Manuel Velandia Mora
08-10-98 Bogotá
¿Ya todo está ganado?
La tolerancia y el respeto con nosotr@s mism@s son la únicas armas para lograr que otr@s nos respeten y toleren.
La Corte Constitucional ha fallado afirmando que la homosexualidad per se no es razón para que una persona sea sancionada en el ejercicio de su cargo como maestro (como el texto es sexista, es de suponer que también es válido para las lesbianas). El fallo que ha sido motivo de gran despliegue en la prensa internacional y nacional ha demostrado que en el país ha habido un cambio en cuanto a legislación y orientación sexual, cambio que se inició con la despenalización de la homosexualidad en 1982; demostró además, que la no-discriminación por razón de sexo, vigente desde la Constitución del 91, puede ser un hecho real; ratificó los múltiples fallos de la Corte Constitucional a favor de quienes siendo homosexuales interpusieron tutelas para reclamar por que su orientación sexual fue el motivo de la violación a sus derechos fundamentales.
La homosexualidad sigue siendo noticia, se observó en el cubrimiento que hicieron los medios, vimos entre l@s entrevistad@s maestras que se ocultaron detrás de una mascara por temor a ser reconocidas y rechazadas, y hombres ocultos tras un vidrio traslucido justificados en los mismos temores. En algunas entrevistas l@s mism@s periodistas enfatizaron la contradicción existente entre la norma establecida y la vivencia social de la homosexualidad y el lesbianismo. No sorprende que a pesar de los citados fallos algunas personas teman hacer pública su orientación sexual por temor a ser discriminadas y violentadas.
Esta actitud plantea la necesidad de buscar cambios reales en nuestras vidas y en el imaginario socializado de la homosexualidad y el lesbianismo – que bien sabemos nosotr@s, dista de lo que se vive en las homosexualidades y lesbianidades particulares que conocemos-. La necesidad de estos cambios fue discutida en Colombia hace muchos años y aun cuando he sido uno de sus abanderados, no es mi propuesta; fue retomada de los movimientos homosexuales europeos y en particular de Jean Nicolas, seudónimo de un militante de la Liga Comunista Francesa, activista del FHAR Front Homosexuel d´Action Rèvolutionnaire, miembro activo del GLH Groupe de Liberation Homosexuel y del GLHPQ Groupe de Liberation Homosexuel Politique et Quotidien.
Jean Nicolas en su texto La Cuestión Homosexual publicado en 1978 y republicado en México en 1989, por Editorial Fontamar, afirmó que se pueden “…Caracterizar tendencias dentro del movimiento gai: la reformista, la radical y la revolucionaria. La tendencia Reformista basa el contenido de su acción en un programa mínimo: La lucha contra las leyes represivas, el reconocimiento de los homosexuales como ciudadanos. Estos hechos son fundamentales, dado que de ellos se deriva todo lo demás, y todo lo demás es que tratan de integrar-ajustar-acoplar a los homosexuales a la sociedad burguesa. Se trata, pues, de una lucha por un reconocimiento, una lucha por la identidad homosexual, sin cuestionar en absoluto el sistema que fundamenta su opresión, sin cuestionarse a sí mismos su propia homosexualidad. Entre otras cosas, siguen perpetuando el ghetto (aunque bien es verdad que lo quieren «dorado»; atacan a quienes son demasiado locas (y ponemos «demasiado» porque el loquerio es cuestión de grados, pero existe en todos) diciéndoles que su papel es femenino, consumista. Los componentes de esta tendencia son ciudadanos respetables y dignos, muy dignos podríamos decir. A menudo se casan entre ellos y viven como una familia más, como una familia «de nuevo tipo», reproduciendo los papeles masculino/femenino, activo pasivo, macho/hembra, dominante/dominado... reproduciendo, en una repetición sin diferencia, el discurso del Amo y el Esclavo.
