martes, 17 de mayo de 2011

Curas que matan, iglesias que odian

Manuel Antonio Velandia Mora
España Mayo de 2011

Este post es un análisis sobre la vocería de la iglesia católica apostólica en el tema de los derechos de las parejas del mismo sexo en Colombia y el liderazgo que afirma tener, especialmente de quienes no están de acuerdo con dichos derechos, también analiza su interés en curar la homosexualidad, una muestra típica de homofobia contra la que se lucha mundialmente este 17 de mayo.

La Iglesia católica apostólica es la iglesia cristiana más grande del mundo, con 1.181 millones de bautizados, el 17,40% de la población mundial, según los datos recogidos por el Anuario Pontificio de 2011.[1] No hay un informe de cuántos católicos apostólicos hay en Colombia, pero cabe recordar que en este país hasta la constitución de 1991 el catolicismo era la religión oficial, año en que el país dejo de ser oficialmente el "país del sagrado corazón".

Quien dirige un proceso asume un papel de liderazgo que se da a partir del reconocimiento que los demás actores sociales le proveen; es decir, entre quien ejerce las funciones de líder y la comunidad en la que el líder está inmerso existe una interrelación, interafectación e interdependencia. La iglesia católica apostólica se asume líder de los cristianos en Colombia pero no todos los cristianos la reconocen como tal, mucho menos lo hacen los líderes de otras iglesias cristianas.

No todos los católicos apostólicos que aparecen en las estadísticas de bautizados son practicantes, es más, algunos teóricos consideran que de los bautizados l*s practicantes realmente son una minoría y que de dicha minoría solo un porcentaje, no se sabe cuál, su opinión se corresponde con la opinión de la Iglesia católica apostólica que dice representarlos. Las encuestas de opinión sobre el tema de los derechos de las parejas del mismo sexo demuestran un favoritismo que se incrementa y que parece estar en función inversa a la opinión de dichas jerarquías.

La jerarquía católica apostólica ha venido presentando divisiones en cuanto al tema de la sexualidad y los derechos sexuales, hasta el mismo Papa se ha retractado, por ejemplo, en el tema de los condones. En consecuencia la jerarquía solo se representa a sí misma; en consecuencia a una fracción jerárquica y no al “pueblo de Dios”, mejor dicho a una mínima fracción de ese 17,4% de la población.

Por otra parte cabe preguntarse por qué quienes dicen ser representantes de los derechos de los pobres, es decir de los desfavorecidos,  no están de acuerdo con la igualdad de este tipo de derechos humanos. La excusa desde la Conferencia Episcopal de Colombia, en boca de monseñor Rubén Salazar, es que los homosexuales no deben ni pueden casarse ni adoptar niños, porque tales situaciones afectarían a la familia como núcleo esencial de la sociedad. Contradicción fragrante con la afirmación que lo tiene como fuente  en la que se lee que dicha iglesia “está profundamente interesada en que sean reconocidos y eficazmente tutelados los legítimos derechos de todos los ciudadanos”.

No me interesa traer a colación aquí que jerarcas de la iglesia católica han sido acusados y condenados incluso por la misma iglesia por la vulneración de los derechos sexuales de sus feligreses, dado que la pederastia no es exclusiva de dicha jerarquía pues está presente en otras iglesias cristianas y en toda la sociedad. Me interesa más bien el tema de los crímenes de odio y su relación con la Iglesia Católica que no es vocera ni de sí misma pero si comete e incita a los crímenes de odio, entre ellos pretender curar la homosexualidad.

Un crimen de odio es un delito dirigido contra una persona o un grupo de personas a causa de los prejuicios o del odio del autor hacia la raza, el origen étnico, la religión, la orientación sexual, la identidad de género u otra característica de la persona o del grupo. Los crímenes de odio, además de amenazar la seguridad y el bienestar de todos los ciudadanos infligen a las victimas un daño emocional incalculable. Me pregunto si producir daño emocional puede entenderse como una misión jerárquica católica; además si para dicha iglesia es claro que envían a todos los miembros del grupo al que pertenece la victima un mensaje de intolerancia y de discriminación muy fuerte, intolerancia que puede motivar la de otras personas y grupos.

