domingo, 29 de mayo de 2011

“¿Se puede morir de amor?”: El VIH ahora más que nunca resiste los medicamentos

Por Manuel Antonio Velandia Mora
España, Mayo de 2011

Ricardo, un colombiano de 37 años, es uno de los rostros de una amenaza de la que mucha gente ha oído hablar, pero no ha visto materializada: ser resistente a los tratamientos farmacológicos.

Por años, Ricardo Montes* vivió una historia de patologización. Primero fue su madre, quien le hizo asumir su vida como si hubiera nacido enfermo. A ella se sumó su padre, después vinieron los compañeros de clase, los vecinos y hasta el sacerdote del barrio. A sus 17 años, huyó de su pequeño pueblo en Santader, Colombia, hacia la capital, Bogotá, para poder ser lo que siempre había querido ser: un hombre homosexual, profesional, con una pareja estable y con la vida económica bien resuelta.

Durante una entrevista que recientemente mantuvimos Ricardo aseguró que lo logró todo, pero que nunca imaginó que en el amor encontraría su perdición. Según dice, cuando vio caminar con su ritmo pausado a quien hasta hace cinco meses y tres días fue su pareja -y experimentó la sensación de haber sido atravesado por su mirada verde intensa-, se deslumbró con sus maravillosos dientes blancos y quiso dejar perder sus dedos entre sus cabellos enredados, aun cuando lo que menos pensó fue que esta sería la primera de muchas veces en las que rompería sus normas y aceptaría tener relaciones sin condón.

“¿Quién puede resistirse al impulso del amor?”, aseguró entre triste y nostálgico; “¿quién puede negarse ante la posibilidad de tener lo que siempre ha deseado?”, continuó. “¿Quién puede decirle que no a alguien que sabe cómo enredarte en sus palabras al mismo tiempo que te hace sentir el ser más maravilloso del universo?”. Por un momento, sus expresiones me recordaron la misma expresión que he escuchado en hombres y  mujeres cuando descubren que portan el virus de inmunodeficiencia humana que causa el sida, VIH.

“Caí como un tonto... Lo peor de todo es que no me arrepiento, pero tampoco puedo negar que me siento algo culpable; no solo he oído hablar del sida, también sé perfectamente cómo se transmite y no se trasmite; es más, durante un tiempo fui voluntario en una organización que trabaja en este tema, pero luego de conocerlo me fui alejando de todo, incluso dejé a muchos de mis amigos y me entregué por completo a Alfonso, me entregué por completo, de cuerpo y alma... ¡sin ninguna barrera!”, afirmó Ricardo como quien reflexiona en voz alta.

Después de un momento de silencio, Montes recordó a Alfonso, su pareja durante 14 “cortísimos” meses, quien enfermó rápidamente. Recuerda Ricardo que cuando decidieron consultar al médico fue demasiado tarde. “El virus ya había invadido todo su cuerpo y las infecciones oportunistas siguieron unas a otras, por eso no pudieron darle medicamentos inhibidores del VIH.”.

Ricardo no quiso hacerse ninguna prueba para detectar en su organismo la presencia del “bicho” (así se refiere al virus), aunque, afirma que estaba seguro que se encontraba infectado. “Preferí esperar y acompañarlo, estuve con él hasta su muerte, vino rápido, mucho más rápido de lo que habíamos pensado”, agregó.

Cuenta, además, que lloró dos días sin parar. “Permití que fluyera hasta la última de mis lágrimas y creo que no sólo lloré por él, sobre todo lloré por mí, porque me sentí solo, porque me negaba a que me hubiera abandonado y sobre todo porque al decidir dejar Colombia, también dejaba mi trabajo, mi apartamento y a mi madre”.

