos abogaban en sus escritos por la indiferencia ante toda fuente de placer, incluso el sexual, y la renuncia a cualquier emoción excesiva; además consideraban que la única sexualidad “natural” tenía como propósito la procreación; incluso el sexo podía “contaminarse” si aún con el fin procreativo se obtenía de él demasiado placer. Toda actividad con otro fin se consideraba ilegítima y antinatural. Tomas de Aquino, en su Summa theológica, escribió que la utilización de los órganos sexuales para cualquier propósito diferente a la procreación era lujurioso y pecaminoso. Aquino consideraba que las relaciones entre personas del mismo sexo eran actos egoístas y destinados a la obtención de placer.

En la Edad Media se desaprobaron las relaciones entre hombres, pero no fueron castigadas severamente. Los Estatutos del Melfi, del Reino de Sicilia, castigaban muchos delitos religiosos comunes como la usura (prestar dinero con intereses) pero callaban manifiestamente éstas relaciones. Para explicar la inusual indulgencia de sus estatutos, el emperador Federico II fue acusado personalmente por el Papa de “sodomía” y de mantener relaciones con otro hombre. La legislación inglesa del siglo XIII estipulaba que las personas que habían mantenido relaciones sexuales con judíos, niños y miembros de su propio sexo fueran enterradas vivas (Bokswell, 1980). En el siglo XIV los monarcas y los príncipes de toda Europa cedieron ante la presión de la iglesia católica para hacer de la sodomía un delito a menudo capital.

En el esquema judeocristiano actual, la genitalidad está eminentemente ligada a la capacidad reproductiva de los individuos. Generalmente, es analizada desde la perspectiva de los sexos y tiene como fin la procreación; está limitada a la relación entre personas de sexos diferentes y su disfrute es visto como una “corrupción de la carne”. McCaffrey (1971), evidenció que la actitud de la iglesia hacia la homosexualidad había permanecido prácticamente inmutable desde lo que escribió Santo Tomás en el siglo XIII; en tal sentido, el autor ponía en entredicho que la visión de Santo Tomás sobre la naturaleza y la sexualidad humana en general, así como su comprensión de la homosexualidad, pudiese seguir siendo base de la valoración moral de la época.

Dicha visión sigue intacta. La iglesia católica sostiene en su Catecismo: “La inclinación sexual no constituye una característica equivalente a la raza, el origen étnico u otras que se relacionen con la discriminación, por el contrario, la inclinación homosexual es una enfermedad... Como seres humanos los homosexuales tienen los mismos derechos que las demás personas... De todos modos, éstos derechos no son absolutos; se los puede limitar de manera legítima en los casos en que existe una conducta enferma. A veces esto no sólo es legal, sino también constituye una obligación... Los homosexuales pueden participar en las actividades de la iglesia, sólo si practican la abstinencia sexual”. Cabe destacar que el Catecismo Católico no hace referencia en sus pasajes a la mujer lesbiana ni a los bisexuales.

El Vaticano promulgó el documento “Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales”, preparado por la Congregación para la Doctrina de la Fe -antes llamada Santo Oficio- (2003), en el cual se afirma que Las uniones de PDMS son inmorales y nocivas para la sociedad… la homosexualidad es un hecho desordenado y su práctica un pecado grave contrario a la castidad. En él, se pide a los políticos católicos que se opongan a las leyes que reconocen las uniones homosexuales.
Discursos de orden biomédico: patologizan la sexualidad; la iglesia y el poder civil se apoyan en éllos para mantener en el primer plano de la conciencia todo aquello que no hace parte del “deber ser” interpretando que toda práctica trasgresora es necesariamente antinatural, enfermiza y culturalmente inaceptable.

Ulrichs (1994) es el primer teórico en crear un vocabulario para hacer referencia a las personas cuyo polo de atracción sexual son personas del mismo sexo (1867). Acuñó las palabras “uranier” para designar a los hombres que amaban a los otros hombres y “dionäer” para los hombres que aman a las mujeres; posteriormente los denominó respectivamente “urning y dioning”. Las mujeres que se sentían atraídas por otras mujeres eran “urninging” y el “urano-dioning” era quien se sentía atraído por hombres y mujeres.

“Uraniaster” son los hombres que a falta de mujer se relacionaban con otros hombres: Al que se casaba por la presión social y asumía un estilo de vida similar al que hoy llamamos heterosexual lo denominó: “virilisirt”. Incluso, formuló nombres diferentes para el “urning” afeminado: “weibling” y para el masculino, “mannling”. Aclaró además, que entre todas estas denominaciones era posible encontrar múltiples variaciones. Planteó que la orientación sexual era innata, inamovible y por consiguiente “natural”. Afirmó: “no existe el amor antinatural. Donde hay verdadero amor, también hay naturaleza”.

Ulrichs al enterarse que los órganos sexuales de los machos y las hembras se desarrollaban a partir de los mismos tejidos del embrión sexualmente inmaduro, postuló que el “espíritu” también podía no estar formado y ser susceptible de convertirse en “masculino” o “femenino”.

