Manuel Velandia Mora
1998
A León Zuleta asesinado en Medellín, Colombia, a causa de sus luchas por los derechos humanos y de los homosexuales.
Tal vez el titular no alcance para definir a León Zuleta, pero sí puede aproximarnos a este hombre amado por much@s y odiado por otr@s, probablemente, porque los seres radicales siempre logran despertar sentimientos profundos.
De León supe por intermedio de Lina Arregocés de Daza, una compañera de estudios de Sociología. Ella me facilitó una entrevista que le realizaron a Zuleta en un periódico troskista en marzo de 1976. El hablaba acerca del Movimiento de Liberación Homosexual (MLH), del que afirmaba tenía 10.000 miembros activos, y de «El Otro» como una revista de la que circulaba el primer número. Es que León solía hablar de sus fantasías como si fuesen realidades.
Yo quise pertenecer al Movimiento. Pero no tenía idea de que era una fantasía, que todos los ceros eran falsos, como me informó al responder la carta que le escribí. También me dijo que «El Otro», era él mismo, su único miembro. Fui el primero en escribirle. Posteriormente lo hizo otro estudiante de Filosofía, E. Rodríguez, quien coincidencialmente, era mi compañero en esa carrera. León nos contactó; así fue creciendo el número de posibles miembros, hasta que, conjuntamente con el Abogado, Psicólogo y profesor Guillermo Cortés, citamos el primer sábado de abril de 1.977 a la primera reunión de lo que llamamos Grupo de Estudio por la Liberación de los «Gueis»1 , el GELG. Grupo del que posteriormente surge la iniciativa de crear el Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia; dicho nombre era utilizado por Velandia en sus visitas de promoción de organizaciones homosexuales en otras ciudades colombianas.2
Zuleta, paisa de Medellín, Filósofo, Lingüista y profesor universitario, era un hombre abiertamente sex-pol. Sus ideas se conocieron por medio de “El Otro”. Esta revista circuló desde finales del 77 en las Universidades de Medellín, cuando León tenía dinero para la impresión. Estaba escrita toda por él, excepto algunas de las cartas de los lectores. Se caracterizaba por su terminología técnica, propia del freudismo radical, del troskismo y de la filosofía de vanguardia, que en general resultaban incomprensibles para la gran mayoría.
Las relaciones con Zuleta siempre eran teóricamente profundas. Se negaba –fundamentado en su propuesta sexual-política- a discutir con alguien cuya genitalidad le fuera desconocida. Para obviar las posibles relaciones de poder en las acciones conjuntas en la lucha sexual-política, consideraba necesario que su interlocutor lo penetrara y fuera penetrado analmente, además consideraba que la demostración pública de los afectos era una manera de combatir el estigma y discriminación hacia los homosexuales.
León te conducía -e incluso te obligaba- a estar permanentemente actualizado en el pensamiento internacional político-sexológico, a discutirlo y aplicarlo a la realidad nacional. Tanto así, que artículos escritos por mí en esa época son tan vigentes que parecen recién publicados, como resultado de dicho trabajo.
No he podido olvidar el día en que lo conocí. Su apariencia de loco, su embotamiento, producto de la marihuana -compañía de todos los días-, el gusto por el sexo y el hedor a aguardiente, se hacían presentes en todas partes. Era tan respetuoso en la autodeterminación, que nunca me invitó a que me drogara o bebiera. Entre los dos se dio un hecho que me marcó definitivamente.
Era una tarde soleada de abril, hace ya poco más de 20 años. Estábamos sentados en la silla trasera de una buseta; intempestivamente, León se paró, se dirigió hacia la puerta y salto. El conductor frenó. En ese instante, León me deslumbró con su genialidad: subió nuevamente, avanzó hacia mí y, sin mediar palabra, me estampó un beso en la boca; nuevamente se bajó y yo, aún adolescente, sentí sobre mí el peso de más de 10 pares de ojos de los pasajeros. Al cabo de unos interminables segundos, me bajé, y ahí estaba él. Me clavó en el piso, con esta perla: «Prepararse para ser líder siempre significa estar dispuesto a la violencia». Creo que presentía que lo suyo podía llegar a la muerte, y que lo mío estaría rodeado de amenazas.
Parte del aprendizaje para la actividad política consistió (sin consultarlo previamente y sin que mediara relación de pareja) en ser besado en cuanto espacio público fuera posible.
Para él, su actuar era una forma de luchar contra “la persecución insidiosa de la moral, la religión y la medicina que se complementan con el Derecho y la Sicología (y Siquiatría) para considerar al homosexual como un delincuente y enfermo”... Una manera de “interpelar directamente el poder, la ley, el orden y la norma del macho; de luchar por superar toda sociedad que fundamenta su poder en la exclusión y la opresión. De ahí que toda acción no debería llegar hasta la simple liberación sexual, sino estar encaminada hasta lograr la conmoción de toda sociedad clasista y falocrática”.
Amaba el sexo oral, quiero decir, le encantaba hablar de sexo y era tenazmente consecuente con sus ideales; sin embargo, no era ésta una razón que lo separara profundamente de quienes de alguna manera teníamos una visión diferente de la sexualidad y de la lucha por los derechos sexuales. Es innegable su influencia en los orígenes filosóficos y políticos del Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia (MLHC).
Hoy lamento que hayamos perdido el espíritu de su lucha; que las nuevas organizaciones parezcan no tener orígenes, contenidos políticos, e ideales claros. A pesar de que la sexualidad siga siendo un hecho político, la homosexualidad una sexualidad al margen, y las lesbianas y homosexuales considerad@s marginales, las nuevas organizaciones parecen olvidar los cientos de asesinatos y estigmas. Se dedican a algo que Zuleta y yo siempre rechazamos como nuestra primera línea de acción: Al reformismo jurídico. Pensamos que no era necesario si previamente no lográbamos que hombres y mujeres, cualquiera que fuera su orientación sexual, se transformaran a sí mism@s como una manera de buscar la ruptura y el cambio de la sociedad-
Notas al margen
1 Como una actitud antinorteamericana influenciada por Zuleta quien propuso usar guëi en vez de gay, y escribirlo tal y como suena en castellano.
2 Un grupo de estudiantes de la Universidades de Antioquia y Nacional de Medellin, citados por Zuleta y entre quienes estaban Gildardo Ramírez, Fernando Albear, l@s Quintero, Urías y algunos otros que prefirieron borrar su pasado, fundaron en 1.978 el Grupo de Estudio de la Cuestión Homosexual GRECO. Grupo que es el primero en aceptar mujeres como miembros y en crear alianzas con grupos feministas. Igualmente se crean otros grupos: en Cali uno influenciado por el GELG (1.980) y con el cual el autor perdió todo contacto, y en Bucaramanga Acuarius creado por Velandia en 1.981. Ebel Botero en febrero del mismo año organizó con el apoyo del GRECO un pequeño grupo de trabajo en Armenia. Al conjunto de todos los grupos que iban apareciendo se le llamó MLHC: Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia.
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