Ricardo se mudó a España y no precisamente para buscar apoyo. Fue tres meses después de haber llegado a ese país que pidió por teléfono una cita para el counseling en una organización de hombres homosexuales. Dice que quien lo atendió para darle apoyo emocional le preguntó si quería saber si estaba infectado o no. Él dijo “sí” y unos minutos después le hicieron una prueba diagnóstica la cual fue con una pequeña gota de sangre. “Mientras hablábamos yo casi no oía nada, estaba seguro que sería reactiva. Unos treinta minutos después de haberme sangrado me dio el diagnóstico, fue positivo”. El hombre que le atendió le sugirió ir a la consulta médica y confirmar el diagnóstico.

Montes aceptó el acompañamiento. “Fuimos juntos al hospital, me hicieron una consulta médica, me tomaron una muestra y debí volver dos días después por el resultado”. Le dijeron que deberían confirmar el diagnóstico y que en caso de que fuera positivo le harían otras pruebas. Pasada una semana le informaron que debería hacer una prueba de resistencia a los medicamentos inhibidores del VIH.

El médico le informó que los virus que estaban en su cuerpo tenían la mutación Q148R combinada con las resistencias E138K, G140A y V541; que éstas se asocian con un nivel alto de resistencia a inhibidores de la integrasa (un tipo de medicamentos que inhibe la multiplicación del virus del sida). “Mejor dicho, mutaciones en la estructura del VIH que suelen observarse después de un fracaso a largo plazo”, agregó.

Enfrentar “la resistencia” 
Luego de meditarlo por un tiempo, Ricardo Montes asumió que su ex pareja se había infectado con alguien que era resistente a los medicamentos o había hecho un mal uso de estos “porque muy seguramente no era muy adherente al tratamiento y por eso tenía esas mutaciones que los hicieron a ambos resistentes a los retrovirales”.

Aseguró además que no sabía cuál fue la causa, pero “si él debía tomar medicamentos yo nunca lo vi hacerlo. Tampoco sé qué significan esas letras y números, pero tengo claro que no me sirven todos los medicamentos existentes”. El problema al que se enfrentó desde ese momento fue su resistencia a algunas de las posibilidades de tratamiento existentes, lo que hace que tenga menos opciones terapéuticas farmacológicas, por lo que le fue recomendado continuar con el apoyo emocional.

“Estamos hablando de una amenaza que nunca pensé que me pudiera afectar. Para mí es extraño pensar que la resistencia a unos medicamentos pueda transmitirse a otra persona, pero la resistencia antimicrobiana es una amenaza silenciosa que puede afectar a cualquiera”, agregó Ricardo con un rostro de preocupación.

Este virus no es el único “resistente”
La medicina ha registrado que no solo se puede ser resistente a los medicamentos que inhiben la presencia del VIH en la sangre, un ejemplo es la resistencia de las bacterias a los antibióticos lo cual se conoce desde hace varias décadas. Pocos años después de que fármacos para este virus empezaron a administrarse, la resistencia era ya evidente. Durante los últimos treinta años el problema de la resistencia a los antimicrobianos ha sido un foco de atención para profesionales médicos, especialistas en salud pública e incluso para organizaciones de consumidores.

Los esfuerzos de los gobiernos y las asociaciones comunitarias para que ello no suceda han aumentado pero los cambios todavía no son proporcionales a la magnitud de la amenaza. Al menos así lo registra el material informativo de ReAct Latinoamérica “Cuidar y Curar: Comprendiendo la resistencia bacteriana a los antibióticos”.

Por su parte, La Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Uppsala en Suecia ha comunicado por intermedio de ReAct Global que “la situación es grave puesto que hay un déficit de información que demanda una respuesta urgente por parte de activistas, instituciones y agencias relacionadas con la salud”; además, hay poco presupuesto público para financiar investigaciones al respecto pues la resistencia involucra a diversos patógenos, que son transmitidos de diferentes maneras y que causan una amplia variedad de enfermedades.