El escritor austríaco-húngaro Karoly Maria Kertbeny, en un panfleto anónimo enviado al ministro prusiano de justicia, acuña la expresión "homosexualidad", la cual significa más o menos lo mismo que el término de Ulrich "uranismo". Los "uranios" son ahora llamados "homosexuales" por Kertbeny, quien también exige la reforma de la ley (Humboldt-Universität zu Berlin, 2005). Richard von Krafft-Ebing (1896) autor de Psychopathia Sexualis, entrelazó el tema de la homosexualidad a la enfermedad mental por más de 80 años; él, que rechazaba la terminología de Ulrichs, recuperó para sus escritos el término homosexual, igualmente utilizó el término “degeneración” creado a finales del siglo XVIII y empleado a mediados del siguiente siglo para explicar conductas humanas que iban desde el retraso mental hasta la criminalidad.

Krafft-Ebing sentó las “bases científicas” de una serie de estereotipos sobre los homosexuales: son asténicos, superficiales, supersexuados, incapaces de mantener relaciones maduras y proclives a la enfermedad mental. Concluyó que la única sexualidad “natural” era la heterosexual procreativa. Consideraba que la “sexualidad contraria” así como el alcoholismo y la locura, eran expresiones de un sistema nervioso de constitución defectuosa; incluso creía que la masturbación podía causar el desarrollo de la homosexualidad.

Henry Havelock Ellis y John Addington Symonds escribieron el libro “Inversión Sexual”, en él discurrieron que los hombres homosexuales no son tan diferentes de los demás, a no ser por sus compañeros sexuales (Grosskurth, 1980). Sigmund Freud (1909) escribió: “la investigación psicoanalítica se opone enérgicamente al intento de separar a los homosexuales de las demás personas como si fuera un grupo de una naturaleza especial... los invertidos atraviesan durante su infancia una base de fijación muy intensa pero breve por... (su) madre y, tras superarla, se identifican con la mujer y se consideran ellos mismos objetos sexuales; es decir, partiendo de una base narcisista, buscan a hombres jóvenes que se parezcan a ellos en personas a las que desean amar como sus madres les amó a ellos... Su deseo obsesivo por el hombre demuestra verse determinado por su huida incansable de la mujer”.

Alfred Kinsey (1948) cuestionó la validez de casi todo lo que se había escrito en materia de conducta sexual hasta entonces, partiendo de que la gran mayoría de investigadores se basaron en prejuicios caducos que invalidaban sus conclusiones. En “Sexual Behavior in the Human Male”, en el capítulo “Expresión homosexual” se entiende que la homosexualidad era muy frecuente entre la población normal, y era poco improbable, entonces, que fuera algo patológico. En el texto se lee: “En vista de los datos de que ahora disponemos sobre la incidencia y frecuencia de la homosexualidad, y en particular su coexistencia con la heterosexualidad en la vida de una parte considerable de la población masculina, es difícil mantener la opinión de que las relaciones psicosexuales entre individuos del mismo sexo son escasas y por consiguiente anormales o antinaturales o que constituyen en sí una prueba de neurosis o incluso de psicosis”.

En 1956, Kinsey publicó su segundo informe titulado “Sexual Behavior in the Human Female”. En él declaró: “Sólo se puede determinar cuántas personas pertenecen en un momento determinado a una de las clasificaciones de la escala de heterosexualidad – homosexualidad”. Igualmente, fue enfático en afirmar: “una de las características de la mente humana es que intenta clasificar los fenómenos por dicotomía. Las cosas son una cosa o su contrario. La conducta sexual es normal o anormal, socialmente aceptable o inaceptable, heterosexual u homosexual; y en estos temas, mucha gente no quiere creer que entre un extremo y el otro existen grados”.

Evelyn Hooker (1958) escribió el artículo “La adaptación del hombre declaradamente homosexual”, en él presentó tres conclusiones: 1. la homosexualidad no existe como entidad clínica. Sus formas son tan variadas como en el caso de la heterosexualidad; 2. La homosexualidad puede ser una desviación del modelo sexual que entra dentro del modelo de lo psicológicamente normal; 3. El papel que desempeñan determinadas formas de deseo y de expresión sexual puede ser menos importante para la personalidad y el desarrollo de lo que frecuentemente se ha asumido.

La Asociación Psiquiátrica Americana, APA, en abril de 1.974, utilizando como respaldo a Hooker, consideró que la homosexualidad per sé no es un trastorno mental y por lo tanto no puede clasificarse como tal, por no ser ésta una categoría diagnóstica; en su lugar, se crearon las de trastornos de orientación sexual (DSM III R: Modern Synopsis of Comprensive Text Boock of Psychiastry IV). En el DSM-IV (APA, 1994) se agruparon los trastornos de género y de la identidad psicosexual en una misma categoría.

En la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud, CIE-10,1987, no se incluye la homosexualidad como enfermedad. En ella se señalan, además los problemas psicológicos conductuales asociados al desarrollo y la orientación psicosexual, que pueden ser o no problemáticos para el sujeto y en esa medida afectan el funcionamiento individual y la pareja al actuar sobre las preferencias y patrones de relación eróticosexual.

Money (1955) traslada la palabra género de la gramática a la medicina, advirtiendo la sobresignificación que pesaba sobre el término sexualidad. Stoller R. desde el campo del psicoanálisis corrobora los hallazgos de Money: “Bajo el sustantivo género se agrupan los aspectos psicológicos, sociales y culturales de la femineidad-masculinidad, reservándose sexo para los componentes biológicos, anatómicos y para el intercambio sexual en sí.”. Edmund Bergler (1956), afirmó que “no hay homosexuales sanos”.

