Manuel Velandia Mora
Publicado en Revista Acénto Nº3. 1999. Bogotá
Una pregunta muy usual que se hace a hombres homosexuales es ¿Usted es hombre o es mujer? Este interrogante se plantea ante la duda de interpretar aquello que algunos filósofos de la postmodernidad y teóricos de la sexualidad han llamado lo queer, es decir, lo contemplado como diferente, extraño o más concretamente las conductas heterodoxas que parecen estar en contravía a lo tradicional, lo "ético”, lo “moralmente establecido” de donde se desprende que también lo son incluso, los comportamientos de género y las prácticas sexuales que no tienen como fin la diversificación de la especie (la nuestra no se reproduce). Lo queer parece requerir explicaciones para el sentido común y estos ha conducido a que desde allí se interrogue al respecto, a procurarse sus propias y amaneradas respuestas, ya que desde esta interpretación de la realidad se ha llegado a considerar que lo queer es lo homosexual y por supuesto que sea lo propio del comportamiento de los homosexuales. Sin embargo, la misma población denominada queer parece no tener claras para sí dichas definiciones. Este artículo busca una aproximación que permita dicha comprensión a los científicos post-modernistas, a los del sentido común y a l@s mism@s interpretad@s.
¿Quién es quién?
Cuando comportamientos de género, accesorios y vestidos que lucen los hombres homosexuales no son los considerados como propios de “un macho” entonces parece ser “bien claro” aquello de que “no se es hombre cuando se es homosexual”. Para muchas personas en nuestra sociedad, ser hombre o ser mujer está directamente relacionado con ser el macho o la hembra de los humanos, ser padre o madre, ser heterosexual y sobre todo con demostrar públicamente todo lo anterior. Dicho planteamiento es un reflejo de la intolerancia y del machismo, es decir, de la ideología y la práctica del predominio del hombre, de su representación en lo masculino, así como de las prácticas de dominación del macho e incluso de su propia alienación.
La cultura asigna en forma diferenciada a hombres y mujeres responsabilidades sociales, pautas de comportamiento, valores, gustos, temores, actividades, expectativas, etc. y de esta se derivan necesidades y requerimientos diferentes de hombres y mujeres para su desarrollo y realización.
Ser hombre o ser mujer se refiere al sexo y no al comportamiento. El género es el conjunto de prescripciones y normas de comportamiento que dictan la sociedad, la cultura, la clase social, el grupo étnico y hasta el nivel generacional de las personas. Género corresponde a la división sexual del trabajo aún más primitiva: las mujeres paren hijos, y por tanto, los cuidan, de ahí que se considere que lo femenino es lo maternal, lo doméstico, contrapuesto con lo masculino como lo público. La dicotomía masculino-femenina con sus variantes culturales, establece estereotipos, la más de las veces rígidos, condicionantes de los papeles y limitantes de las potencialidades humanas al estimular o reprimir los comportamientos en función a su adecuación al género de las personas. La indumentaria (vestido y accesorios) es el elemento desde el cual se ratifica el modelo del rol de género.
A partir de lo considerado genéricamente correcto, los vestidos, zapatos, peinados y aderezos se han establecido como propios del hombre y de la mujer, y clasificados como masculinos y femeninos. A partir de los años 60, los accesorios y vestidos han sufrido universalmente una transformación imponiéndose inicialmente lo llamado unisexo y posteriormente lo andrógino, siendo actualmente utilizados tanto por hombres como por mujeres, estas excepciones son aun más marcadas y apropiadas en personas consideradas a la vanguardia, como los artistas.
Cada persona hace una identificación de su cuerpo, estableciendo la aceptación o negación del mismo (o de una parte de este), a partir de la concepción que tenga de su corporeidad y del querer «ser» y «hacer» construye una identidad particular de cuerpo, que también está relacionada con la concepción animal del macho y de la hembra, del hombre y la mujer.
Identidad particular de Género
Se ha creído que la sociedad es un grupo homogéneo y que por lo tanto, el bien social es respuesta a la necesidad particular, sin embargo, los individuos tienen necesidades y expectativas particulares y estas son diferentes en función de un amplio número de factores, tales como edad, sexo, grupo social, etnia, nivel de educación, poder adquisitivo, clase social, género y conducta sexual. Reconocer la diferencia, poder identificar las necesidades particulares y tener respuestas adecuadas a dichas circunstancias, favorece no solo un desarrollo integral del individuo sino también de la sociedad.