A esto se le suma que en los países donde los fármacos de segunda o tercera generación son accesibles, se ha cambiado la terapia a los nuevos antibióticos cuando los niveles de resistencia a los antiguos han llegado a índices ‘incómodamente’ altos. Esto conlleva serias implicaciones porque disminuye las posibilidades de tratar las enfermedades infecciosas exitosamente.

Actualmente los más vulnerables son aquellos con su sistema inmunológico deprimido: pacientes oncológicos, niños desnutridos y personas con VIH (como Ricardo), quienes por razones de supervivencia frecuentemente necesitan acceso a una terapia efectiva que prevenga y trate las infecciones severas.

Una persona seropositiva para el VIH que recibe tratamiento con antivirales reduce el riesgo de su transmisión en un 96%, según un estudio publicado por United States National Institutes of Health, el pasado 12 de mayo. Este avance de gran importancia supondrá una revolución en la prevención de esta enfermedad, pero para las personas que viven con el VIH que tienen  acceso al tratamiento y que no hacen un uso adecuado de sus medicamentos y para sus parejas en relaciones sin condón esta opción disminuye considerablemente.

El uso adecuado de los medicamentos es esencial en la lucha ante este desafío de salud pública. Una de las causas para la pérdida de efectividad de los antimicrobianos es la generalización del uso inadecuado, debido a una selección equivocada, a un tratamiento acortado por el alto precio de los fármacos o a que las personas abandonan el tratamiento cuando sienten que sus síntomas ya han pasado, o no siguen los lineamientos que el medico les sugiere para la toma adecuada de los mismos.

Las exhaustivas recomendaciones sobre uso adecuado de antibióticos, realizadas por la Organización Mundial de la Salud chocan de frente con su aceptación y aplicación por parte de las autoridades de cada país. En Colombia, el Instituto Nacional de Salud investiga sobre dichas resistencias pero sus esfuerzos requieren un mayor presupuesto, es necesaria una mayor difusión de sus resultados y una movilización social para que las personas en la comunidad estén adecuadamente informadas.

Las organizaciones de personas que luchan contra el sida han desarrollado grandes avances al respecto pero sigue habiendo muchos hombres y mujeres que no han tomado conciencia de que la resistencia a los medicamentos no solo les afecta a ellos sino también a otras personas en la comunidad, personas como Ricardo quien tan solo buscaba amor y encontró, por el descuido de otros y el suyo propio, que su vida se acorta. 


El caso de Ricardo podría considerarse ‘afortunado’, pues su situación económica le permite unas condiciones superiores de asistencia a las que hubiera podido lograr en Colombia o en otras regiones donde los antimicrobianos de segunda y tercera línea no están disponibles, razón por la que una cantidad indeterminada de personas mueren, aun cuando en cierta medida estas muertes podrían considerarse prevenibles.

* El apellido del entrevistado fue cambiado por solicitud expresa de la fuente.

martes, 17 de mayo de 2011

Me llamo Manuel, soy gay, soy colombiano y tengo los mismos derechos que tú

Por 

17 de mayo de 2011

Plaza Catalunya, Barcelona 2009 - Foto by Bunkerglo

Aunque en 1990 la Organización Mundial de la Salud eliminó de su clasificación internacional de enfermedades la orientación sexual  como trastorno de salud, han pasado 21 años y, por lo menos en Colombia, parece que mucha gente no se ha enterado de eso. Empezando por el Alejandro Ordoñez, el Procurador General de la Nación, que nos ha hecho saber de manera permanente y reiterativa que tanto y como es homofóbico. 

Ser homosexual en Colombia para este personaje, pero también para aún buena parte de la población, es un delito. La opción sexual distinta a la heterosexual es una perversión que hay que condenar o una enfermedad que hay que curar. 

La condición homosexual como opción individual tropieza con muchísima más frecuencia que lo que se cree, con el libre desarrollo a la personalidad consagrada en el artículo 16 de la Constitución Política. Las normas o doctrina vinculante del derecho, empezando por el derecho a la vida (artículo 11), a la protección y goce de derechos y libertades sin discriminación (artículo 13), o el de reconocimiento de persona jurídica (artículo 14), terminan siendo palabras, tan solo palabras como dice la canción. En la dinámica social y política nacional esta es una comunidad, como casi todas en condición de minoría en el país, que se baten, día a día, por un reconocimiento en igualdad de condiciones.