Money (19906 planteó que la bipotencialidad ha sido investigada primeramente en el hipotálamo, donde se ha establecido el diformismo masculino-femenino... es un supuesto camino de la homosexualidad como algo intermedio entre ambas... de estirpe orgánica, es decir, no volitiva y produce una confrontación drástica tanto en lo político como en lo moral, con los postulados de la “desviación” y la preferencia homosexual por elección.

Discursos de orden cultural-social: las teorías socioculturales influyen de tal forma que muchos autores están de acuerdo en considerar que la homosexualidad no es una conducta que tenga relación con la orientación de género, la conducta del sexo opuesto, ni se trata propiamente de un trastorno de la identidad de género (McConaghy y Silove, 1992). Para otros, la homosexualidad puede verse como un aspecto de la expresión sexual de género que refleja profundamente los valores socioculturales contemporáneos (De Cecco y Elia, 1993).

Science (1991) público la investigación realizada por Le Vay, en la que afirma que en el cerebro existe un racimo de neuronas conocidas como INAH3 (tercer núcleo intersticial del hipotálamo anterior), el cual llama “el lugar del sexo”; concluyó que la orientación sexual tiene relación con la estructura dismórfica de la región anterior del hipotálamo y que ésta es el posible substrato de la homosexualidad. Al respecto afirmó: “lo que yo informé fue la diferencia en la estructura cerebral de los hipotálamos, no podemos hablar sobre lo que hace que la gente sea gay o heterosexual, pero esto abre las puertas para encontrar las respuestas a este asunto”.

Le Vay plantea en un nuevo estudio -esta vez con sujetos vivos y usando la tecnología de las imágenes de resonancia magnética- “sí hay influencias ambientales, éstas operan muy temprano en la vida, en la etapa fetal o en la infancia temprana, cuando el cerebro se está todavía integrando. Soy muy escéptico ante la idea de que la orientación sexual es una cosa cultural”.

Evelin Hooker, frente a la investigación de Le Vay interrogó en la misma revista: “¿Por qué queremos saber la causa? Es un error esperar que podamos modificar o cambiar la homosexualidad... Si entendemos su naturaleza y la aceptamos como dada, estaremos más cerca de la clase de actitudes que harán posible a lo homosexuales llevar una vida decente en la sociedad”.

Hamer (1993) y su equipo descubrieron que es frecuente la existencia de otros homosexuales en la familia; el 13.5% de los hombres estudiados tenía un hermano homosexual y con frecuencia un tío o un primo por parte materna -el cromosoma X proviene del ADN de la madre-. Al examinar los marcadores de ADN en los cromosomas X de esos hermanos, se descubrió que 33 de los 40 pares compartían marcadores en el extremo del brazo largo del cromosoma X en un área denominada Xq28. En estudios posteriores, con otros 32 pares de hermanos homosexuales, volvieron a hallar que 23 de ellos compartían el marcador Xq28; examinando familias de hermanas lesbianas descubrieron que no existía correlación entre el Xq28 y la lesbianidad. De lo anterior se desprende que la herencia sólo es parcialmente responsable del desarrollo de la orientación homosexual, y que el hecho de compartir genes idénticos no predice resultados idénticos en cuanto a la sexualidad.

Durante las décadas del 50 al 60 del pasado siglo, y en consonancia con las propuestas teóricas del construccionismo social y las nuevas posibilidades en terapias hormonales y quirúrgicas, emerge un nuevo estilo de manejo clínico de la intersexualidad. Richard Green y Robert Stoller, asociados a las investigaciones de John Money, establecieron el carácter esencialmente construido de las identidades de género, liberándolas de todo determinismo biológico. La construcción social del género precisaba, sin embargo, la convicción personal y social acerca de la identidad y su anclaje en formas corporales congruentes, por lo cual la ambigüedad sexual debía ser “normalizada” para producir sujetos claramente femeninos o masculinos.

Límites y transgresiones discursivas
Los limites entre los discursos moral-religioso, biomédico y cultural-social se permean permanentemente. Lyotard postuló que el eclecticismo es el grado cero de la cultura general contemporánea. Para él, la estética por excelencia de la posmodernidad es el kitsch o todo vale, lo que no se puede gobernar con reglas preestablecidas, lo que no se puede definir.

Lipovetsky (1986), en su texto “La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo”, afirma: “El viejo modelo cartesiano de identidad fija y sustantiva del hombre se ha desvanecido. Por el contrario, la posmodernidad parece imaginar un mundo dentro del cual la diferencia y la diversidad no sólo se toleran sino que se celebran. Aparece en ella un discurso que cuestiona la identidad de los géneros, e introduce una nueva dimensión: la multiplicidad de identidades y el rechazo de la feminidad y la masculinidad como categorías inmutables y monolíticas. Este discurso proviene de la voluntad de autonomía y de particularización de los grupos e individuos: neofeminismo, liberación de costumbres y sexualidades, reivindicaciones de las minorías, etc.”.