La identidad particular de género se adquiere mas o menos a la misma edad en que el o la menor adquiere el lenguaje (entre los dos y los tres años). El género al que pertenece lo hace identificarse - como niño o como niña- en todas sus manifestaciones, sentimientos, actitudes, comportamientos, juegos, etc., y por este tamiz pasan todas sus experiencias. Los hombres y las mujeres se auto-determinan ante los modelos de lo masculino y lo femenino y asumen su propio actuar del rol, llegando incluso, a asumir actitudes y comportamientos que pudieran considerarse transgénero, es decir, que son opuestos a lo esperado socialmente para un hombre y para una mujer.
Dicha diversidad transgenérica posibilita que nos encontremos con hombres cuyas conductas de género son femeninas, mujeres que asumen conductas de género masculinas, y hombres y mujeres andróginos en su actuar particular. Asumir una identidad particular de género, es un proceso que no siempre es consciente en los individuos y que únicamente estará construido cuando el individuo pueda afirmarse a sí mismo por ejemplo «quiero comportarme de manera femenina» o «deseo comportarme de manera masculina» o «añoro comportarme de manera andrógina». Quien asume una identidad particular de género, lo hace también con todas las implicaciones que para ella o él tiene esta opción, y con la marginalidad y la contradicción que su situación particular crea en la moral socializada.
La identidad particular de género no está directamente relacionada con la identidad particular sexual (homosexual, heterosexual, bisexual). En el caso de hombres que se autodefinen y asumen como homosexuales, encontramos entre ellos un grupo que lo hace como hombres homosexuales de género femenino, es decir, que tiene una identidad particular de género femenino, que se comportan «como mujeres», que desean ser tratados «como mujeres», pero que no por ello asumen su genitalidad como propia de «lo que se espera de la mujer». La identidad particular de género no determina la conducta sexual, ni la actividad genital, es decir, ser penetrados o ejercer la penetración. Así mismo, encontramos mujeres que se autodefinen y asumen como Mujeres lesbianas de género masculino, que desean ser tratadas «como hombres» y que se relacionan con su pareja desde tal perspectiva.
Identidad Particular de Vestidos y Accesorios
Los accesorios, vestidos y el género son ecológicos. Por ejemplo, prendas como una falda a cuadros que en Escocia sería muy masculina cuando llevada por un hombre, en Colombia, sería muy femenina y únicamente “podría ser llevada” por una mujer. Las prendas de vestir se han identificado como propias de un género y consecuentemente como propias de un sexo. Las personas ratifican su identidad de género por medio del vestido, los accesorios y el maquillaje –incluyendo el estilo del corte del cabello-. Cuando se es consciente de la decisión de utilizar determinado tipo de estos elementos y ellos corresponden a lo que se considera como propio del sexo hombre y del género masculino, entonces quienes los portan demuestran poseer una identidad particular masculina de vestido y accesorios. Cuando las prendas y los accesorios corresponden a lo esperado como propio del sexo mujer y del género femenino, entonces, se dice que ellas tienen una identidad particular femenina de vestido y accesorios. Dicha identidad no implica necesariamente una identidad de género correspondiente.
La cultura ha aceptado el uso de accesorios y prendas masculinas como parte del atuendo para las mujeres. En algunas oportunidades, esta identidad es asumida utilizando prendas consideradas como propias del otro género y del otro sexo. Como parte del desarrollo de la moda, socialmente se acepta el uso de prendas consideradas unisexo, lo que considero una característica de la androginia socializada.
