Manuel Velandia Mora
26.04.99 Bogotá
Conferencia preparatoria para la edicion del libro "Y si el cuerpo grita... dejemonos de maricadas".
La construcción de la identidad particular y de la perspectiva de género son elementos fundamentales para la participación en los procesos de desarrollo social, sin embargo, aun cuando cada un@ de nosotros se reconozca a sí mism@, si no hace un reconocimiento de l@s otr@s su participación en dichos procesos surgirán de una negación de todas las otras personas -sin las cuales no sería posible el ejercicio de la democracia -.
Quien no se reconoce vital pierde parte de la esencia que constituye su Ser, por lo tanto se podría afirmar que esta persona no es. Quien no es, no existe como tal, dado que la existencia como persona (del griego sonar a través de) está representada por lo que en esencia somos. A pesar de que nosotr@s rnism@s no nos autovaloremos Y nos autoreconoscamos l@s otr@s asumen de nosotr@s que somos personas. L@s otr@s me asumen persona a partir de su propio reconocimiento, me interpretan desde sus propias vivencias y particularidades cada un@ de nosotr@s no es tan sólo aquello que otr@s interpretan o quieren que seamos, también se es objeto de la voluntad ajena y por tanto sujeto-objeto de vulneración. Cada un@ de nosotr@s se asume como Ser plen@ en sí rnism@ (rnismidad).
La Mismidad: Además del reconocimiento de la identidad particular, es el reconocimiento de la unicidad, de que soy un ser únic@ y que por tanto no existe nadie igual a mi: Soy irrepetible y su proceso de desarrollo será necesario y eminentemente particular. El desarrollo implica un grado de evolución del Ser. Cada nivel de energía o de desarrollo a su vez posibilita un paso posterior (evolución). La tendencia evolutiva parte de mostrar que la mayoría de los seres busca permanentemente niveles cada vez más elevados de energía (anatropía), sin embargo, encontrarnos seres entrópicos, es decir aquellos cuyos procesos son involutivos.
El proceso evolutivo implica alcanzar permanentemente niveles superiores, es decir, hombres y mujeres somos trascendentes. Así mismo, todo nuestro desarrollo evolutivo, consciente o no, hace parte de nuestra existencia (somos históricos) y esta a su vez está determinado por nuestra condición de género y su representación en el proceso de intercambio social.
En resumen toda mujer o todo hombre consciente de su mismidad, lo es a su vez de su unicidad, de que es irrepetible, evolutiv@, trascendente, históric@ y que todo ello fundamenta su identidad particular.
La Otreidad: Los seres no estamos solos en el planeta, permanentemente estamos relacionándonos con otros seres, quienes a su vez también se reconocen en su mismidad. Entendemos a los otros y las otras como diferentes (otreidades). Sin embargo, no siempre logramos asumirlos en su verdaderas esencia, generalmente much@s de ell@s nos son indiferentes, incluso, parecen no-tener sentido en nuestra existencia Somos intolerantes por que al no reconocerl@s tampoco reconocemos nuestros propios limites.
Mientras el otro o la otras sigan siendo "otr@", no es posible un vínculo, ya que este implica un reconocimiento, convierte al "otro" en "Tu". Cotidiana y generalmente el trato de "Tú" a una persona connota un interés, un acercamiento, un posibilitarnos ir hacia él o ella y permitirle llegar hacia nosotros.
La Liminaridad: Esos "otros" y esos "Tú" son distintos a "Mi". Reconocerlos en su mismidad me implica a su vez asumirlos como una unidad plena y can las mismas condiciones en las que yo me reconozca. Al marcar la diferencia con aquell@s "otr@s" y esos "Tu" estoy construyendo un limite. El ejercicio de ser permanentemente consiente de los limites de la inter-subjetividad en las relaciones ("Yo". "Tu") se ha denominado liminaridad.
La Alteridad: Asumirse en un permanente juego de intercambio social en el que nuestro quehacer y cotidianidad afecta al "Tú" del otro y las otras y que su actuar permanentemente me afecta a "Mi", tan solo es posible desde la liminaridad. Este reconocimiento de mi posibilidad de afectar desde mi "Yo" al "Ti' y de sentirme afectado desde su "Tú" se denomina alteridad. Dicha alienación es posible de ser analizada desde dos diferentes niveles de manifestación.
El primer nivel hace referencia a la oposición entre los mismas seres y entre éstos y las cosas, por el mismo hecho de existir. El segundo, está determinado por las otreidades particulares de esos "otros" y esos "Tú", es decir, por las relaciones planteadas desde la diversidad. Dicha diversidad nos plantea el relacionamiento desde nuestras mismidades y la posibilidad de la hostilidad, la oposición, el conflicto, la tolerancia, el respeto e incluso, nuestra propia vulnerabilidad y la de aquell@s can quienes socializamos o nos negamos a hacerlo.
El proceso de heterovaloración implica pues la valoración de la diversidad. El reconocimiento pleno y total de esos "otros" transformándolos en nuestros propios "Tú".
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