Siguiendo esta línea, Gabriel Cocimano (2004) considera que “Todos los órdenes de la sociedad posmoderna están atravesados por signos híbridos, heterogéneos e indefinidos: la política, el arte, la moral, el sexo, la historia. Esa sociedad se ha adolescentizado, y todos los síntomas típicos de la adolescencia -la edad ambigua por excelencia- están presentes en la cultura posmoderna: hedonismo, identidades híbridas, ambigüedad sexual. El viejo modelo de identidad genérica fija e inmutable del hombre moderno se desvaneció, y la era contemporánea avanza hacia un mundo dentro del cual la diferencia y la diversidad se toleran y se celebran. La multiplicidad de identidades y el rechazo de la feminidad y la masculinidad como categorías monolíticas comienzan a derrumbarse: la liberación sexual, que representó en otros tiempos una trasgresión a las formas instituidas, ha mutado en un erotismo diluido y ambiguo, acaso por exceso y saturación. La ambigüedad aparece entonces como producto de la indiferencia, la incertidumbre y la competencia entre los sexos, paradójicamente como un modo de alimentar la obsesión -negativa- de la sexualidad.”

El discurso biomédico retomó conceptos religiosos al definir las expresiones sexuales en la búsqueda de placer como “aberraciones”; posteriormente, tratando de subsanar la discriminación que ello genera se prefirió utilizar el concepto de “parafilias” que más adelante y por la misma causa se modificó al de Expresiones Comportamentales Sexuales. Conceptos como “orientación sexual” son utilizados por los constructores socioculturales en sus discursos a pesar de que para estos es evidente que están haciendo uso de una categoría eminentemente biomédica.

Un ejemplo bastante actual del cruce entre lo biomédico y lo cultural, aceptado por la comunidad homosexual trabajando en la PP sobre el sida, es la utilización del concepto "hombres que tienen sexo con hombres (HSH)", que incluye en su definición a todos los varones -que ubica en contextos socio-culturales- y en los que se reconoce que tienen relaciones sexuales con otros varones que poseen diferentes orientaciones sexuales (homosexual, gay, bisexual, transgénero, transvesti, transexual, heterosexual) y que no poseen una identidad al respecto.

Esta categoría comportamental revela una enorme diversidad y heterogeneidad, además de una compleja interrelación entre identidad sexual, deseo sexual, prácticas, comportamientos sexuales, redes socio-sexuales y roles de género. Su uso evidencia la necesidad y la imposición, cuando de sexualidad se habla- del eclecticismo del que nos habla Lyotard. La reutilización de conceptos sexuales que poseen una fundamentación cultural como lo son los de “tránsitos identitarios de género” y la “movilidad de la identidad sexual” imbrica a lo cultural categorías epidemiológicas de carácter biomédico como homosexual y bisexual -que denotan patologías- a pesar de que igualmente se comprenda que en su interior poseen una noción de “homogeneidad” que niega la unicidad.

Construyendo mundos
Las MS no son una común-unidad organizada como tal. En Colombia, desde la creación de las primeras organizaciones feministas, pasando por la formación del Movimiento Homosexual Colombiano (1976), del sector LGBT de “Planeta Paz”[8] y de la participación de una serie de personas y organizaciones L, G, B, T, hasta la reciente fundación de la organización “Colombia diversa”[9], no ha sido posible lograr la consolidación de una organización que cumpla con lo que Duran plantea como la necesidad primordial de toda comunidad de PP, es decir, la existencia de un sistema similar de creencias demuestran un cierto grado de coordinación de sus actividades en el tiempo, respaldadas por una serie de valores, fundamentos, supuestos, y percepciones de un déficit social al que se necesita dar respuesta.

Las mujeres y los/las LGBT sufren igualmente de homofobia social e internalizada a la que suman la multiversalidad en las construcciones teóricas con respecto a los sexos, sexualidades, cuerpos, géneros, orientaciones sexuales y expresiones comportamentales sexuales han hecho mella en los desencuentros entre los diferentes sectores al interior de las MS.

Dicha homofobia ha conducido además a que los intentos por hacerse presentes en los escenarios políticos y participar en la creación de una PP se hayan circunscrito a los esfuerzos aislados de algunas feministas, y de miembros(as) de los sectores de LGBT y los conformados por otras personas con tránsitos identitarios de cuerpo y sexualidad.

No puede negarse, sin embargo, que con ello se han logrado en Colombia ciertos cambios en las políticas de equidad de género (mas no de géneros), -como por ejemplo la “Ley de cuotas” que promueve la participación de las mujeres en cargos públicos-, en los derechos civiles de parejas de sexo diferente, en los programas de prevención del sida y en el desarrollo de las políticas de salud sexual y reproductiva a nivel nacional, y en las locales con relación a los sectores LGBT con el proyecto “por una Bogotá más incluyente” y con el “Plan de desarrollo por el respeto y la visibilización de las diversidades sexuales” en Medellín; lo que ha significado cierta apertura mas no una disminución significativa de las vulneraciones, pero que si ha posibilitado el avance hacia el logro de una “diferenciación positiva o discriminación positiva” con medidas que establecen beneficios en favor de las MS, dado que se encuentran en situación de desventaja social.

El objetivo de la participación en la PP es en ultimas, suprimir y prevenir una discriminación o compensar las desventajas resultantes de actitudes, comportamientos y estructuras existentes en la sociedad, a partir de la lucha contra las desigualdades generadas por la estructura social, que sufren las mujeres y los/las LGBT por razón de su sexo, raza, origen, religión, etc.

