Manuel Velandia Mora
11 de septiembre de 2003
Oficina de Prensa
Llegar a una propuesta de Proyecto de Ley como la recientemente debatida en el Senado requirió una serie de desarrollos de índole legal, social, cultural y política, tanto a sus defensores como a sus detractores. Toda construcción que pretende dar respuesta a un problema concreto se construye conciente o inconscientemente desde una epistemología, es decir, una manera de interpretar el mundo, una ontología, en consecuencia una modo de entender la realidad, en este caso al ser humano y su relación con el mundo y, una manera de explicar las relaciones sociales. A continuación trataré de desembrollar este planteamiento.
Existe una manera “conservadurista” de interpretar el mundo. Lo que sucede en él se explica desde una visión causa-efecto, en una relación lineal entre las partes. Su discurso en monoléctico y por tanto uni-versal (con una solo explicación); las relaciones se conciben de forma dicotómica (se es lo uno o lo otro); al separar los elementos de la cosa que se pretende interpretar se puede entender la cosa como tal; el ser humano se comprende como un ser racional, se considera que las emociones pueden ser controladas por la razón y por tanto, la razón es el motor de la acción humana. Este tipo de pensamiento da un gran valor a la tradición y busca conservar el status quo de tal manera que la cultura se preserve y sea inamovible.
Otra manera de entender el mundo es el pensamiento liberal. Lo que en él pasa se explica de forma sistémica, es decir, se comprende que todos los elementos que conforman el sistema están interrelacionados, interafectados y son interdependientes. Todo sistema, subsistema, microsistema o situación particular o social es entendida como una emergencia, como el producto que se genera de dichas interrelaciones, interafectaciones e interdependencias. Este pensamiento, en sus formas más actuales, asume propuestas del constructivismo, el pensamiento complejo y la teoría del caos. Las relaciones se conciben en forma dialéctica o trialéctica y en este caso, en un juego triádico en el que ya no sólo se comprende el mundo en una lucha de contrarios, sino además se introduce un tercer pensamiento que oscila entre las ideas oficiales y antioficiales. Al ser humano se le entiende como un ser emocional que piensa y actúa, y por tanto, las emociones son los motores de la acción humana. Este tipo de pensamiento da un gran valor a la dinámica social y cultural, y en consecuencia, dicha dinámica transforma permanentemente el “deber ser”, las relaciones sociales y a los mismos individuos.
La comprensión de la sexualidad está permanentemente influenciada por estos paradigmas epistemológicos y ontológicos y también por la forma en que se conciben las relaciones sociales. En el pensamiento conservador toda explicación se sustenta en las leyes divina, natural y moral. Dios es el origen y la explicación del mundo y por tanto, del ser humano y su sexualidad. Las relaciones hombre- mujer son relaciones de poder en las que la mujer debe depender de éste; el machismo es la ideología predominante y la imagen del poder está representada en ser el poseedor del falo (falocracia). Las relaciones sexuales tienen, desde este modelo, como fin único la procreación dentro del matrimonio, y el hombre, la mujer y los hijos constituyen la familia.
En el pensamiento liberal toda explicación se sustenta en la ley civil y en la ética social. Dios es una creencia que el individuo tiene desde el ejercicio de su autodeterminación. La explicación del mundo y por tanto del ser humano y su sexualidad dependen del mismo ser humano. Las relaciones hombre- mujer, hombre-hombre o mujer-mujer son relaciones de equidad. Las relaciones sexuales cumplen, desde este modelo, diversos fines: la procreación, el placer, el erotismo, el auto y hetero reconocimiento. Se entiende que tanto el matrimonio como las uniones libres deben tener el mismo reconocimiento civil y social, y se amplía el modelo de familia a las posibilidades de madres solteras y padres solteros.
El desarrollo de la sexualidad y sus interpretaciones han tenido una serie de aspectos relevantes que han ido modificando su vivencia y las emociones que el sujeto experiencia frente a ella. El ser humano inicialmente era comprendido inicialmente como macho o hembra, masculino o femenino, y se entiende que tan sólo tiene como alternativa una única manera de construir su identidad de orientación sexual y esta “debe ser” la heterosexual. La identidad particular de los individuos es fija.
Fue necesario entonces que se desarrollaran planteamientos tales como el feminismo, el concepto de género, los derechos sexuales y reproductivos y por tanto, el reconocimiento del madre-solterismo, de la mujer como cabeza de familia y dueña de su cuerpo y genitalidad. Estos planteamientos ampliaron el mundo de la heterosexualidad y permitieron un acercamiento a la comprensión de lo lésbico, y una aproximación al deseo, el erotismo y la masculinidad.
Un posterior avance se hace al pasar del discurso de los derechos sexuales y reproductivos a los derechos sexuales entendidos como derechos humanos. Este amplia el campo a la comprensión de las sexualidades (tantas como sujetos hay); de los sexos, el ser humano puede ser macho, hembra o intersexual (reunir en sí mismo tanto genitales externos o internos de macho o hembra); del genero que puede ser masculino, femenino o transgénero, y de las identidades de orientación sexual heterosexualidades, bisexualidades, lésbicidades u homosexualidades. La identidad particular de los individuos se considera móvil.
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