No de otra manera se explica que entre 2008/2009 en Colombia, según fuentes oficiales citadas por Colombia Diversa, hayan sido asesinados al menos 127 personas de la comunidad LGTB (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgénero) y tres de estas víctimas fueran defensores de los derechos humanos de esta comunidad. 

"En 2008, las relaciones sexualesentre personas del mismo sexo eran condenables por la muerte en 7 países y eran consideradas como una forma de crimen en otros 80. En la mayoría de países del mundo, a las personas de la comunidad lesbiana, gay, bisexual, transexual, intersexual, queer, etc., se les niegan sus derechos humanos fundamentales tal como estos son definidos, entre otros, por la Declaración Universal de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales”.  

Y esto no parece cambiar. Aunque quizás ya no por vía de las constituciones, los jóvenes siguen siendo víctimas del acoso, la hostilidad y el hostigamiento homofóbico llevándolos a situaciones de depresión, aislamiento, desesperación y finalmente al suicidio. 

Sin embargo, es mucho más lo que se debe hacer en el ámbito de la educación y la cultura desde una perspectiva de derechos humanos en la sociedad, que lo que la misma Corte Constitucional pueda fijar como derrotero para las garantías y protección, en condición de igualdad, de esta comunidad. El matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción de niños y niñas por parte de parejas del mismo sexo quizás no tenga tropiezos en el orden normativo nacional, pero si en el ámbito de una sociedad que todos lo quiere hacer al escondido.

Manuel Velandia Mora by Bunkerglo 2009 - Barcelona
Me llamo Manuel, soy gay, soy colombiano y tengo los mismos derechos que tú, como titulé este breve post solo tiene como propósito rendir un homenaje a un destacado defensor de los derechos humanos de esta comunidad, y a través de él a todos sus defensores.  

Su camino no ha sido fácil. Aunque fue perseguido y hostigado por su condición homosexual que lo llevó a buscar refugio en España, Manuel ha conseguido vivir plenamente la vida desde su sensibilidad de artista. Su incansable curiosidad por el ser humano lo ha llevado a acumular especializaciones y doctorados juiciosamente adelantados, blindando su irreductible respeto por el Otro y su profunda dimensión de la solidaridad y la dignidad humanas.

No permitas la homofobia


Manuel Antonio Velandia Mora
España, mayo de 2011

El 17 de mayo se celebra el Día Internacional contra la Homofobia, Lesbofobia y la Transfobia, conmemorando que en 1990 la Organización Mundial de la Salud aceptó oficialmente la homosexualidad como una variación natural de la sexualidad humana, al retirar la homosexualidad de su lista de desórdenes mentales, pero ello no ha acabado con la homofobia, es más en algunas personas, ciudades y países se ha incrementado.


Desde 1990, la comunidad científica internacional se opone a todos los enfoques que consideran la homosexualidad como una “enfermedad” que debe ser "curada"; pero si hay una enfermedad que requiere tratamiento, esta es la homofobia, porque quien está afectado por ella no solo se produce daño emocional a sí mismo y a los demás, y en muchos casos hacen a quienes son objeto de su fobia, victimas de exclusión social, discriminación, estigma, desplazamiento forzado, lesiones físicas, encarcelamiento, pena de muerte e inclusive asesinato y de otros crímenes de odio que refuerzan los sentimientos de culpa y baja autoestima, aumentan el sufrimiento psicológico y en algunos casos extremos llevan a las personas al suicidio, a abandonar sus familias y los pueblos en los que han nacido.