La aproximación a dicho objetivo como lo diría Esguerra (2004) puede observarse en que “un alcalde y su administración acompañen de manera clara a los ciudadanos LGBT en el acto que los visibiliza – la marcha del orgullo gay- y que se ha constituido en forma de resistencia frente a la muerte social prescrita desde la "heterosexualidad obligatoria", el heterocentrismo y el heteropatriarcado”. Algunos intentos de trabajo intersectorial se han podido observar igualmente en la discusión sobre la obtención de los derechos civiles de las PdMS y más recientemente en el tema de la interrupción del embarazo.

A pesar de los logros obtenidos no todos los sectores de las MS participan en la PP en igualdad de condiciones ni poseen un interés similar por temas que consideran más de otros o de otras por no ser ellos o ellas los y las directamente implicados. A ello se agrega el hecho de que temas como la adopción o el aborto requieren de una mayor y más profunda discusión para su comprensión y la de los argumentos de quienes están en contra como prerrequisito para que haya una unidad tanto discursiva y emocional como el la planeación, ejecución, seguimiento y evaluación de las acciones.

En ultimas, la participación en la PP de las MS requiere de todos sus actores, abrirse a entender y asumir que las diferencias entre las mujeres y los/las LGBT -y entre ellos y ellas mismas/os- son mucho menores que los supuestos abismos conceptuales, emocionales y experienciales que parecen distanciarlos/las y dificultan su unidad, pero en especial darse cuenta y empoderarse del hecho de que solo en la medida en que se trascienda la homofia social, particular e internalizada logrará superarse el escollo que con mayor fuerza impide el reconocimiento de los otros y las otras como auténticos(as) otras(os) cualquiera que se a su sexo, cuerpo, genero, orientación sexual o expresión comportamental sexual.

Notas al margen

[1] Según Donny Meertens (2002), un enfoque diferencial es un método de análisis que toma en cuenta las diversidades e iniquidades existentes en nuestra realidad, con el propósito de brindar una adecuada atención y protección de los derechos de la población. Emplea un análisis de la realidad que pretende hacer visibles las múltiples formas de discriminación contra aquellas poblaciones consideradas diferentes y define las discriminaciones más relevantes en el contexto de la crisis.
[2] Ser Sujetos de derechos en las políticas públicas, en una condición sine qua non que le posibilita al sujeto social la posesión de una clave de lectura de la realidad, con conciencia de su propio ser y de su operar, y con la suficiente autonomía para liberarse de los condicionamientos y manipulaciones de los otros y las otras, confrontando su solidaridad con la de otros, y a su vez individual y societalmente ir construyendo su identidad.
[3] Sexo biológico hace referencia a un punto ubicado en un continuo en el que sus extremos son los opuestos reproductivos funcionales, que caracterizan de manera diferenciada la conformación de los rasgos primarios y secundarios que nos caracterizan y diferencian tales como el sexo gonadal, hormonal, el sistema genital externo e interno, la estructura cerebral, la morfología corporal, la estructura ósea y muscular, la distribución de las grasas y del vello púbico, entre otras. Si es entendido como definición psicosocial, a la definición de macho y hembra deben sumarse la de identidad de género.
[4] Transgénero: término que describe un amplio rango de personas que experimentan y/o expresan su género de forma diferente al deber ser; incluye a transexuales, transvestis, como así también toda persona que expresa características de género que no corresponden con las tradicionalmente asociadas al sexo de la persona (que se asume tiene de origen). Los tránsitos de género pueden ser de lo masculino a lo femenino, de lo femenino a lo masculino o presentar simultáneamente características tanto masculinas como femeninas.
[5] Intersexuales: presentan simultáneamente características morfológicas correspondientes a ambos sexos (tejido ovárico y testicular en la conformación interna de su aparato reproductor). En la especie no solo se presentan el macho y la hembra sino igualmente “estados intersexuales” con diferenciación somatosexual durante el desarrollo prenatal de la expresión particular en los sexos genotípico y fenotípico. Se han estudiado 16 variantes intersexuales.
[6] Varios actos se llamaban sodomía: la masturbación, el contacto oral o anal con el pene que se producía entre un hombre y una mujer, las relaciones sexuales con animales y el coitus interruptus. Incluso a cualquier relación en la que el hombre asumiera posición diferente a estar encima de la mujer y esta boca arriba, ya que disminuían la capacidad de concebir. A las relaciones entre hombres no se les incluyó en ese grupo.
[7] Génesis 19:1-25, Sodoma y Gomorra. En dos listas paulinas de vicios, encontramos un término raro y oscuro, probablemente acuñado por el mismo San Pablo a partir de dos palabras griegas comunes que literalmente se puede traducir “varón-camas”, (griego: arsenokoitai). En I corintios 6:9, “varón-camas” es precedido por la palabra común que significa “suave”, “blando”. La Biblia Reina Valera, tradujo “varón-camas” como “los que se echan con varones”, y “suave”, “blando”, como “afeminado”. Incluso en el siglo XX hay teólogos (especialmente católicos) que citan el texto para condenar la masturbación.
[8] OBC que reúne desde el 2000 a personas de diferentes sectores sociales populares (entre ellos mujeres y personas LGBT); pretende cubrir la diversidad geográfica, cultural y organizativa de las comunidades de Colombia, integrándolas en un proyecto de formación que involucra componentes investigativos y comunicativos para visibilizar, fortalecer y consolidar liderazgos colectivos sociales y populares en los escenarios políticos de paz.
[9] ONG que trabaja desde 2003 en favor de los derechos de LGBT en Colombia; surge a partir de las lecciones aprendidas que deja el proceso de incidencia política frente al Proyecto de Ley que busca reconocer derechos a parejas del mismo sexo.

