Manuel Velandia Mora,
10.09.2002
El concepto de Minoría, tradicionalmente, hace referencia a los grupos de población que tienen unas características propias de orden étnico, económico, político social y cultural, y que por estás mismas características, comúnmente, son excluidos y no forman parte del círculo de poder en las sociedades. Estos grupos sociales con comunes denominadores en el ámbito de la salud, la sexualidad, el desplazamiento forzado, las personas en niveles socioeconómicos considerados bajos o en la absoluta pobreza, mujeres y víctimas de la violencia, entre otros, superan en número a los grupos y sectores dominantes de nuestra sociedad y sus aspiraciones e intereses no encuentran representatividad, ni canales de expresión que posibiliten modificar su condición de “grupo marginal”.
La exclusión social, económica, educativa, en salud y política de estos grupos de la población hace difícil la creación de procesos de convivencia social democrática y el ejercicio de las libertades públicas y privadas, como el derecho a la salud, el derecho a la dignidad, el derecho a la diferencia, el derecho a la vida, el derecho a la educación, el derecho a la autodeterminación, el derecho al trabajo, el derecho al libre desarrollo a la personalidad. La violación a los derechos desvirtúa los principios fundamentales de una democracia: la solidaridad, la fraternidad, la tolerancia y el respeto por la diferencia.
Los grupos marginados han sido caracterizados como tal, justamente por quienes sustentan el poder y definen el “deber ser” de los comportamientos sociales de este grupo de población colocándolos en una condición de marginales y clandestinos. El auto rechazo y la auto exclusión son casi que el resultado natural, pero también una actitud que impide de alguna manera que esta población se movilice y exija de atención a sus propias necesidades, y de igual modo impide su participación en los proyectos de construcción social ya que por su condición de Minoría se les excluye a pasar de que son una inmensa mayoría.
Quienes ejercen el poder vienen atentando contra la salud pública porque excluyen y marginan a la población debido a su condición de salud. Vivir con una enfermedad de transmisión sexual o el sida, pertenecer a un estrato socioeconómico bajo y no contar con recursos económicos suficientes dificulta la obtención de servicios mínimos en condiciones de oportunidad y óptima calidad. La inmensa minoría en salud al igual que las minorías sexuales, son considerados como ciudadanos de tercera, desheredados y excluidos.
Se requiere, por tanto, la participación activa de todos aquellos que se sientan participes de la lucha por el reconocimiento de los derechos de las inmensas Minorías. Independientemente de si forman parte o no de estos grupos de la población, cada uno puede aportar desde su condición y convicción para que los excluidos y las excluidas puedan participar en igualdad de condiciones y gozar de las oportunidades, logrando acceder a los servicios y beneficios a los cuales tienen derecho en un Estado social como el nuestro. Se trata de lograr que todos y todas seamos tratados como actores válidos en todos los espacios de construcción social.
Desde esta perspectiva, premisa y experiencia, el Movimiento Homosexual Colombiano ha asumido en conjunto, y como su bandera política, trabajar desde esta visión por los derechos de las minorías y los grupos sociales excluidos, porque entendemos como Minoría que a pesar de ser la más inmensa mayoría tan solo somos los espectadores de lo que sucede en el país.
Las minorías queremos ser parte de la solución a los diferentes problemas del país, queremos tener voz en el conflicto armado y no tan solo colocar los amenazados, los maltratados, los desaparecidos, los desplazados, los muertos, nuestros cuerpos para ser usados como objetos sexuales de los guerrilleros, narcotraficantes o paramilitares, queremos poder decidir sobre nuestra vida, cuerpo, salud, sexualidad, queremos tener una participación política pero sobre todo que por fin se den cuenta que no somos ciudadanos y ciudadanas de tercera, sino seres humanos, con un sentido claro de lo que sucede en el país y en especial de sus posibles soluciones ya que como victimas permanentes de estigma y discriminación hemos aprendido el respeto, la solidaridad, y en especial el sentido de la pluralidad.
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