Recordemos que en Colombia, en la Cámara de Representantes, Venus Albeiro Silva ya presentó un proyecto de ley que tipificaría algunos “crímenes de odio”; estos se relacionan con los asesinatos de personas LGTB, pero se trata de una modalidad de delito deshumanizante que no tiene que estar relacionada exclusivamente con el asesinato sino además con la violencia emocional, como hacer sentir a alguien enfermo por causa de su orientación sexual.

Puede considerarse que pretender curar una enfermedad que no existe es igualmente un crimen de odio. La llamada "terapia reparativa", aplicada a menudo con el apoyo de corrientes religiosas, refuerza los sentimientos de culpa y baja autoestima.
Este 17 de mayo se celebra el Día Internacional contra la Homofobia, Lesbofobia y Transfobia, conmemorando que en 1990, en un hecho histórico, la Organización Mundial de la Salud (OMS) aceptó oficialmente la homosexualidad como una variación sana y natural de la sexualidad humana, por ello la comunidad científica internacional se opone a todos los enfoques que consideran la homosexualidad como una “enfermedad” que debe ser "curada".

Las personas LGTBI exigen a las autoridades religiosas condenar firmemente el uso de discursos que proponen y/o impulsan procesos de “reparación” de la homosexualidad y transexualidad, y que promuevan el respeto de la diversidad sexual y de la identidad de género como variaciones de la sexualidad humana.

¿Qué hacer si soy víctima de un crimen de odio?
La Comisión de Derechos Civiles de Puerto Rico propone algunas alternativas frente a los crímenes de odio; no todas aplican contra la Iglesia católica y sus crímenes de odio, pero es hora de hacer valer los derechos que se tienen como persona, ciudadano y sujeto de derechos. Además es válida para otras situaciones en las que se es víctima de estigma y discriminación:
  • Notifique inmediatamente a la Policía, la Defensoría del pueblo, las Veedurías ciudadanas[2] y la Procuraduría General de la Nación y asegúrese de informarles las razones por las cuales usted considera que se trata de un crimen de odio;
  • Asegúrese de que dichas entidades tomen nota  de las circunstancias que llevarían a  concluir que se trata de un crimen de odio;
  • Obtenga o solicite atención médica (de necesitarla);
  • Trate de escribir las palabras exactas que se dijeron y cualquier otra información que pueda ser útil;
  • Proteja cualquier evidencia del delito;
  • Si es posible saque fotos o video como evidencia del delito;
  • Obtenga nombres, direcciones y teléfonos de otras víctimas y testigos;
  • Trate de obtener una descripción detallada del que cometió el delito con suficiente especificidad de rasgos particulares (marcas, cicatrices, tatuajes);
  • Si la persona u organización que cometió el delito utilizó algún vehículo, trate de obtener los datos del mismo (placa, marca, modelo, color, año);
  • Comuníquese con organizaciones comunitarias o grupos de apoyo así como con las organizaciones defensoras de derechos civiles o derechos humanos.

¿Qué podemos hacer como comunidad para evitar los crímenes de odio?
  • Hablar en contra del odio y la intolerancia y a favor del amor y la inclusión;
  • Apoyar a las víctimas;
  • Pedir a los funcionarios públicos que expresen su oposición contra los crímenes de odio;
  • Establecer una red contra los crímenes de odio que incluya a agentes del orden público, agencias gubernamentales, la  judicatura, escuelas, organizaciones comunitarias, líderes políticos, grupos de apoyo, etc.;
  • Promover medidas legislativas en contra de los crímenes de odio;
  • Educar a la ciudadanía
  • Estas acciones son igualmente importantes frente a paramilitares y demás organizaciones político-militares que hacen de los crímenes de odio parte de su actuar cotidiano.


[2] Reglamentadas en Colombia por la Ley 850 del 2003 y el Acuerdo 142 de 200

1 comentario:

CaToLa dijo...

Soy Católica y aunque acepto que en nuestra iglesia hay muchas manifestaciones de homofobia, tengo que decir que hay también otras iglesias cristianas NO católicas, que promulgan mensajes de odio hacia los homosexuales, por lo tanto me parece injusto que sólo nuestra iglesia tenga que cargar con la culpa.