BIBLIOGRAFÍA

AGUILAR, V., Luís, 1992, "Estudio introductorio", en Luis Aguilar Villanueva, (comp.) “El estudio de las políticas públicas”, Tomo 1. México, Editorial Porrúa, pp. 15-54
ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA AMERICANA, 1974, “DSM III, Modern Synopsis Of Comprensive Text Boock Of Psychiastry III”.
ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA AMERICANA, 1994, “DSM IV, Modern Synopsis Of Comprensive Text Boock Of Psychiastry IV”.
BECKER, Howard, 1985, “Outsiders. Étude de sociologie de la deviance”, Paris, Ed. Métailié.
BENKERT, 1979, “Carta Abierta al emperador de Austria-Hungría”, en Vern. E. Bullough, Homosexuality, “A History”, Nal Books.
CABRAL, Mauro, 2005 “Intersexualidad”, en: Acceso 22.11.05
CALIFIA, Pat , 1997, “Sex Change. The politics of transgenderism”, San Francisco, Cleis Press,
CHASE, Cheryl, 1998, “I can’t afford to get sick”, en Feinberg, Leslie (Transliberation Nueva York, Beacon Press,
COCIMANO, Gabriel “Ambigüedades: El transgénero en la posmodernidad”, en: acceso 22.11.05
COLAPINTO, John 2000, “As nature made him. The boy who was raised as a girl”, Nueva York, Casper Collins
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, 2003), “Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales”. El Vaticano.
DE AQUINO, Tomas, 1947, "Summa theológica", Benziger Bros.
De Cecco and Parker Editores, 1995, “Sex, Cells, and Same-Sex Desire: biology of Sexual Preference”, New York, Harrington Park Press,
DEFENSORÍA DEL PUEBLO, Pérez Murcia, Luis Eduardo, 2002, Prosedher. “Programa de Seguimiento y Evaluación de Políticas Públicas en Derechos Humanos” Bogota.
DREGER, Alice, 1999, “Intersex in the Age of Ethics”, Maryland, Universtiy Publishing Groups
DURAN, Patrice, “Le savant et la politique: pour une approche raisonnée de l’analyse des politiques”, en l´année sociologique, 40, puf, Pp 227 - 259., en “Cómo elaborar las políticas públicas, quién decide, cómo realizarlas, quién gana o pierde, André-Noel Deubel, Roth. 2002, en “Políticas públicas: formulación, implementación y evaluación”, Bogotá, Ediciones Aurora
ESGUERRA MUELLE, Camila. “Bogotá sin homofobia: un paso hacia la indiferencia solidaria”, en publicado en 01.09.2004; Acceso 22.11.05
FOUCAULT, Michel, 1978/76, “The History of Sexuality, volume 1: An Introduction”, New York, Vintage, p. 53
FREUD, Sigmund, 1909, “Análisis de una fobia en un niño de cinco años”, en “Estándar Editión, Vol. X”, pp 1- 147.
GREEMBERG, David, 1998 "The construction of homosexuality" Chicago University, Chicago, Chicago press,
GREEN, Richard, Robert J. Stoller y Craig MacAndrew, 1966, “Attitudes toward sex transformation procedures”, en “Archives of General Psychiatry 15”, pp. 178-182.
GROSSKURTH, Phyllis, 1980, "The Havelock Ellis: A biography", New York, Alfred Knopf
HAMER, 1993, “Relación entre los marcadores de ADN en el cromosoma X y la orientación sexual masculina”, en revista Science, número 261, Julio.
HOOKER, Evelyn, 1957, "La adaptación del hombre declaradamente homosexual”, en Journal of projective techniques, Nº 21, pp. 18-31.
HUMBOLDT-UNIVERSITÄT ZU BERLIN, 2005 V
KESSLER, Suzanne, 1998, “Lessons from the Intersexed”, Nueva Jersey, Rutgers University Press
KINSEY, Alfred; Wardell, Pomeroy; Clyde Martin, 1948, "Sexual behavior in the human male", Filadelfia, pp. 659
KINSEY, Alfred; Wardell, Pomeroy; Clyde Martin; Gebhard, Paul ; Sanders, W. B., 1953, "Sexual behavior in the human female", Filadelfia, p. 453
LE VAY, Simon, 1991, "A Difference in Hypothalamic Structure Between Heterosexual
and Homosexual men", Science, vol. 253, pp. 1034-7.
LIPOTEVSKY, Pilles (1986) “La era del vacío: ensayos sobre el individualismo contemporáneo”, Barcelona, Anagrama
LOMBARDI-NASCH Michael A., 1994, “The Riddle of “Man-manly Love: The pioneering Work on Male Homosexuality”; Búfalo, USA; Prometheus
MC CAFFREY, Joseph, 1971, “Homosexualidad. Aquinas y la Iglesia”, en Catholic World, USA.
MC CONAGHY,N., Silove, D., 1992, “Do sex-linked behaviors in children influence relationships with their parents?”, Arch Sex Behav. Oct, 21(5):469-79.
MONEY, John, HAMPSON, John y HAMPSON, Joan, 1955, “Hermaprhoditism: recommendations concerning assignment of sex, change of sex, and psychologic management”, en Bulletin of the John Hopkins Hospital, Nº 97.
MONEY, John, Ehrhardt, Anke A. 1996, “Man & Woman, Boy & Girl: Gender Identity from Conception to Maturity”. Master Work Series.
PRECIADO, Beatriz 2000, Manifiesto Contra-Sexual, Opera Prima, Madrid, España
VON KRAFFT-EBING Richard, 1965, “Psychopathia Sexuales Psychopathia Sexualis”, Traducido por Franklin Klaf; Bell, New York.
DEUBEL ROTH, André-Noel, 2002. “Manual de exigibilidad. Políticas públicas, formulación, implementación y evaluación”, Ediciones Aurora, Bogotá,
MINISTERIO DE CULTURA, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2002, Serge Dd la Ossa, Margarita Rosa; Suarez Vargas, Maria Cristina; Pineda Camacho, Roberto (editores); Wade, Peter. Identidad, en “Palabras para desarmar”. Bogotá, pp. 255-264.
STERLING ANNE, Fausto, 2000, “Sexing the Body. Gender politics and the construction of sexuality”, Nueva Cork, Basic Books,
TORRES, Ana Teresa (2000) “Fronteras del deseo”, en http://www.kalathos.com/oct2000/psicologia/a_torres/a_torres.html Lyotard
ULRICHS, Karl Heinrich, 1994, "The riddle of man-manly love" Traducción de Lombardi-Nach. Bufalo USA, Prometheus
UNIVERSIDAD CENTRAL DE BOGOTA, Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos, Línea Género y Cultura. 2005, "Equidad de género y políticas públicas: desafíos para la investigación y la acción", Bogota
VELANDIA-MORA, Manuel Antonio, 1999, “Y si el cuerpo grita... Dejémonos de maricadas”, Bogotá, Editorial Equiláteros
__________________2004, "El derecho a estar siendo o la posibilidad emocional, teórica y experiencial de las identidades móviles: Una comprensión desde el mundo de las travestis trabajadoras sexuales", en Hacia una agenda sobre Sexualidad y Derechos Humanos en Colombia. consultado en Dic 21 de 2005
__________________2005, “Las identidades móviles de los, las, les seres”, en “Bioética y Sexualidad”, Universidad del Bosque, Bogotá.
__________________2005, "La expedición se construye en equipo", OIM-Fondo Mundial de Sida, Tuberculosis y Malaria, Proyecto Colombia, Bogota
VON KRAFFT-EBING, Richard, 1965, “Psychopathia Sexuales”, traducción Ranklin Klaf; New York

