Manuel Velandia Mora[1]
2005
¿Quieres tener sexo con migo? Esta pregunta, bastante general en l@s jóvenes, suele demostrar que muchas veces al sexo se le restringe a la posibilidad de un acto genital penetrativo o un intercambio erótico, olvidando que estas son tan solo algunas posibilidades de la sexualidad.
Dependiendo desde dónde se le explique, el sexo puede ser entendido primero, como definición biológica; segundo, como definición psicosocial; o tercero como una definición en continuo que imbrica y trasciende a las dos anteriores.
Primero. Si sexo es una definición binaria eminentemente biológica, entonces, sexo hace referencia a lo que somos genotípica y fenotípicamente como hembras o machos de la especie, es decir a los rasgos primarios y secundarios que nos caracterizan y diferencian tales como el sexo gonadal, hormonal, el sistema genital externo e interno, la estructura cerebral, la morfología corporal, la estructura ósea, la distribución de las grasas en el cuerpo y la distribución del vello púbico, entre otras. La definición biológica del ser humano concibe la normalidad sexual como inherente y exclusiva del coito vaginal con fines reproductivos[2] y que cualquier posibilidad erótica pene-vagina debe considerarse perversa o patológica siguiendo la tradición judeocristiana de la “medicalización del pecado” que se ha orientado ideológicamente a sustentar que fuera de estas dicotomías y de la practica con fines procreativos no hay salvación y que provee de explicaciones patológicas a las conductas sexuales.
Segundo. Si por el contrario sexo es entendido como definición psicosocial, a la definición de macho y hembra debe sumarse la identidad de género comprendida como la única posibilidad de percepción que tiene cada persona de ser hombre o mujer; y el rol de género, en consecuencia, es la expresión de masculinidad en el hombre o de feminidad en la mujer a partir de lo que la sociedad determina como el “deber ser” con que cada individuo debe identificarse y actuar socialmente.
Tercero. Si sexo es entendido como una definición en continuo, entonces, el concepto imbrica lo biológico a la dimensión psicológica y social de la sexualidad en lo que se concibe bajo la denominación de género. En este caso ya no sólo se habla de hombre y mujer, pensando al primero como masculino y a la segunda como femenina, sino que se entiende que existe una gama de variaciones sexuales.
No solo existen el macho y la hembra; en la especie se presentan igualmente estados intersexuales que pueden presentarse en el proceso de la diferenciación somatosexual durante el desarrollo prenatal, variaciones que a su vez tienen una expresión particular en los sexos genotípico y fenotípico; no en vano los dos sexos comparten un cromosoma X, hormonas “masculinas” y “femeninas” y hasta un cerebro que hoy sabemos es bisexual y posee diferentes estructuras y regiones cuya masculinización o feminización independientemente ocurre no sólo en la vida embrionaria y fetal sino a lo largo de todo el ciclo vital.
Sexo y género no es lo mismo
Desde esta perspectiva el concepto género es una construcción psicosocial ecosistémica que es comprendida, emocionada y experienciada de manera diferente en cada cultura, tiempo, espacio y persona. Razón por la que no deben ser entendidas como categorías exclusivas y excluyentes, sino como estereotipos que las sociedades establecen. El género es un continuo en el que los extremos son lo masculino y femenino y a lo largo de la línea que los une se presentan una serie de variaciones en las que uno de los estereotipos con sus respectivos comportamientos y actitudes puede ser más marcado que el otro o imbricarse de tal manera que, en la experienciación de la personas, desaparecen los limites del estereotipo.
La identidad y rol de género están determinadas por la ubicación del(a) sujet@ en dicho continuo y pueden presentarse de manera permanente o intermitente en cada persona.
Recogiendo lo más importante de lo hasta ahora expuesto, pudiéramos afirmar que desde ésta ultima perspectiva la sexualidad es una definición en continuo; que en la experiencia cotidiana se manifiestan tanto los sexos socialmente reconocidos como también las intersexualidades; que las identidades de género y los roles de género son tantos como personas existen, y que además, éstas identidades y roles no están determinados de manera permanente en las personas sino que pueden cambiar de acuerdo con los procesos emocionales que cada un@ experiencia en el transcurso de su existencia.
¿Cómo se explica la orientación sexual?
Si sexo es una definición que se comprende de forma binaria eminentemente biológica, la sexualidad, que es una dimensión eminentemente humana basada en el sexo, desde esta perspectiva únicamente es posible explicarla desde la posibilidad binaria de relacionamiento macho penetrador-hembra penetrada y por tanto, se excluye cualquier otra posibilidad de relacionamiento entendida con fines no procreativos.