Difundir o vivir el desorden mental de la homofobia, la lesbofobia y la transfobia, incita a la discriminación, la violencia y los asesinatos, a crear leyes en las que las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo conducen a la pena de muerte en 7 países y eran consideradas como una forma de crimen en otros 80.

En la mayoría de países del mundo, a las personas de la comunidad lesbiana, gay, bisexual, transexual, intersexual, queer, etc., se les niegan sus derechos humanos fundamentales tal como estos son definidos, entre otros, por la Declaración Universal de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

En Colombia, las personas homosexuales y lesbianas tienen derechos civiles reconocidos. El Alto Tribunal decidió incluir a las parejas del mismo sexo dentro del concepto de "compañero permanente", a partir de la fecha (28 de enero de 2009) estas parejas se verán cubiertas por diferentes derechos en materia civil, penal, política, migratoria, social y económica, que les permitirán estar en igualdad de condiciones con las parejas heterosexuales que vivan en unión libre; sin embargo, las personas transexuales no tiene derecho a tratamiento hormonal o a operaciones que cambian su morfología corporal, pero no por ello han dejado de vulnerarse sus derechos; algunos políticos aun no aceptan las uniones civiles y se han recortado prestaciones de servicios asistenciales y para la prevención del sida, esto facilita su vulnerabilidad frente al VIH, incrementa la falta de adherencia a los tratamientos inhibidores del VIH disminuyendo la esperanza de vida de las personas, acercándolas a la muerte.

La homofobia, la lesbofobia y la transfobia nos afectan directamente, son más de cien los homosexuales, lesbianas, transexuales y travestis que han sido amenazado de muerte; mujeres lesbianas, homosexuales y trans han sido agredid*s física y verbalmente en las calles y en espacios comerciales. Somos muchos los que hemos pedido asilo en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y España, no siempre lo conceden pero algunos ya lo hemos logrado, siendo este un reconocimiento internacional de la vulneración a los derechos que existe en Colombia.

La consideración de la orientación sexual y la identidad de género como un derecho humano fundamental implica además la creación de servicios de información y apoyo a personas LGTBI, leyes integrales para personas transexuales, que aborden todos los ámbitos en los que necesitan apoyo institucional para superar la transfobia, iniciativas encaminadas a asegurar la salud integral, la prevención del VIH, la articulación de políticas específicas de igualdad hacia los colectivos más discriminados dentro de la realidad lésbica, gay, transexual y bisexual: las personas mayores, las mujeres, las y los adolescentes, las diversas funcionalmente, seropositivas, inmigradas, hombres y mujeres transexuales; y que, las autoridades religiosas condenen firmemente el uso de discursos que proponen y/o impulsan procesos de “reparación” de la homosexualidad y transexualidad, y que promuevan el respeto de la diversidad sexual y de la identidad de género como variaciones de la sexualidad humana.

En esta acción me uno a todas las organizaciones en todos los países del mundo en la que cada un* de sus miembros se han abanderado de su derecho a Ser y estar siendo ciudadanos plenos y sujetos plenos de derechos, para exigir que en su contra no se ejerza  sin ningún tipo de violencia justificada en contenidos LGTBIfobicos.

No permitas que nadie te oculte, no permitas que nadie te diga qué hacer con tu cuerpo, con tu sexualidad, con tu libertad, no permitas que tu propia homofobia sea el espacio para que otros te separen, aíslen, excluyan. 

Convocamos a las personas LGTBI y demás personas coherentes con los derechos humanos a que pidan atención política a los políticos para que los derechos de las personas LGTBI en Colombia y el mundo sean una realidad.

Entre todos podemos construir un mundo diferente, no ocultes tu voz, no acalles tus miedos, lucha por tus derechos, di No a la homofobia, se parte de la movilización mundial contra la homofobia, autorízate para que en cada ciudad colombiana y del mundo, se pueda Ser.