Jugando al gato y al ratón con los derechos de los homosexuales

Manuel Velandia Mora
08 de octubre de 2006

http://www.semana.com/wf_InfoArticulo.aspx?idArt=97359

Al Proyecto de Ley de sobre los derechos civiles de las personas del mismo sexo que se discute actualmente en el Senado de la República le ha pasado de todo, cuanta maña tienen los “padres y madres de la patria” ha salido a relucir en el debate: se han oído en boca de los senadores excusas tales como “no he tenido tiempo de leer el proyecto”, algo difícil de creer si recordamos que sólo tiene un artículo; también informaron que no han podido leer las ponencias de algunos de sus compañeros porque no les ha llegado copia de la misma, cuando el texto de dichas alocuciones se encuentra disponible en el Diario oficia; inclusive han intentado, en varias ocasiones, devolver el proyecto y hasta hundirlo pero igualmente han fracasado. Recordemos que en la sesión del 4 de octubre se derrotó una proposición de archivo del proyecto, dando así vía libre al trámite de la Ley.

La salida senatorial de ayer fue la gota que derramó la copa, cuando estaban a punto de votarlo, cerca de 18 senadores, entre cristianos, conservadores y liberales huyeron del recinto en su ultimo intento para impedir la votación, utilizando el manido truco de desintegrar el quórum. Fue tan evidente y bochornosa su “participación” en las decisiones políticas del país que la presidenta del Senado, Dilian Francisca Toro, dijo "Vamos a empezar a aplicar una resolución que nos permite descontar los salarios a los que no vengan a las votaciones".

Los senadores Álvaro Araújo, Armando Benedetti, Piedad Córdoba y Gina Parody se quedaron con sus ganas de celebrar lo que ya parecía un triunfo pleno, recordemos que lograron 38 votos a favor y tan solo 25 en contra en la votación en la que se decidió que la iniciativa no fuera regresada a la comisión donde fue aprobada en primer debate.

Los liberales quedaron sorprendidos cuando los senadores Hugo Serrano y Luís Fernando Duque votaron en contra del proyecto, no sólo porque había un acuerdo previo de la bancada sobre el voto positivo a un proyecto que cuenta con una importante trayectoria dentro del liberalismo, sino además porque su posición olvidaba que en sus estatutos, el Partido Liberal, reconoce a las minorías sexuales como uno de sus sectores políticos. Juan Manuel Galán dijo que, el próximo martes pedirá en su colectividad que sancione a estos dos senadores por votar en contra del proyecto y exigirá se aplique la ley de bancadas.