No se puede negar esta tendencia sexual-política (que no es lo mismo que la tendencia sex-pol) ni lo logrado en el país: Fallos de la Corte Constitucional a favor de los homosexuales, o más correctamente, de algunos homosexuales. Se discutió hace algo más de veinte años sin negar la influencia de la Nueva Izquierda Europea en Guillermo Cortés, E. Rodríguez y en Velandia Mora, y en la orientación del MLHC y de la revista Ventana Gay, y de la tendencia sex-pol asumida y promovida por León Zuleta desde Medellín en su revista “El Otro”). Lo aceptamos como actualmente lo hacen casi tod@s que los cambios jurídicos logrados son importantes, como lo hicimos luego de una profunda discusión al interior del MLHC Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia cuando luchamos por que la homosexualidad no fuera contemplada como delito en el Código Penal de 1982. No consideré en esa época, ni tampoco ahora, que por algunos logros en las normas jurídicas del país todo esté ganado.
En febrero de 1978 Jean Nicolas había puesto el dedo en la llaga, al escribir el texto arriba citado, fragmento que hizo parte de la documentación para un debate interno del FAGC Frente de Acción Gai de Catalunya y que se tituló “Hacia una alternativa de la situación actual del FAGC”. No debe pues extrañarnos que las alocuciones públicas presentadas en medios masivos demuestren la contradicción existente entre el cambio posible desde la jurisprudencia y la realidad de l@s individuos. No puede negarse que la sociedad en la que estamos inmersos, es una sociedad sexista, homofóbica y falocrática; que quienes de ella hacemos parte, desde la moralidad socializada judeocristiana que nos cobija hasta convertirse en la ética cotidiana del “deber ser del hombre y la mujer” hemos asumido dicha normalidad y naturaleza hasta el punto de llegar a referirnos a nosotr@s mism@s como torcid@s (se plantea desde un lenguaje auto-represivo y auto-excluyente que l@s heterosexuales son “straigh” o mejor dicho “derech@s” y en consecuencia, somos lo otro, lo opuesto, lo raro, lo extraño y anormal).
Mientras los ciudadanos no cambien la sociedad no cambia
Es imposible un proceso en el que la tolerancia y el respeto sean los mínimos éticos desde los cuales nos comunicamos, si nosotr@s mism@s no vivenciamos y asumimos dichos mínimos. El estigma que parece pesar mas que nuestra propia homosexualidad y lesbianismo seguirá marcando el proceso del comig out o de salir hacia fuera y haciéndolo difícil, en parte por el peso que le damos a l@s otr@s, y en gran parte por nosotr@s mism@s que nos seguimos pensando y actuando en la doble moral, del que hace y vive “oculto” en su entorno ghettizante (grupo de amigos, bar, apartamento, parque, sauna, video) y el ser social “heterosexualizado” que hemos decidido representar. Cada un@ lo decide al optar sobre su afectividad, erotismo y genitalidad, y sobre cómo, cuando, a quién y por qué rendirle cuentas al respecto.
Mientras la orientación sexual se esconda y viva como hecho marginal, quienes se asuman homosexuales y lesbianas serán socialmente marginales y estigmatizables. No estoy pidiendo que nos pongamos un letrero que nos identifique, que hagamos de nuestra vivencia un espectáculo público –que es tan respetable como una vivencia nada explícita-, tan solo estoy diciendo que la sexualidad en el “closet” no es emocionalmente saludable; que por nuestra salud mental deberíamos dejar de ocultarnos, ya que dicha afección mental nos imposibilita actuar en iguales condiciones que aquell@s que no tienen que ocultarse (heterosexuales por ejemplo).
Ser homosexual o ser lesbiana no es posible sin una crítica de los propios conceptos; sin reconocer del desarrollo de las ciencias, la política y la religión con respecto a dichas apreciaciones e imaginarios; sin permitirnos entender la violencia del macho socializado sobre la mujer; sin trascender la misoginia de algunos hombres y la misoandria de algunas lesbianas hacia hombres heterosexuales y homosexuales; mientras no nos posibilitemos reinterpretar el “rol socializado del deber ser” del comportamiento de homosexuales y lesbianas, que niega la “pluma“ y nos obliga a estereotiparnos o mas correctamente a “machificarnos” o a hacernos “barbies”; mientras sintamos que el/la enemig@ está al interior de nuestras propias relaciones y se represente en la “mariquita”, el “marimacho”, la o el transvesti, el o la trabajadora sexual el drag queen o la drag King. No será posible cambiar la sociedad si no nos cambiarnos a nosotr@s mism@s y aceptamos la diferencia. La sociedad no está fuera de nosotr@s, somos parte fundamental de ella. El cambio se inicia en nosotr@s.
lunes, 6 de agosto de 2007
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