Curas que matan, iglesias que odian

Manuel Antonio Velandia Mora
España Mayo de 2011

Este post es un análisis sobre la vocería de la iglesia católica apostólica en el tema de los derechos de las parejas del mismo sexo en Colombia y el liderazgo que afirma tener, especialmente de quienes no están de acuerdo con dichos derechos, también analiza su interés en curar la homosexualidad, una muestra típica de homofobia contra la que se lucha mundialmente este 17 de mayo.

La Iglesia católica apostólica es la iglesia cristiana más grande del mundo, con 1.181 millones de bautizados, el 17,40% de la población mundial, según los datos recogidos por el Anuario Pontificio de 2011.[1] No hay un informe de cuántos católicos apostólicos hay en Colombia, pero cabe recordar que en este país hasta la constitución de 1991 el catolicismo era la religión oficial, año en que el país dejo de ser oficialmente el "país del sagrado corazón".

Quien dirige un proceso asume un papel de liderazgo que se da a partir del reconocimiento que los demás actores sociales le proveen; es decir, entre quien ejerce las funciones de líder y la comunidad en la que el líder está inmerso existe una interrelación, interafectación e interdependencia. La iglesia católica apostólica se asume líder de los cristianos en Colombia pero no todos los cristianos la reconocen como tal, mucho menos lo hacen los líderes de otras iglesias cristianas.

No todos los católicos apostólicos que aparecen en las estadísticas de bautizados son practicantes, es más, algunos teóricos consideran que de los bautizados l*s practicantes realmente son una minoría y que de dicha minoría solo un porcentaje, no se sabe cuál, su opinión se corresponde con la opinión de la Iglesia católica apostólica que dice representarlos. Las encuestas de opinión sobre el tema de los derechos de las parejas del mismo sexo demuestran un favoritismo que se incrementa y que parece estar en función inversa a la opinión de dichas jerarquías.

La jerarquía católica apostólica ha venido presentando divisiones en cuanto al tema de la sexualidad y los derechos sexuales, hasta el mismo Papa se ha retractado, por ejemplo, en el tema de los condones. En consecuencia la jerarquía solo se representa a sí misma; en consecuencia a una fracción jerárquica y no al “pueblo de Dios”, mejor dicho a una mínima fracción de ese 17,4% de la población.

Por otra parte cabe preguntarse por qué quienes dicen ser representantes de los derechos de los pobres, es decir de los desfavorecidos,  no están de acuerdo con la igualdad de este tipo de derechos humanos. La excusa desde la Conferencia Episcopal de Colombia, en boca de monseñor Rubén Salazar, es que los homosexuales no deben ni pueden casarse ni adoptar niños, porque tales situaciones afectarían a la familia como núcleo esencial de la sociedad. Contradicción fragrante con la afirmación que lo tiene como fuente  en la que se lee que dicha iglesia “está profundamente interesada en que sean reconocidos y eficazmente tutelados los legítimos derechos de todos los ciudadanos”.

No me interesa traer a colación aquí que jerarcas de la iglesia católica han sido acusados y condenados incluso por la misma iglesia por la vulneración de los derechos sexuales de sus feligreses, dado que la pederastia no es exclusiva de dicha jerarquía pues está presente en otras iglesias cristianas y en toda la sociedad. Me interesa más bien el tema de los crímenes de odio y su relación con la Iglesia Católica que no es vocera ni de sí misma pero si comete e incita a los crímenes de odio, entre ellos pretender curar la homosexualidad.

Un crimen de odio es un delito dirigido contra una persona o un grupo de personas a causa de los prejuicios o del odio del autor hacia la raza, el origen étnico, la religión, la orientación sexual, la identidad de género u otra característica de la persona o del grupo. Los crímenes de odio, además de amenazar la seguridad y el bienestar de todos los ciudadanos infligen a las victimas un daño emocional incalculable. Me pregunto si producir daño emocional puede entenderse como una misión jerárquica católica; además si para dicha iglesia es claro que envían a todos los miembros del grupo al que pertenece la victima un mensaje de intolerancia y de discriminación muy fuerte, intolerancia que puede motivar la de otras personas y grupos.