Llamó la atención, la molestia (para decirlo amablemente) manifiesta en la cara de la senadora Piedad Córdoba que logró borrarle el brillo en los ojos y la sonrisa que la caracterizan cuando el triunfo se acerca, pues para ella era imperdonable la traición de los senadores Serrano y Duque con quienes previamente había sido clara sobre la importancia que tiene para el partido Liberal la aprobación de esta ley, mas aún cuando de todos es conocido que ha sido ella precisamente la mas grande abanderada de los derechos civiles de los homosexuales en Colombia; igualmente se destacó la actitud de Gina Parody, quien afirmó que el Proyecto no incomoda a ningún grupo social ni religioso y que "lo que estamos haciendo es abriéndole las puertas a un grupo de personas para que sean felices".

Algo similar sucedió en los miembros del Polo Rosa con la posición del senador Jesús Bernal, del Polo Democrático, de quien ya era sabido suele apartarse de ciertas decisiones de su grupo político, les borró de tajo la emoción los embargaba que era muy similar a la que experimentaban las demás lesbianas, homosexuales y simpatizantes que se encontraban celebrando, por adelantado, en las barras del Congreso.

Un buen intento para pasar el trago amargo que le producía la derrota fue el toque de “fino humor” acompañado de una carcajada colectiva que logró el consabido chiste sexista, ya repetido en varias ocasiones en el sagrado recinto, interpretado esta vez por el comediante-senador conservador Jorge Hernando Pedraza quien pidió a la Secretaría que le informaran si alguno de los presentes si había declarado impedido para votar el proyecto.

En este debate además llama la atención la vergonzosa utilización que hicieron las organizaciones cristianas de niños y niñas, al obligarlos a marchar a favor de la vulneración de los derechos civiles de las parejas del mismo sexo y la doble moral expresada en el uso de imágenes sexualmente explicitas con las que ilustraron los “documentos científicos” que repartieron en su estrategia comunicativa a los miembros del Senado.

Senadores (38) que votaron a favor del proyecto:
Mov. Autoridades indígenas de Colombia A.I.C.O.
Estacio Ernesto Ramiro

Movimiento Alianza Social Indigena
Piñacue Achicue Jesús

Movimiento Alas Equipo Colombia
Araujo Castro Álvaro
Ballesteros Bernier Jorge
Zapata Correa Gabriel

Partido Cambio Radical
Char Navas David
Restrepo Escobar Juan Carlos

partido conservador colombiano
delgado blandon ubeimar

Partido Convergencia Ciudadana
Arrieta Buelvas Samuel Benjamin

Partido Liberal Colombiano
Ashton Giraldo Álvaro Antonio
Barco López Víctor Renan
Córdoba Ruiz Piedad Esneda
Galán Pachón Juan Manuel
González Villa Carlos Julio
Jaramillo Martínez Mauricio
López Montaño Cecilia Matilde
Nader Muskus Mario Salomón
Sánchez Ortega Camilo
Velasco Chávez Luís Fernando

Partido Social de Unidad Nacional
Benedetti Villaneda Armando
García Orjuela Carlos Armando
Gutiérrez Jaramillo Adriana
Jattin Corrales Zulema Del Carmen
Merlano Fernández Jairo Enrique
Name Cardozo José David
Pimiento Barrera Mauricio
Torrado García Efraín
Velez Trujillo Luis Guillermo
Zucardi de García Piedad

Polo Democrático Alternativo
Avellaneda Tarazona Luís Carlos
Cuellar Bastidas Parmenio
Dussan Calderón Jaime
Guevara Jorge Eliécer
Moreno Rojas Iván
Petro Urrego Gustavo Francisco
Ramírez Ríos Gloria Inés
Torres Nidia
Jaramillo Guillermo

senadores (25) que votaron en contra del proyecto:

Partido Convergencia Ciudadana
Barriga Peñaranda Carlos Emiro

Polo Democrático Alternativo
Bernal Amorocho Jesús Antonio

Partido Cambio Radical
Cáceres Leal Javier Enrique
Guerra De La Espriella Antonio Del Cristo
Londoño Arcila Mario
Montes Álvarez Reginaldo Enrique
Olano Becerra Plinio Edilberto
Pinedo Vidal Miguel
Quintero Villada Rubén Darío
Rodríguez de Castellanos Claudia Yadira Inés
Torres Rueda Luís Carlos

Partido Conservador Colombiano
Cepeda Sarabia Efraín José
Díaz Mateus Iván
Enríquez Maya Eduardo
Nuñez Lapeira Alfonso Maria
Salazar Cruz José Darío
Yepes Alzate Omar
Velásquez Arroyave Manuel Ramiro

Partido Social De Unidad Nacional
Clopatofsky Chisays Jairo

Partido Social De Unidad Nacional
Enríquez Rosero Manuel

Partido Liberal Colombiano
García Valencia Jesús Ignacio
Rojas Jiménez Héctor Heli
Serrano Gómez Hugo

Movimiento Colombia Viva
Maloof Cuse Dieb Nicolas

Movimiento Mira
Moreno Piraquive Alexandra