Por Manuel Antonio Velandia Mora
Alicante, 30 de diciembre de 2015
Algunas veces debemos darnos cuenta de que la
vida sigue a pesar de que los enemigos de la paz, hagan lo imposible por
recordarnos que Colombia es un país en que para algunos pocos el hecho de que
alguien piense, sienta o actúe diferente a lo que se espera desde el “deber ser” socializado, es alguien a
quien hay que taparle la boca con tierra; alguien que no merece vivir porque “ser distinto” es razón suficiente para
declararle enemigo.
He aprendido en la vida que el otro no piensa
en contra de mí sino a favor suyo. Y contradictoriamente, estos pocos, no se
expresan en el discurso sino en crímenes de odio, ya sean, atentados o amenazas
contra ti o contra los seres que amas, entonces, es probable que algunos
decidan callar.
Yo decidí NO callarme y seguir en mi lucha
desde otros territorios. Preferí refugiarme en otras tierras y buscar el asilo
porque al concedérmelos el Gobierno Español le estaba diciendo a Colombia y a
sus mandatarios que reconocen que en nuestro país se vulneran los derechos
fundamentales y el Estado no cumple con la obligación que tiene como lo es el
de proteger adecuadamente a todos sus ciudadanos.
Acepté participar en su proyecto “Relatos en
el exilio” y contar mi historia porque creo que es necesario que las personas
del común se den cuenta de que somos muchos y muchas quienes vivimos la
persecución, la exclusión, el desplazamiento forzado e incluso sufrimos atentados
y amenazas de muerte; que somos muchos
los que hemos tenido que vivir historias
de dolor y separación de los seres amados, pero que son otros muchos más, los
que a pesar de lo contundentes que son sus circunstancias se ven obligados a
permanecer y exponer su vida en su deseo de que la paz sea posible y de que no
existan ciudadanos de segunda clase.
Mi participación es un homenaje a quienes
siguen luchando para que cesen los vacíos humanos en nuestra sociedad, porque
se reconozca que ellos también son víctimas y que el reconocimiento no solo
conlleva resarcir emocionalmente a las personas sino sobre todo creando las condiciones
para que muchos no salgan y quienes hemos tenido que hacerlo, podamos retornar
en las mejores condiciones posibles de paz y seguridad.
Mi participación es un homenaje a quienes
siguen luchando para que cesen los vacíos humanos en nuestra sociedad; para que
se reconozca que ellos también son víctimas, y que el reconocimiento, no sólo
conlleva resarcir emocionalmente a las personas, sino sobre todo: en crear las
condiciones para que muchos no salgan y quienes hemos tenido que hacerlo,
podamos retornar en las mejores condiciones posibles de paz y seguridad.
Agradezco al Maestro Lisandro Duque, Gerente General de Canal Capital y a su equipo de
realización, en especial a Angélica Pérez Pérez y Nicolás Quimbayo, el respeto
y el calor humano con el que han realizado el documental. He tenido la
oportunidad de ver algunos de los “Relatos en el exilio” y debo decir que yo
mismo me he conmovido al escuchar y mirar los ojos de quienes se han autorizado
a contar su historia, pues a través de ellos y ellas, he sentido que no estoy
solo pero sobre todo que la mía no es una lucha separada ni diferente de otras
luchas por la paz.
Espero que el documental denominado Derecho a la Felicidad, Relatos del Exilio, España, en el que se cuenta mi historia en el exilio logre transmitir el derecho a la diferencia, tan importante en estos tiempos de postguerra colombiana.