Variaciones en la identidad de cuerpo, vestido y accesorios
Algunos hombres homosexuales han querido llevar al extremo la manifestación social de su identidad del cuerpo, asumiendo lo que socialmente se asume como el “deber ser” para el «cuerpo del macho». Inicialmente en los Estados Unidos y con posterioridad en el resto del mundo, algunos hombres homosexuales han «masculinizado» o «machificado» sus formas por medio del ejercicio extremo, el físico culturismo, la utilización de esteroides, hormonas, implantes etc. A Dichos hombres se les conoce como clones. Concebir la práctica homosexual (identidad sexual) como una conducta asimilable al «ser mujer» generalmente responde a una contradicción en la identidad de sexo que se busca solucionar con la «clonación»; sin embargo, ello no niega, que en algunos, esta clonación se presente como parte del desarrollo del rol de género masculino. Otro modelo de machificación es el representado socialmente por los Cow boys, quienes no siempre son homosexuales y generalmente llevan bigote, corte de cabello a ras, camisa a cuadros, jean, chaquetas de dril, correas anchas en cuero y botas «texanas»
El estilo Sadomasoquista en muchos de los casos es el atuendo de quienes tienen esta práctica erótica. Estos, sean hombres homosexuales o no, poseen cuerpos musculosos y lucen camisetas blancas, chaquetas y pantalones confeccionados en cuero negro, botas estilo militar, y en algunos casos guantes, kepis y accesorios del mismo material y adornados con elementos metálicos.
Se considera travestí al hombre que usa prendas asumidas y aceptadas socialmente como propias del género femenino y para las mujeres. No se considera a las mujeres que utilizan prendas masculinas como mujeres travestíes, ni tampoco a esta situación como un trastorno emocional en ellas. Tal vez, porque el travestí pareciera ser una negación de la imagen del poder del macho.
Desde la perspectiva de poder del macho, se considera que ser «masculino» es lo «normal» para el hombre. La mujer asume el poder del «macho» y no se le considera enferma, anormal o asocial, porque cuando viste prendas y luce accesorios masculinos, está legitimando el poder del macho. El travestismo no es una condición propia del hombre homosexual, existen hombres heterosexuales travestíes.
Se suele distinguir entre el travestí y la travestí, aclarando que el primero a diferencia de la segunda asume cambios comportamentales en lo relacionado al género, conservando elementos de masculinidad durante el tiempo en que está vestido y la segunda los asume de forma permanente y en algunas ocasiones incluso llega a transformar su cuerpo. El maquillaje, accesorios y vestido del travestí tiende a ser exagerado, en el afán de ocultar determinados rasgos se crea una estética particular considerada socialmente como agresiva.
Al hacer referencia al transformista se designa generalmente a hombres que sin distingo de su opción sexual y motivados en su forma de producción (generalmente actores o imitadores) visten prendas femeninas como parte del vestuario para su actuación. Esta no es una categoría referente a la homosexualidad. Los transformistas no se identifican como lo hacen los travestíes con sus accesorios y vestidos.
Las Drag Queen derivan su nombre de la palabra drag que en inglés significa obstáculo, cosa pesada. De ahí que "una drag Queen" sea un hombre que asume ocasionalmente y de forma exagerada prendas, accesorios y comportamientos femeninos. Son una parodia burlesca y ostentosa que caracteriza a una mujer contemplada como poco inteligente y de voz chillona. El hombre drag queen no es un travestí ni tampoco posee una identidad transgénero, aun cuando generalmente si es un hombre homosexual. Su presencia tan solo es común en las grandes ciudades y generalmente manifiesta en los bares para hombres homosexuales. Algunas mujeres caracterizan la parodia de un drag King.
El o la transexual generalmente no considera que su punto de conflicto sean los accesorios o el vestido, sino poseer un cuerpo que no corresponde con la actitud mental del género que posee - que es la del otro sexo- y que para sí es la correcta. Su problema radica en que necesita adecuar su morfología corporal a dicha identidad de género.
lunes, 6 de agosto de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Hola.
Le escribo desde Colombia, más puntualmente Palmira valle del cauca,me interesan muchos sus escritos, muy interesantes ya que un grupo de amigas y yo nos unimos con el fin de conformar un grupo LGTBI, donde además de socializar nos integraremos en torno a la cultura y proyectos de trabajo para formular y construir desde allí, ejercicios con aportes a la transformación individual y colectiva. En pro de los derechos inalienables propios de cada ser humano.
Estamos en eso y sus apreciaciones seran de vital importancia en nuestro proceder.
Gracias
Publicar un comentario