En cambio, si sexo es entendido como definición psicosocial, se evidencia que la orientación sexual “normal” es la heterosexualidad exclusiva en hombres y mujeres ya que debe corresponderse con el “deber ser” tanto de la identidad como del rol de género.
Si se percibe la sexualidad como una definición en continuo, logramos intuir además, que la orientación sexual no puede ser explicada desde el estereotipo heterosexual sino a partir de las posibilidades que se establecen con base en las diferenciaciones de sexo, y las identidades y roles de género. Es decir, que puede comprenderse que emocional y físicamente los seres humanos están en posibilidad de relacionarse no sólo desde la experiencia heterosexual sino también desde la homosexualidad, la lesbianidad o la bisexualidad; en otras palabras, ya no en exclusiva y excluyente posibilidad sino diversidad de ellas.
Si a lo anterior añadimos que cada ser humano es único e irrepetible, podemos entonces recapitular y afirmar que no puede hablarse de la sexualidad como un estereotipo sino de experiencias particulares asumidas por cada persona y por tanto, debe hablarse de sexualidades; de lo anterior se desprende que existen tantas homosexualidades como sujetos experiencian particularmente su homosexualidad y en consecuencia, igualmente existen lesbianidades, bisexualidades y heterosexualidades.
¿Qué es la sexualidad?
La sexualidad no es “algo” que aparece con la adolescencia; está presente en todos los momentos de nuestra existencia, desde que nacemos hasta cuando morimos. Se relaciona con el hecho de que los humanos somos seres sexuados. Los seres humanos además de tener un cuerpo y un sexo, hecho común con los demás animales, nos diferenciamos de estos no solo por nuestras posibilidades intelectuales, sino además por el desarrollo de nuestras funciones emocionales y operativas; estas funciones nos posibilitan la toma de conciencia, la vivencia y asunción de las emociones que generan el cuerpo, el sexo, el género, la orientación sexual y las expresiones comportamentales sexuales.
La sexualidad involucra: aspectos físicos porque está relacionada con el cuerpo; aspectos emocionales ya que está vinculada con la identidad de la persona (lo que ella asume de sí) y los procesos afectivos propios de las relaciones interpersonales; además de aspectos sociales, culturales y relacionales que se adquieren en la familia, la escuela y en la vida cotidiana; aspectos ecosistémicos ya que se vivencia de una manera particular en cada sociedad, espacio (región geográfica) y tiempo; aspectos históricos ya que lo que se nos trasmite resume el desarrollo de las sociedades y los seres humanos que las conforman.
¿Qué es la Identidad?
La identidad es la idea y la sensación móviles que tiene el ser humano, en una sociedad y tiempo concretos, de ser lo que busca ser con relación a la cultura, a otræs(os) seres en su entorno y consigo mismo, y de seguir siéndolo en el transcurso del tiempo. No se tiene una identidad como algo construido y terminado, se está siendo y haciendo una identidad de manera dinámica en relación consigo mismo, con læs(os) demás y con la cultura a partir de cómo la persona se experiencia a sí misma, y con relación a las demás explica dicha situación y se emociona con ella.
La movilidad de la identidad, sistémicamente hablando, hace referencia a la posibilidad que existe de que la identidad cambie en el tiempo, a partir de las relaciones sociales y por inter-influencia con el medio, la cultura y la sociedad. La identidad puede considerarse como la emergencia de una construcción, no siempre consciente, que afecta los procesos de socialización del sujeto; para este autor la identidad emerge de la vida cotidiana, mas específicamente de la educación (formal y no formal) que provee a la personas los referentes del “deber ser” de la identidad, dichos referentes están basados en la cultura, son propios de una sociedad y tiempo determinados, y están afectados por los procesos de interrelación e interdependencia del individuo.
[1] Velandia Mora, Manuel Antonio. Sociólogo, Filósofo, Sexólogo, Especialista en Gerencia de Proyectos Educativos y Magíster en Educación. Investigador Social y maestro universitario. Miembro Titular y ex Vicepresidente de la Sociedad Colombiana de Sexología y es Director de la Revista Latinoamericana de Sexología.
[2] Preferiría usar el concepto de sistema sexual diversificador como una forma de acentuar la naturaleza única del ser humano y no seguir el juego de que somos “copias” del padre o la madre.
sábado, 22 de marzo de 2008
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