Recordemos que en Colombia, en la Cámara de Representantes, Venus Albeiro Silva ya presentó un proyecto de ley que tipificaría algunos “crímenes de odio”; estos se relacionan con los asesinatos de personas LGTB, pero se trata de una modalidad de delito deshumanizante que no tiene que estar relacionada exclusivamente con el asesinato sino además con la violencia emocional, como hacer sentir a alguien enfermo por causa de su orientación sexual.

Puede considerarse que pretender curar una enfermedad que no existe es igualmente un crimen de odio. La llamada "terapia reparativa", aplicada a menudo con el apoyo de corrientes religiosas, refuerza los sentimientos de culpa y baja autoestima.
Este 17 de mayo se celebra el Día Internacional contra la Homofobia, Lesbofobia y Transfobia, conmemorando que en 1990, en un hecho histórico, la Organización Mundial de la Salud (OMS) aceptó oficialmente la homosexualidad como una variación sana y natural de la sexualidad humana, por ello la comunidad científica internacional se opone a todos los enfoques que consideran la homosexualidad como una “enfermedad” que debe ser "curada".

Las personas LGTBI exigen a las autoridades religiosas condenar firmemente el uso de discursos que proponen y/o impulsan procesos de “reparación” de la homosexualidad y transexualidad, y que promuevan el respeto de la diversidad sexual y de la identidad de género como variaciones de la sexualidad humana.

¿Qué hacer si soy víctima de un crimen de odio?
La Comisión de Derechos Civiles de Puerto Rico propone algunas alternativas frente a los crímenes de odio; no todas aplican contra la Iglesia católica y sus crímenes de odio, pero es hora de hacer valer los derechos que se tienen como persona, ciudadano y sujeto de derechos. Además es válida para otras situaciones en las que se es víctima de estigma y discriminación:
  • Notifique inmediatamente a la Policía, la Defensoría del pueblo, las Veedurías ciudadanas[2] y la Procuraduría General de la Nación y asegúrese de informarles las razones por las cuales usted considera que se trata de un crimen de odio;
  • Asegúrese de que dichas entidades tomen nota  de las circunstancias que llevarían a  concluir que se trata de un crimen de odio;
  • Obtenga o solicite atención médica (de necesitarla);
  • Trate de escribir las palabras exactas que se dijeron y cualquier otra información que pueda ser útil;
  • Proteja cualquier evidencia del delito;
  • Si es posible saque fotos o video como evidencia del delito;
  • Obtenga nombres, direcciones y teléfonos de otras víctimas y testigos;
  • Trate de obtener una descripción detallada del que cometió el delito con suficiente especificidad de rasgos particulares (marcas, cicatrices, tatuajes);
  • Si la persona u organización que cometió el delito utilizó algún vehículo, trate de obtener los datos del mismo (placa, marca, modelo, color, año);
  • Comuníquese con organizaciones comunitarias o grupos de apoyo así como con las organizaciones defensoras de derechos civiles o derechos humanos.

¿Qué podemos hacer como comunidad para evitar los crímenes de odio?
  • Hablar en contra del odio y la intolerancia y a favor del amor y la inclusión;
  • Apoyar a las víctimas;
  • Pedir a los funcionarios públicos que expresen su oposición contra los crímenes de odio;
  • Establecer una red contra los crímenes de odio que incluya a agentes del orden público, agencias gubernamentales, la  judicatura, escuelas, organizaciones comunitarias, líderes políticos, grupos de apoyo, etc.;
  • Promover medidas legislativas en contra de los crímenes de odio;
  • Educar a la ciudadanía
  • Estas acciones son igualmente importantes frente a paramilitares y demás organizaciones político-militares que hacen de los crímenes de odio parte de su actuar cotidiano.


[2] Reglamentadas en Colombia por la Ley 850 del 2003 y el Acuerdo 142 de 200